La impaciencia no sirve para nada
Me gusta que las cosas sucedan cuando yo quiero". "Odio que me hagan perder el tiempo". "M¨¢ndame el informe urgentemente". "?Hay que ver qu¨¦ lenta es la gente!". "Ya va siendo hora de que cambien las cosas". "?Date prisa, que llegamos tarde!". "?Lo necesito ahora mismo!". "?Por qu¨¦ no me ha llamado todav¨ªa?". "?Me muero por que sea viernes!". "No soporto que me hagan esperar".
Si le resulta muy familiar alguna de estas afirmaciones, seguramente conocer¨¢ bien qu¨¦ es la impaciencia. Pero no se preocupe. Es una distorsi¨®n psicol¨®gica que tiene cura. Tan s¨®lo basta comprender que es in¨²til. No sirve absolutamente para nada. Por m¨¢s que nos quejemos, enfademos y lamentemos, las cosas van a seguir yendo a su ritmo, tal y como lo han estado haciendo y lo van a seguir haciendo siempre.
"Para tener una actitud m¨¢s constructiva hay que recordar de vez en cuando que todos los procesos tienen su funci¨®n y su tempo"
Y no s¨®lo eso. Es muy perjudicial para nuestra salud emocional. Cada vez que nos invade la impaciencia es como si tom¨¢ramos un vasito de cianuro, vertiendo veneno sobre nuestra mente y nuestro coraz¨®n. Eso s¨ª, a pesar de que vivimos en una sociedad que premia y ensalza la velocidad y la inmediatez, desprenderse del h¨¢bito de "querer las cosas para ya" es posible. Todo se reduce a un simple cambio de actitud.
EL VENENO DE LA PRISA
"Deseamos ser felices aun cuando vivimos de tal modo que hacemos imposible la felicidad" (san Agust¨ªn)
Imag¨ªnese que est¨¢ al volante de su coche, conduciendo tranquilamente por una calle de un solo carril. De pronto se forma una inesperada caravana. Aunque usted no puede verlo, parece que un cami¨®n se ha detenido unos cuantos metros m¨¢s adelante para realizar una descarga. Pasan los segundos y usted sigue sin poder avanzar. Poco a poco empieza a ponerse nervioso. Echa un vistazo a su reloj y suelta un tedioso resoplido.
Al poco rato comienzan a sonar los primeros bocinazos. En medio de aquel insoportable ruido, finalmente pierde la paciencia y, harto de esperar, se suma a la protesta y toca varias veces el claxon con rabia.
Al cabo de un rato retoma la marcha, impotente y molesto por lo sucedido. Puede que usted no sea consciente, pero las emociones negativas que ha creado mientras apretaba el claxon con fuerza le van a acompa?ar el resto del d¨ªa. ?Y todo ello para qu¨¦? ?Acaso su impaciencia le ha servido para acelerar la descarga realizada por el cami¨®n? ?Realmente cree que el conductor ha tardado m¨¢s de lo necesario aposta s¨®lo para fastidiarle? Lo parad¨®jico es que la impaciencia s¨®lo le ha perjudicado a usted.
LA RA?Z DE LA IMPACIENCIA
"Lo que causa tensi¨®n es estar 'aqu¨ª' queriendo estar 'all¨ª', o estar en el presente queriendo estar en el futuro" (Eckhart Tolle)
Pero entonces, ?por qu¨¦ lo hacemos? ?Por qu¨¦ somos impacientes? Aunque parezca mentira, ninguno de nosotros elige tomar esta actitud cuando la vida no se ajusta a nuestros planes. Por el contrario, la impaciencia surge mec¨¢nica y reactivamente de nuestro interior cuando vivimos de forma inconsciente. Se trata de un efecto, un s¨ªntoma, un resultado negativo que pone de manifiesto que la mirada que estamos adoptando frente a nuestras circunstancias es err¨®nea.
Si volvemos al ejemplo del atasco de tr¨¢fico anterior -que puede ser extrapolado a cualquier otra situaci¨®n cotidiana-, nos damos cuenta de que nuestro malestar surge al poner el foco de nuestra atenci¨®n en el denominado "c¨ªrculo de preocupaci¨®n". Es decir, en todo aquello que no depende de nosotros, como que el conductor del cami¨®n realice la descarga m¨¢s r¨¢pidamente. Y al no poder hacer nada al respecto, nos invade la impotencia, y con ¨¦sta, el agobio, el enfado y la lamentaci¨®n.
Sin embargo, el cami¨®n tiene todo el derecho de pararse y realizar la descarga, de igual manera que nosotros tambi¨¦n detenemos nuestro coche a veces, haciendo demorar a otros conductores. Si nuestro d¨ªa a d¨ªa no es m¨¢s que un continuo proceso repleto de otros necesarios para que todos podamos completar nuestras actividades personales y profesionales, ?d¨®nde est¨¢ el problema? ?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil adaptarse a lo que sucede?
EL ARTE DE VIVIR DESPIERTO
"Si no hallas satisfacci¨®n en ti mismo, la buscas en vano en otra parte" (Fran?ois de la Rochefoucauld)
La respuesta se encuentra dentro de nuestra cabeza. Cada vez que nos sentimos impacientes, ocasion¨¢ndonos a nosotros mismos un cierto malestar, significa que estamos interpretando los acontecimientos externos en base a una creencia limitadora: que nuestra felicidad no se encuentra en este preciso momento, sino en otro que est¨¢ a punto de llegar. O, dicho de otra manera: como creemos que no podemos estar a gusto en medio de un atasco, deseamos que ¨¦ste termine de inmediato para poder llegar a nuestro destino, donde s¨ª podremos gozar de nuestro bienestar.
Sin embargo, funcionar seg¨²n esta falsa creencia revela una verdad inc¨®moda, que suele costarnos bastante aceptar: la impaciencia suele ser un indicador de que no estamos a gusto con nosotros mismos. Porque si lo estuvi¨¦ramos realmente, no tendr¨ªamos ninguna prisa en que el cami¨®n (o cualquier otra persona, cosa o situaci¨®n) avanzara a una velocidad mayor de la que lo est¨¢ haciendo. Ni siquiera aparecer¨ªa la prisa, pues ya sabr¨ªamos de antemano que no sirve para acelerar el ritmo de lo que nos sucede.
Lo cierto es que s¨®lo a partir de un estable bienestar interno podemos empezar a relacionarnos con nuestras circunstancias de una manera m¨¢s consciente, pudiendo tomar la actitud y la conducta m¨¢s convenientes en cada momento. A esta capacidad, los psic¨®logos y coachs contempor¨¢neos la llaman "vivir despierto". Al darnos cuenta de que no podemos cambiar lo que nos sucede, s¨ª podemos modificar nuestra actitud, centr¨¢ndonos en el denominado "c¨ªrculo de influencia". En el caso del atasco, implicar¨ªa respirar profundamente, poner la radio, cantar, pensar en positivo y otras acciones que dependieran por completo de nosotros.
De esta forma nos ahorrar¨ªamos la desagradable compa?¨ªa de la impaciencia, un hu¨¦sped que de tanto visitarnos termina por instalarse indefinidamente en nuestro interior. Eso s¨ª, para adoptar esta actitud m¨¢s constructiva es necesario que nos recordemos de vez en cuando que todos los procesos que conforman nuestra vida tienen su funci¨®n y su tempo. De ah¨ª que, por m¨¢s que intentemos acelerarnos, siempre terminaremos chocando una y otra vez con esta inmutable verdad, caus¨¢ndonos por el camino la experiencia del malestar.
LA VIDA TIENE SU PROPIO RITMO
"El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a?perder por tener prisa en terminarla" (Lao Tse)
Cuenta una historia que un hombre paseaba por el campo, aburrido, sin nada qu¨¦ hacer. De pronto se encontr¨® un capullo de mariposa y decidi¨® llev¨¢rselo a casa para distraerse un rato, viendo c¨®mo ¨¦sta nac¨ªa. Tras veinte minutos observando la cris¨¢lida, empez¨® a notar c¨®mo la mariposa luchaba para poder salir a trav¨¦s de un diminuto orificio.
El hombre estaba realmente excitado. Jam¨¢s hab¨ªa visto nacer a una mariposa. Sin embargo, pasaron las horas y all¨ª no ocurri¨® nada. El cuerpo del insecto era demasiado grande, y el agujero, demasiado peque?o. Impaciente, el hombre decidi¨® echarle una mano. Cogi¨® unas tijeras y, tras hacer un corte lateral en la cris¨¢lida, la mariposa pudo salir sin necesidad de hacer ning¨²n esfuerzo m¨¢s.
Satisfecho de s¨ª mismo, el hombre se qued¨® mirando a la mariposa, que ten¨ªa el cuerpo hinchado y las alas peque?as, d¨¦biles y arrugadas. El hombre se qued¨® a su lado, esperando que en cualquier momento el cuerpo de la mariposa se contrajera y desinflara, viendo a su vez crecer y desplegar sus alas. Estaba ansioso por verla volar.
Sin embargo, debido a su ignorancia, disfrazada de bondad, aquel hombre impidi¨® que la restricci¨®n de la abertura del capullo cumpliera con su funci¨®n natural: incentivar la lucha y el esfuerzo de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo nutrieran sus alas para fortalecerlas lo suficiente antes de salir al mundo y comenzar a volar. Su impaciencia provoc¨® que aquella mariposa muriera antes de convertirse en lo que estaba destinada a ser.
LA FILOSOF?A DEL 'AQU? Y AHORA'
"Bendito regalo es este al que llaman presente" (Sebastian Skira)
M¨¢s all¨¢ de comprender que todos los procesos que forman parte de nuestra existencia tienen su propio ritmo, despedirse de la impaciencia tambi¨¦n implica descubrir que lo que necesitamos para ser felices ya se encuentra en este preciso instante y en este preciso lugar. De hecho, es imposible hallarla en ning¨²n otro momento ni en ninguna otra parte.
Aunque se ha repetido hasta la saciedad, los seres humanos tenemos un peculiar rasgo en com¨²n: tendemos a olvidar lo que necesitamos recordar y a ser v¨ªctimas y esclavos de esta negligencia. As¨ª, el pasado es un recuerdo y el futuro es pura imaginaci¨®n. Lo ¨²nico que existe de verdad es el presente, que es el espacio y el tiempo donde podemos recuperar el contacto con nuestro bienestar interno. Aunque no nos lo parezca, ahora mismo todo est¨¢ bien. Todo est¨¢ en su sitio, tal y como tiene que ser. El problema lo crea nuestra mente cuando no acepta lo que hay, tratando de cambiar lo externo, que no depende de nosotros, y posponiendo nuestra propia transformaci¨®n, que s¨ª est¨¢ a nuestro alcance.
Algunos coachs especializados en desarrollo personal proponen que la pr¨®xima vez que nos invada la impaciencia nos preguntemos: "?Qu¨¦ es lo que no estoy aceptando? ?Qu¨¦ le falta a este momento? ?De qu¨¦ manera lo que est¨¢ sucediendo me impide ser feliz? ?Qu¨¦ prisa tengo? ?Qu¨¦ voy a hacer luego?". Al analizar las respuestas, concluimos que desear que llegue un futuro imaginario suele ser una consecuencia de no estar en paz con nosotros mismos en el presente. Aprendemos a fluir cuando comprendemos que la realidad siempre es aqu¨ª y el momento siempre es ahora.
Vivir el momento
Cuenta una historia que el sabio Confucio anim¨® a uno de sus disc¨ªpulos a caminar por un bosque. Mientras el maestro paseaba distra¨ªdamente, silbando y observando los ¨¢rboles y los p¨¢jaros con los que iba cruz¨¢ndose por el camino, su acompa?ante parec¨ªa nervioso e inquieto. No ten¨ªa ni idea de ad¨®nde se dirig¨ªan. Harto de esperar, finalmente el disc¨ªpulo rompi¨® su silencio y le pregunt¨®: "?Ad¨®nde vamos?". Y Confucio, con una amable sonrisa en su rostro, le contest¨®: "Ya estamos".
PARA CULTIVAR EL AQU? Y AHORA
1. LIBRO
'?Despierte!', de Anthony de Mello (Verticales de Bolsillo). Este libro contiene una charla sobre crecimiento personal impartida por este gran m¨ªstico contempor¨¢neo, cuya sabidur¨ªa inspira a los lectores a ver y relacionarse con la realidad tal como es y no como a ellos les gustar¨ªa que fuera.
2. PEL?CULA
'A dos metros bajo tierra', de Alan Ball. Esta serie de culto narra la vida de una familia estadounidense que regenta una funeraria, y desvela que el secreto de una existencia feliz es precisamente hacer las paces con nuestro pasado y despreocuparnos del futuro, centrando nuestra mente y nuestro coraz¨®n en el momento presente.
3. CANCI?N
'Aqu¨ª y ahora', de Coti. Una canci¨®n que enfatiza que el mejor lugar del mundo es siempre aqu¨ª y que el mejor momento de nuestra historia es siempre ahora.
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