Y despu¨¦s de Copenhague, ?qu¨¦?
Nada se ha avanzado en pol¨ªtica clim¨¢tica en la cita danesa. El exasperante proceso de negociaci¨®n en el seno de Naciones Unidas plantea abrir nuevas v¨ªas para ganar en eficacia
Noche del 16 de diciembre de 2009, a s¨®lo dos d¨ªas del final de la trascendental Cumbre del Clima de Copenhague. Son las 22.30 y un agotado delegado del Estado de Tuvalu habla en el plenario. "Se?ora presidenta, le estoy preguntando si voy a dormir esta noche". La presidenta se acerca al micr¨®fono: "Estoy consultando sobre c¨®mo llevar a cabo las consultas". Estallan las risas, pero de desesperaci¨®n.
Aunque situaciones esperp¨¦nticas como ¨¦sta se han dado siempre en los plenarios de estas conferencias donde participan las 192 partes de la Convenci¨®n Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Clim¨¢tico, la mayor¨ªa de las naciones de la Tierra, en el decepcionante desenlace de la cumbre de Copenhague son muchos los que piensan que esta vez se han rebasado los l¨ªmites. Los l¨ªderes mundiales han fallado, pero el sistema de negociaci¨®n de Naciones Unidas tambi¨¦n ha quedado en entredicho. "Hay que repensar c¨®mo conseguir una mayor eficacia, 192 opinando cada coma y con decisi¨®n de veto dificulta demasiado las negociaciones", comenta Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Clim¨¢tico, que considera que las pol¨ªticas clim¨¢ticas se han convertido en una pieza trascendental en las relaciones internacionales por sus implicaciones en econom¨ªa, energ¨ªa, competitividad, etc¨¦tera.
Hab¨ªan transcurrido dos a?os desde que en la Cumbre de Bali se fijara Copenhague como l¨ªmite para llegar a un acuerdo con el que dar continuidad m¨¢s all¨¢ de 2012 al ¨²nico tratado internacional para la reducci¨®n de las emisiones que causan el cambio clim¨¢tico, el Protocolo de Kioto. En ese tiempo, las delegaciones pasaron en 2008 por Bangkok (Indonesia), Bonn (Alemania) y Accra (Ghana); celebraron entre medias una cumbre mundial en Poznan (Polonia) e intensificaron las reuniones en 2009 de nuevo en Bonn y Bangkok, adem¨¢s de en Nueva York (EE UU) y Barcelona (Espa?a). Sin embargo, en los ¨²ltimos d¨ªas de la cumbre de Copenhague todas las cuestiones importantes segu¨ªan entre brackets (corchetes) o en blanco, y las delegaciones continuaban perdidas en laber¨ªnticas discusiones por asuntos de procedimiento. "No es que falle el sistema de Naciones Unidas, pero cuando las potencias no quieren realmente llegar a un acuerdo, no hay nada m¨¢s efectivo que poner a discutir sobre procedimientos a las 192 partes", incide el sindicalista Joaqu¨ªn Nieto, uno de los m¨¢s veteranos en estas cumbres.
El momento de mayor exasperaci¨®n se alcanza la ¨²ltima noche. El Air Force One de Barack Obama ha despegado hace horas de regreso a Washington, y los l¨ªderes mundiales han dejado la cumbre a la carrera sin hacerse la foto. Nunca antes han participado tantos jefes de Estado en una conferencia clim¨¢tica, pero lo pactado entre el estadounidense Obama, el chino Wen Jiabao, el brasile?o Lula da Silva y el indio Manmohan Singh resulta un fiasco. Las tres p¨¢ginas del Acuerdo de Copenhague incluyen la necesidad de frenar el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los dos grados y establecen un importante fondo de financiaci¨®n, pero dejan a cada pa¨ªs la decisi¨®n de c¨®mo ser¨¢ su reducci¨®n de emisiones, sin fijar compromisos ni plazos vinculantes.
Y, aun as¨ª, todo puede ir a peor cuando el texto es rechazado de madrugada en el plenario por unos pocos pa¨ªses del G-77 (el grupo de naciones en desarrollo, que ha saltado por los aires en Copenhague): Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Tuvalu y Sud¨¢n (curiosamente, portavoz del G-77). Las largas intervenciones de las delegaciones se suceden sin avanzar nada. "Algunos delegados tienen vuelo a las 7.00 y a las 8.00", comenta desesperado el representante de Senegal a las 5.56. "He dormido tres horas en tres d¨ªas, dejemos de llorar", exclama la delegada de Venezuela a las 7.14. El espect¨¢culo resulta desconcertante.
Despu¨¦s de una noche en vela, un derrumbado primer ministro dan¨¦s, Lars Rasmussen, arroja la toalla: "Lo siento, pero no podemos aceptar este documento...". El que act¨²a como presidente del plenario admite a las 8.00 que no hay consenso y est¨¢ a punto de lanzar contra la mesa el martillo de madera para validar sus palabras cuando es interrumpido por los golpes del secretario de Estado de Energ¨ªa y Cambio Clim¨¢tico del Reino Unido, Ed Miliband. El plenario no se reanuda hasta m¨¢s de dos horas despu¨¦s, cuando un sustituto de Rasmussen anuncia de carrerilla que la convenci¨®n toma nota del Acuerdo de Copenhague y golpea a toda prisa el martillo. "Las ¨²ltimas dos semanas han mostrado a veces una imagen rid¨ªcula al p¨²blico", escribir¨ªa despu¨¦s Miliband en el diario The Guardian. "Necesitaremos tener una reforma importante del organismo de la ONU que supervisa las negociaciones y de la forma en que ¨¦stas se llevan a cabo", incide el brit¨¢nico, que considera que la gran pregunta es: y ahora ?qu¨¦?
Tras ese golpe de martillo en el plenario se suceden otros que acuerdan continuar en la Cumbre del Clima en M¨¦xico, en diciembre de 2010, con los textos de las dos v¨ªas de negociaci¨®n principales: la de la prolongaci¨®n del Protocolo de Kioto (en el que est¨¢n todos los pa¨ªses industrializados, salvo EE UU) y la de un nuevo acuerdo que integre a todas las partes de la convenci¨®n (incluidos EE UU y pa¨ªses emergentes como China). "Han quedado estos dos textos con mandato para seguir en M¨¦xico, aunque todav¨ªa con muchos corchetes, y el acuerdo pol¨ªtico de Copenhague, que, si bien est¨¢ por debajo de lo que se necesita, tambi¨¦n integra a pa¨ªses que generan m¨¢s del 80% de las emisiones, que no es ninguna tonter¨ªa", indica Ribera. Adem¨¢s, se habilita al Gobierno de M¨¦xico para que tome las decisiones que crea necesarias para continuar el proceso.
Con todo, los interrogantes abiertos en Copenhague son todav¨ªa demasiados. "El sistema de Naciones Unidas busca garantizar la protecci¨®n del m¨¢s d¨¦bil, y por ello hay que preservar este sistema multilateral, pero hay que buscar otras v¨ªas", destaca la secretaria de Estado. "?ste es un proceso tan complicado, tan transversal y tan urgente que necesita de otras formas para avanzar".
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