La vida a bordo
La jornada a bordo del Jan Mayen, sin contar con alg¨²n cient¨ªfico que tenga que trabajar por la noche en el laboratorio y la tripulaci¨®n de guardia, comienza a las 7.30 con el primer turno de desayuno y a las 8 con el segundo. Como el comedor y la sala de estar tienen capacidad limitada, las 35 personas embarcadas est¨¢n divididas en dos grupos de comidas aunque no es r¨ªgida la distribuci¨®n en cada momento. Huevos, bollos, salm¨®n ahumado, arenques, mantequilla, mermelada y una botella de aceite de oliva a petici¨®n de los espa?oles... Hay de todo en el autoservicio por la ma?ana. La maquina de caf¨¦ y zumos est¨¢ disponible en todo momento.
Durante la ma?ana, cada uno se ocupa de su labor, unos en el laboratorio; otros descansan; el equipo de cubierta se dedica a los sondeos de agua si hace falta y el grupo de ocho invitados (un equipo de televisi¨®n noruego, dos artistas pl¨¢sticos de la misma nacionalidad y un par de periodistas) intentan conectarse a internet (inestable y lento a estas latitudes).
Por el barco hay grupos de botas y zapatillas (los zuecos de goma, los crocs, abundan). No es desorden en absoluto, es que dentro del barco hay zonas enmoquetadas (el cuarto de estar, el puente y la sala de ordenadores, por ejemplo) donde no se puede entrar con botas o calzado del exterior, que puede estar mojado. Como es obligatorio descalzarse en esas zonas y uno est¨¢ entrando y saliendo a menudo a cubierta, el calzado se deja junto a las puertas.
El primer turno de comida es a las 13.30 y el segundo media hora despu¨¦s. Una mesa es ocupada siempre por la tripulaci¨®n y el resto de personal la respeta ocupando las otras dos (normas de buena educaci¨®n a bordo). El cocinero Dan Anderson, sueco y que realiza la primera campa?a en este barco, tiene encantado a todo el mundo con sus recetas. Recibe las felicitaciones constantes con una sonrisa c¨¢lida. Su salm¨®n al horno fue un ¨¦xito el martes y las chuletas de cordero de hoy han volado (aunque siempre hay m¨¢s en la cocina para repetir). Patatas, salteado de br¨®coli y coliflor, ensalada de lechuga, pimiento y tomate, adem¨¢s de las salsas variadas y bandejas de quesos, no faltan. Las tartas y flanes no dejan indiferente a nadie. Una bandeja de fruta est¨¢ disponible 24 horas al d¨ªa en una esquina del comedor. A media tarde hay de nuevo tartas y dulces para merendar y a las 19.30 y 20, la cena. Cada uno se sirve la comida en el bufet y al acabar es obligatorio llevar los platos sucios a la cocina, separando los restos org¨¢nicos de otro tipo de basura en contenedores diferentes. Las normas medioambientales, como cab¨ªa esperar, son estrictas en este buque cient¨ªfico.
El primer d¨ªa, el Jan Mayen parec¨ªa un laberinto, con escaleras que uno no sab¨ªa hacia d¨®nde iban ni a qu¨¦ cubierta sal¨ªan. Pero llev¨® poco tiempo familiarizarse con casi todos los rincones de las cinco cubiertas. Los camarotes de los cient¨ªficos (excepto el del jefe de la campa?a, que est¨¢ junto al del capit¨¢n y el del segundo) est¨¢n en las dos cubiertas de los laboratorios y son dobles o triples, con literas, angostos pero adecuados para dormir; al fin y al cabo la vida se hace en las zonas comunes o en las cubiertas.
El puente es muy amplio, las vistas desde las ventanas que lo rodean son espectaculares y quien est¨¦ al tim¨®n recibe a cualquiera que suba. El capit¨¢n John Almestad y el segundo de a bordo, Inge Berg, se turnan cada seis horas en el puente del Jan Mayen. Radares, ecosondas para medir la profundidad, sistemas de navegaci¨®n por sat¨¦lite y ordenadores con informaci¨®n de todo lo que est¨¦ pasando en el barco rodean el puesto de mando. El antiguo mueble con las cartas n¨¢uticas en papel te lo ense?an como una curiosidad del pasado.
El trabajo en los laboratorios y las necesidades de los cient¨ªficos son prioritarias a bordo, pero el barco tambi¨¦n est¨¢ bien preparado para la vida diaria y para pasar las horas libres. V¨ªdeo, televisi¨®n, algunos libros y una sala de proyecciones y reuniones est¨¢n dispuestas para el uso com¨²n. Aunque el mejor y m¨¢s placentero entretenimiento es mirar el mar, especialmente hoy, que est¨¢ en calma; el cielo est¨¢ totalmente despejado y se permite salir a la tranquila cubierta de proa mientras el Jan Mayen est¨¢ parado para hacer los muestreos de agua necesarios de la campa?a. Anorak, gruesos calcetines y guantes son muy recomendables para estar un rato a la intemperie, aunque haga sol.
Los primeros d¨ªas, la relaci¨®n entre los tripulantes y los cient¨ªficos era m¨¢s distante, pero poco a poco, con el ingl¨¦s como idioma com¨²n, se ha ido estrechando la comunicaci¨®n, hay m¨¢s an¨¦cdotas y bromas. Y 24 horas bastaron para que algunos superaran sus fuertes mareos en el inicio de la navegaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.