Misioneros en la Puerta del Sol
El grupo Kil¨®metro 0 evangeliza a cualquiera que pase por la Puerta del Sol, intentando atraer a turistas y curiosos cerca de Jes¨²s
El sol se oculta entre los edificios de la Puerta del Sol de Madrid. Un grupo de predicadores de la asociaci¨®n Kil¨®metro 0 (KM 0) coloca una maleta roja en el lugar m¨¢s amplio que las obras les permite. "No estamos aqu¨ª para pedirles dinero, les ofrecemos canciones e historias gratis", anuncia uno del grupo la buena nueva a los turistas y viandantes. Los trabajadores de la zona los ven con hast¨ªo. De lunes a s¨¢bado, todo el a?o, estos misioneros evangelizan a cualquiera que pase por la plaza, los quieran escuchar o no.
Maritza se sube con una guitarra al atril improvisado. Arranca acordes al instrumento y marca el ritmo pisando con fuerza la superficie roja que la eleva medio metro del suelo. Las venas del cuello se le marcan y canta con un fuerte chorro. "Hay un camino, Jesucristo", es su mensaje. Se baja. Otro se encarama a la maleta y habla al auditorio que la voz de Mariza ha atra¨ªdo. Cuenta una historia sobre destrozar muros emocionales, la importancia de pedir perd¨®n y aceptar a Jes¨²s. Cuando acaba de contar la par¨¢bola, los evangelistas se acercan a los curiosos para charlar con ellos sobre la vida despu¨¦s de la muerte y repartir libritos con el Evangelio de San Lucas. Repetir¨¢n esta estructura hasta las diez de la noche.
El concepto KM 0 naci¨® en 2002, cuando Jacob, su presidente y nacido en Chicago, comenz¨® a realizar este espect¨¢culo con un amigo. "Al hacerlo las primeras veces", explica, con su perfecto castellano de 22 a?os residiendo en la Pen¨ªnsula, "vimos que la gente se paraba y andaba necesitada de orientaci¨®n espiritual". Poco a poco el grupo fue creciendo y actualmente son m¨¢s de 100 personas y tienen desde 2004 un local propio. Agrupan a 20 iglesias evang¨¦licas de Madrid y hay grupos los imitan, identificados por una caja roja, en Berl¨ªn (Alemania) y Gotemburgo (Suecia). "Ha venido gente a aprender c¨®mo hacemos esto de muchas partes de Europa", dice Mau, uno de los evangelistas.
Para ilustrar sus historias usan m¨¢s de 60 objetos. Un d¨ªa es un trozo de puerta que representa la de los cielos, cerrada a quien practique sexo prematrimonial; otro un jerogl¨ªfico con un camino de baldosas amarillas que lleva a un valle florido, en el que no entrar¨¢ quien mienta; al siguiente una se?al de stop como la que Dios pondr¨¢ en la cara el d¨ªa de su muerte si el fallecido ha robado caramelos. Son traducidas al ingl¨¦s simult¨¢neamente por otro evangelista. Pero sus historias estrella, por la cantidad de p¨²blico que atraen, son las del yugo y el maniqu¨ª, ambas realizadas por Jacob.
Un yugo es un aparato de madera formado por dos cabezales, donde se uncen por el cuello los animales de tiro, unidos entre s¨ª por una p¨¦rtiga. "El m¨ªo tiene 120 a?os y me lo regalaron en Sevilla", sonr¨ªe y rememora Jacob, "es una met¨¢fora perfecta de c¨®mo en la vida los problemas nos arrastran como un burro arrastra a otro y Jes¨²s puede ayudarnos a romper ese v¨ªnculo". Cuando cuenta esta historia, Jacob levanta el yugo en alto y lo pone sobre dos compa?eros suyos. Al decir la palabra Jesucristo alguien del p¨²blico se va. Repite el nombre "por si alguien m¨¢s quiere irse", grita a la plaza.
"En la del maniqu¨ª", contin¨²a Jacob, "usamos uno de cuerpo entero". "Cuento c¨®mo me acerco pensando que es la mujer perfecta, pero cuando llego donde ella, veo que esta vac¨ªa por dentro y hecha de pl¨¢stico". "Como vosotros, le digo al p¨²blico entonces", dice ri¨¦ndose.
Las reacciones del p¨²blico son variadas. Un hombre con un pendiente en la oreja derecha pasa resoplando. Dos ciclistas gritan "?Frikis!" y pedalean hacia Jacinto Benavente. Un turista los se?ala y le dice a su novia "like in the USA [como en EE UU]". A una se?ora de 50 a?os le gusta la m¨²sica y da palmas al comp¨¢s. Alguien aprovecha el anonimato de la masa para anunciar la llegada del demonio esa misma noche. Una pareja de adolescentes se para a hablar con ellos. ?l es de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, se llama Hendry y ella es El¨ªsabet, de Madrid. "Esto es importante, hablan de lo que hay tras la muerte", le comenta ¨¦l. "Es pura fantas¨ªa", responde ella. Y se enzarzan en una discusi¨®n teol¨®gica mientras bajan hacia el metro de Puerta del Sol.
![Un evangelista cuenta una historia personal de conversi¨®n usando una se?al de stop como ejemplo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SKVILBOL66AOWCYNSTLFAAXRK4.jpg?auth=222c251c7a125002c135664f6b9e4148deeeb11cc54c84e563949ccaeb7d5d48&width=414)
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