Aliados para el cambio en la Universidad
El futuro del pa¨ªs, aunque nadie lo diga, pasa por las universidades. Hace apenas unos d¨ªas, Marcos Pe?a, Presidente del Consejo Econ¨®mico y Social, realizaba esta afirmaci¨®n en las jornadas que la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades P¨²blicas de Espa?a celebramos en Sevilla. Unas jornadas de intensos y fruct¨ªferos debates que han vuelto a poner de manifiesto el papel trascendente que las universidades deben desempe?ar en la construcci¨®n de la nueva Sociedad del Conocimiento. Quiz¨¢ en ning¨²n otro momento de la historia las Universidades han jugado un papel tan relevante para el futuro de una sociedad y, precisamente por ello, quiz¨¢ tampoco nunca haya sido tanta la exigencia social a las mismas. Una exigencia de cambios en nuestro sistema universitario que requiere un an¨¢lisis trasversal de nuestra realidad como pa¨ªs. Un an¨¢lisis que parta del reconocimiento a los avances alcanzados. Tener la tentaci¨®n de separar la Universidad de la sociedad, de hacerle un examen en exclusiva y de foto fija, ser¨ªa un ejercicio viciado que s¨®lo conducir¨ªa a la melancol¨ªa.
Nuestro pa¨ªs ha conseguido un progreso espectacular en los ¨²ltimos 30 a?os. Nuestra Universidad tambi¨¦n. A nuestro pa¨ªs le queda mucho camino a¨²n que recorrer para situarse entre las sociedades m¨¢s avanzadas de nuestro entorno. A nuestra Universidad tambi¨¦n. Ambas realidades han estado y est¨¢n estrechamente relacionadas. Hemos democratizado el acceso a la formaci¨®n superior. Y lo hemos hecho desde la equidad y el equilibrio territorial. Hoy tenemos una universidad "popular", una universidad "abundante", pero a¨²n no tenemos una universidad "excelente", que democratice la meritocracia, que d¨¦ el salto de calidad, de excelencia y de especializaci¨®n que necesitamos. No es cierto que nuestra Universidad sea mala, pero tampoco lo es que las necesidades de cambio en sus estructuras supongan un riesgo para su independencia o su autonom¨ªa. Si convergemos con las universidades de nuestro entorno en materia de docencia y aprendizaje a trav¨¦s del espacio Europeo de Educaci¨®n Superior, si tenemos universidades cada vez m¨¢s productivas y convergentes en materia de investigaci¨®n a trav¨¦s del Espacio Europeo de Investigaci¨®n, y si tenemos universidades que empiezan a dejar atr¨¢s complejos arcaicos e intensifican su colaboraci¨®n con las empresas para la transferencia de conocimiento como ocurre en los pa¨ªses m¨¢s avanzados, ?por qu¨¦ no podemos converger igualmente en modelos de financiaci¨®n y gobernanza que aseguren una gesti¨®n m¨¢s eficiente de los recursos?
No podemos dejarnos distraer por mensajes falaces y debates bald¨ªos sobre mercantilizaci¨®n o deshumanizaci¨®n. Es obligaci¨®n de todos conocer la realidad de la Universidad de hoy para poder defenderla con responsabilidad, sin caer en permanentes y absurdas flagelaciones o atrincherarse en posturas inmovilistas o corporativistas. Sin duda, la mejor defensa que todos debemos hacer de la Universidad es abordar con decisi¨®n, y desde el m¨¢ximo consenso posible, los problemas reales que a¨²n limitan su capacidad de actuar como motor de progreso de nuestra sociedad. Ya no se trata de evitar que la Universidad sea un freno al avance que nuestro pa¨ªs necesita, sino de procurar que sea quien lo impulse y lo lidere. Es imposible construir una sociedad avanzada y competitiva sin universidades avanzadas y competitivas. De ah¨ª que la exigencia social hacia las universidades sea cada vez m¨¢s alta y la necesidad de generar cambios en sus estructuras sea apremiante. Pero esa exigencia representa la mejor oportunidad que la Universidad tiene para alcanzar el m¨¢s alto grado de legitimaci¨®n social posible y que nuestro pa¨ªs tenga la Universidad que se merece.
El futuro dibuja claramente que las nuevas fragmentaciones sociales y econ¨®micas se producir¨¢n entre quienes creen y compartan conocimiento y quienes no lo hagan. La fortaleza de los nuevos sistemas productivos se basar¨¢ en la capacidad intelectual de su capital humano. La educaci¨®n ser¨¢ por tanto la primera pol¨ªtica econ¨®mica y de empleo. Aprovechemos esta oportunidad para dialogar con la generosidad intelectual que nos permita alcanzar los consensos necesarios desde el respeto a los valores sobre los que la Universidad se sustenta, con autonom¨ªa, independencia y esp¨ªritu cr¨ªtico. Pero, sobre todo, hag¨¢moslo con urgencia.
El Gobierno ha abierto un proceso de di¨¢logo y participaci¨®n. La estrategia Universidad 2015, el Pacto por la Educaci¨®n, la Ley de la Ciencia, los documentos sobre Financiaci¨®n y Gobernanza, son excelentes puntos de partida que han puesto sobre la mesa temas trascendentes para el futuro de la Universidad y del pa¨ªs. Temas que est¨¢n en la mente de todos los que pensamos que la mejor forma de adaptarse a los cambios es anticiparlos y liderarlos. Los Consejos Sociales, como ¨®rganos de participaci¨®n de la Sociedad en la Universidad, exigimos a todos los agentes implicados que aborden este debate con ambici¨®n, valent¨ªa y voluntad real de avance, y nos ofrecemos como interlocutores necesarios y aliados para generar los cambios que nos permita contar con universidades m¨¢s eficientes, excelentes, competitivas e internacionales.
Joaqu¨ªn Moya Angeler es presidente de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades P¨²blicas Espa?olas
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