En transici¨®n hacia un mundo sin petr¨®leo
Localidades de todo el planeta se preparan para resistir al cambio hacia una vida sin combustibles f¨®siles
Que el petr¨®leo es un recurso limitado con los d¨ªas contados no lo discute nadie. El debate se centra m¨¢s bien en determinar cu¨¢nto tiempo queda hasta que la producci¨®n mundial de crudo llegue a su cenit y comience a declinar, momento que algunos sit¨²an en fechas tan cercanas como 2013, 2015 y, otros como la Agencia Internacional de la Energ¨ªa, en 2020. El vertido de BP, la demanda ascendente de China e India y las reducciones de CO2 por el calentamiento global han reactivado las alarmas. Miles de pueblos y ciudades de todo el mundo han decidido pasar a la acci¨®n, sin dramatismos, haciendo su particular transici¨®n hacia la vida sin el oro negro.
Totnes (10.000 habitantes), en Reino Unido, fue la primera poblaci¨®n en dar los primeros pasos hacia la autosuficiencia e independencia de los combustibles f¨®siles en septiembre de 2006. El movimiento se ha extendido a todos los rincones del planeta, desde Chile hasta Jap¨®n pasando por India o Nueva Zelanda. En Espa?a van surgiendo t¨ªmidamente pueblos y ciudades como Co¨ªn (M¨¢laga), Jerez de la Frontera (C¨¢diz), o Barcelona, que van andando hacia la Transici¨®n.
Estas iniciativas suelen comenzar con un grupo de personas preocupadas por el cambio clim¨¢tico y el pico del petr¨®leo que se juntan para imaginar c¨®mo ser¨¢ su municipio dentro de 20 a?os, por ejemplo, cuando el precio de la energ¨ªa, los carburantes y los productos b¨¢sicos se hayan disparado. Al grupo se le van uniendo personas mayores, familias y j¨®venes de todas las clases sociales y colores pol¨ªticos. Juntos, en encuentros que recuerdan a terapias de grupo, cuentan sus preocupaciones, buscan soluciones creativas y las ponen en marcha para que el futuro imaginado sea lo m¨¢s placentero posible.
"La vida diaria en un pueblo de transici¨®n es igual que en cualquier otro", advierte Rob Hopkins, cofundador del movimiento. Quienes participan activamente en el proyecto, sin embargo, reducen su consumo de energ¨ªa y el uso del coche, cultivan y compran comida local, trabajan lo m¨¢s cerca posible de sus casas, conocen a sus vecinos, construyen sus viviendas con materiales de la zona, aprenden habilidades perdidas como coser o hacer cestas de mimbre y tratan de no viajar en avi¨®n (¨¦l renunci¨® a este medio de transporte hace cuatro a?os y cuando da charlas fuera del Reino Unido lo hace por videoconferencia). En Totnes, donde vive Hopkins, los vecinos comparten sus jardines para plantar verduras con quienes viven en pisos, las empresas encargan auditor¨ªas para reducir su consumo energ¨¦tico y m¨¢s de 70 tiendas venden sus productos en libras totnes, su moneda local. En definitiva, potencian lo local y recuperan costumbres olvidadas en la era del petr¨®leo barato como arma para resistir cuando esta etapa llegue a su fin.
La Red de Transici¨®n (Transition Network en ingl¨¦s), que se desliga del posicionamiento pol¨ªtico de grupos activistas ecologistas o anticapitalistas, ofrece herramientas de formaci¨®n para quienes quieran iniciar una iniciativa. Como con las tecnolog¨ªas de c¨®digo abierto, cada grupo que pone en marcha una es libre de cambiar su modelo y mejorarlo para adaptarlo a sus necesidades. "Si alguien quiere empezar, que lo haga. No tiene que pedir permiso a nadie. La Transici¨®n es un experimento social fascinante que ofrece una serie de herramientas para comenzarlo", invita Hopkins.
Primeros pasos en Espa?a
En Co¨ªn (M¨¢laga), m¨¢s de 80 personas de todas las edades y profesiones se han puesto manos a la obra para hacerse resistentes cuando el crudo escasee. "No es cosa de cuatro hippies que se van a vivir a la monta?a, porque se trata de un problema que afecta a todos", explica Claus Mikosch, fot¨®grafo alem¨¢n de 34 a?os y coiniciador en noviembre de 2009 de Co¨ªn en Transici¨®n. Como todos los pueblos que participan en el movimiento, no tienen reglas sino principios comunes y proyectos concretos. Ya tienen una huerta comunitaria y talleres de bioconstrucci¨®n y de fabricaci¨®n de jabones.
La asociaci¨®n V¨¦spera da Nada se constituy¨® en Galicia en oto?o de 2008 para concienciar sobre el cenit del petr¨®leo. Han conseguido que Teo, un municipio de 20.000 personas cercano a Santiago de Compostela, sea el primer pueblo espa?ol en hacer una declaraci¨®n institucional sobre esta cuesti¨®n. El alcalde, Marti?o Noriega, un joven m¨¦dico de 35 a?os del Bloque Nacionalista Galego, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica que "ahora est¨¢n dando contenido al manifiesto simb¨®lico". Una comisi¨®n de trabajo realizar¨¢ un informe de vulnerabilidad energ¨¦tica de la poblaci¨®n y a partir de septiembre editar¨¢n una gu¨ªa pr¨¢ctica para los vecinos. Manuel Casal, inform¨¢tico de 40 a?os miembro de V¨¦spera da Nada, cuenta que tambi¨¦n han logrado que Gaspar Llamazares (IU) presente una pregunta en el Congreso sobre presuntas presiones de EE UU a la Agencia Internacional de la Energ¨ªa para ocultar datos de la oferta de hidrocarburos. "Esto obligar¨¢ al Gobierno a informarse y posicionarse sobre el tema" argumenta.
BCN en Transicion y Transici¨® a VNG llevan desde marzo y julio de 2009 impulsando el movimiento en Barcelona y Vilanova i la Geltr¨² respectivamente. Antonio Scotti, permacultor de 45 a?os, es miembro del grupo barcelon¨¦s, que est¨¢ en fase de autoorganizaci¨®n. Dado el tama?o de la ciudad, su objetivo es crear conciencia en los barrios y actuar como catalizadores desde su asociaci¨®n. Lo har¨¢n "aportando la chispa para que la gente se anime a pasar a la acci¨®n, y d¨¢ndoles apoyo", seg¨²n manifiesta por tel¨¦fono. Ton Dalmau, trabajador social, inform¨¢tico y trovador de 55 a?os, refiere que en Vilanova, donde tambi¨¦n est¨¢n en una primera etapa de consolidaci¨®n, han creado tres grupos de trabajo: uno dedicado a planificar proyectos, otro que se ocupa de la alimentaci¨®n y un tercero que quiere poner en marcha una moneda local.
En Jerez de la Frontera (C¨¢diz) ya tienen su alternativa al euro. Nicolas Patris, soci¨®logo franc¨¦s de 34 a?os, expone al otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica el funcionamiento del zoquito, como llaman a su moneda y red de trueque de bienes y servicios. En circulaci¨®n desde hace m¨¢s de un a?o, se utiliza como medio de pago en tiendas como peluquer¨ªas o fruter¨ªas o para servicios como masajes. Para simplificar el sistema, decidieron que un zoquito equivaldr¨ªa al precio de un caf¨¦. Los pagos se registran en una libreta en la que se apuntan los intercambios y que se recoge cada cierto tiempo para hacer un balance. "Se basa en la confianza mutua", concluye Patris.
Madrid todav¨ªa no cuenta con ninguna iniciativa, pero Javier Zarzuela, de 45 a?os y director de un colegio, se dedica a divulgar y estudiar el movimiento en todo el pa¨ªs desde su casa de La Navata, cerca de la sierra madrile?a, en cuya terraza crecen tomates, calabazas y melones. "Tanto ser optimista como pesimista o catastrofista son extremos que nos invalidan para la acci¨®n. El optimista piensa que algo saldr¨¢, algo inventar¨¢n y el catastrofista se dice que ya es imposible. Entre medias est¨¢ lo positivo, la Transici¨®n: no sabemos si vamos a poder, pero vamos a hacer el camino. No sabemos c¨®mo va a ser un mundo sin petr¨®leo, pero vamos a andar para prepararnos y crear unas condiciones de vida aceptables", desarrolla Zarzuela con un tono calmado, como el ambiente que se respira en su casa.
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