El terremoto de Hait¨ª y la geolog¨ªa del Caribe
No es casualidad que los se¨ªsmos con mayor n¨²mero de v¨ªctimas ocurran precisamente en pa¨ªses pobres o en v¨ªas de desarrollo
La tremenda tragedia que asola a Hait¨ª ha puesto de manifiesto una vez m¨¢s la enorme violencia y capacidad de destrucci¨®n de los fen¨®menos naturales derivados de la propia din¨¢mica terrestre. Como en el caso de su m¨¢s importante predecesora, la gran tragedia de Sumatra-Andam¨¢n (Indonesia) de diciembre 2004, el origen de la cat¨¢strofe ha sido de nuevo un terremoto, si bien en aquella ocasi¨®n el epicentro se situ¨® mar adentro y el fen¨®meno devastador fue en realidad el tsunami producido por ¨¦ste.
Los terremotos son producidos por fallas activas, es decir, fallas que se est¨¢n moviendo en la actualidad. La enorme energ¨ªa el¨¢stica acumulada durante d¨¦cadas en los bloques situados a uno y otro lado de la falla a causa de los esfuerzos tect¨®nicos, se libera s¨²bitamente (y sin previo aviso) en forma de ondas P y S que cuando alcanzan la superficie terrestre se transforman en ondas superficiales (ondas Love y Rayleigh) con un gran poder destructivo. La escasa profundidad del epicentro del terremoto (10 kil¨®metros), sin posibilidad de atenuar su energ¨ªa en su escaso trayecto a superficie, ha contribuido a amplificar la cat¨¢strofe de Hait¨ª y a que ¨¦sta se haya concentrado en torno a la vertical del epicentro. Las im¨¢genes del bamboleo y sacudidas del terreno que mostr¨® la televisi¨®n, captadas por video aficionados, registraban precisamente ese momento que dur¨® apenas un minuto. El efecto se asemeja al de esos artilugios de feria que se mueven fren¨¦tica y c¨ªclicamente a un lado y a otro (ondas Love) y hacia arriba y abajo (ondas Rayleigh).
Sin duda, la baja calidad de la construcci¨®n, propia de un pa¨ªs extraordinariamente pobre y sin recursos, y la alta densidad de poblaci¨®n en Puerto Pr¨ªncipe, han contribuido a elevar notablemente el n¨²mero de v¨ªctimas. No es casualidad que los terremotos con mayor n¨²mero de v¨ªctimas ocurran precisamente en pa¨ªses pobres o en v¨ªas de desarrollo. Terremotos de intensidad similar o mayor ocurridos en pa¨ªses del primer mundo y altamente concienciados con el peligro s¨ªsmico, como es el caso del terremoto de Kobe en Jap¨®n, han producido un n¨²mero elevado de v¨ªctimas mortales (5.000 muertos) pero lejos de las cifras apocal¨ªpticas registradas en Hait¨ª. Para aquellos pa¨ªses seriamente amenazados por la actividad s¨ªsmica, ¨¦sta es la ¨²nica forma de prevenci¨®n o mejor dicho, de mitigaci¨®n, porque de hecho, una prevenci¨®n absoluta o completamente efectiva, es dif¨ªcil de poner en pr¨¢ctica, salvo que estemos dispuestos a mover de lugar a poblaciones y ciudades enteras. Desafortunadamente, a fecha de hoy la predicci¨®n resulta imposible, pese a los notables esfuerzos y avances realizados por la comunidad cient¨ªfica en esta disciplina.
El terremoto de Hait¨ª ha sido producido por la falla de Enriquillo-Plantain Garden. Esta falla y la falla Septentrional son dos estructuras de primer orden en la geolog¨ªa del Caribe. Conforman los l¨ªmites meridional y septentrional, respectivamente, de la fosa del Caim¨¢n desde donde se prolongan hacia el este por m¨¢s de mil kil¨®metros pasando al sur de Cuba, la primera, y a trav¨¦s de Jamaica, la segunda, antes de entrar en territorio de la isla de La Espa?ola por Hait¨ª. Las dos fallas articulan el desplazamiento diferencial hacia el este de la placa del Caribe respecto a la placa Norteamericana, el cual se viene produciendo desde la colisi¨®n de ambas en el Eoceno Medio y Superior, hace aproximadamente 40 millones de a?os. El desplazamiento entre estas dos placas se mantiene hoy en d¨ªa y ha sido calculado por investigadores de universidades norteamericanas mediante t¨¦cnicas de GPS en unos 20 mil¨ªmetros al a?o. De ellos, se estima que la falla Septentrional absorbe unos 10 mil¨ªmetros/a?o y la falla de Enriquillo, unos 7-8 mil¨ªmetros/a?o.
Ambas fallas se han reconocido como focos de terremotos hist¨®ricos, pero el hecho de que los relacionados con la falla Septentrional sean m¨¢s recientes y que su recuerdo todav¨ªa se mantenga en la memoria de muchos dominicanos, quiz¨¢ justifique que esta ¨²ltima falla se haya considerado con mayor potencial destructor. Sin embargo, en el ¨²ltimo Congreso de Geolog¨ªa del Caribe celebrado en la primavera de 2008 en Santo Domingo, los citados investigadores norteamericanos mostraron evidencias de la actividad reciente de la falla de Enriquillo y alertaron sobre su peligrosidad s¨ªsmica en territorio haitiano que es donde su traza est¨¢ perfectamente definida y es bien conocida. La continuidad de esta falla hacia el interior de la Rep¨²blica Dominicana y su supuesta prolongaci¨®n m¨¢s hacia el este por la fosa de los Muertos u otra estructura, es unos de los enigmas geol¨®gicos todav¨ªa por resolver en esta regi¨®n, con no pocas implicaciones en la prevenci¨®n de desastres naturales de este pa¨ªs.
Un ambicioso programa financiado por la Uni¨®n Europea desde 1997, destinado a fomentar el sector minero y el desarrollo en general de la Rep¨²blica Dominicana, est¨¢ a punto de finalizar la cartograf¨ªa geol¨®gica y geotem¨¢tica de este pa¨ªs. El proyecto se realiza de manera coordinada con las instituciones dominicanas correspondientes y consiste en la elaboraci¨®n de la cartograf¨ªa geol¨®gica, geomorfol¨®gica y de procesos activos de todo el territorio dominicano bajo la normativa y el liderazgo del Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a. Los mapas elaborados representan con gran detalle los tipos de rocas, las estructuras geol¨®gicas, las formas del terreno y los procesos geol¨®gicos activos (end¨®genos y ex¨®genos), de tal manera que son una herramienta indispensable para la investigaci¨®n geol¨®gica y la ordenaci¨®n del territorio. Utilizados como base fundamental de trabajo y combinados con otros m¨¦todos y herramientas geol¨®gicas y geof¨ªsicas m¨¢s sofisticadas, constituyen una de las v¨ªas habituales para el avance en el conocimiento de la din¨¢mica terrestre.
Los estados y los organismos nacionales e internacionales tienen la obligaci¨®n de velar por la seguridad y el bienestar de los ciudadanos de este planeta. Investigaciones geol¨®gicas o geof¨ªsicas como las que se acaban de describir en este art¨ªculo, u otras a¨²n m¨¢s sofisticadas, tienen costes que son insignificantes si se comparan con las consecuencias sociales que conlleva la alta mortalidad y n¨²mero de heridos causados por los desastres naturales (no s¨®lo los terremotos) y con las enormes p¨¦rdidas econ¨®micas asociadas. Cabe preguntarse entonces: ?Merece la pena que se siga invirtiendo en investigaci¨®n para acortar la carencia de conocimientos que todav¨ªa existe respecto al funcionamiento de determinados procesos geol¨®gicos y en consecuencia, como ha ocurrido en otras ciencias, contribuir a salvar o reducir un buen n¨²mero de posibles v¨ªctimas que sin duda seguir¨¢n sucediendo en el futuro por estas causas?
Pedro Pablo Hernaiz Huerta es Doctor en Geolog¨ªa y miembro del Proyecto de Cartograf¨ªa Geotem¨¢tica de la Rep¨²blica Dominicana, Consorcio IGME-BRGM-INYPSA
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