Afici¨®n al deporte: ?Una predisposici¨®n biol¨®gica?
Las caracter¨ªsticas de las competiciones de equipo, en sus aspectos m¨¢s b¨¢sicos, debieron de ser esenciales en las sociedades m¨¢s primitivas, llamadas de cazadores-recolectores
Es sorprendente la enorme atracci¨®n que ejerce el deporte sobre los seres humanos, la importancia que la mayor¨ªa de nosotros concede a las manifestaciones deportivas. Aunque, si lo pensamos detenidamente, lo que verdaderamente sorprende es que, para muchos millones de seres humanos, educados en las m¨¢s diversas culturas e ideolog¨ªas pol¨ªticas, sea m¨¢s interesante contemplar c¨®mo otros practican deporte que practicarlo ellos mismos. Y otro aspecto, la facilidad para identificarnos con unos u otros deportistas, de alegrarnos o sufrir con ellos, incluso de enorgullecernos o avergonzarnos con sus aciertos, errores, triunfos y derrotas.
Es evidente que al lado del deporte crecen grandes intereses econ¨®micos e, incluso, pol¨ªticos que se benefician de los dos aspectos que mencion¨¢bamos, del inter¨¦s que genera y de esa casi inigualable capacidad de crear seguidores que posee. Pero ?son empresas y Gobiernos los principales responsables de la expectaci¨®n que existe en torno al deporte? S¨®lo en cierta medida. Aunque en ocasiones se haya expresado lo contrario, el inter¨¦s por el deporte no es una creaci¨®n social, como tampoco lo son, por poner unos ejemplos, el placer que causa la belleza (la pintura, la m¨²sica, etc¨¦tera), la necesidad de alimento o de salud. La expectaci¨®n por el deporte (no la pr¨¢ctica deportiva) est¨¢ tan extendida, es tan intercultural y tan atemporal, que la explicaci¨®n m¨¢s razonable es que forma parte del comportamiento de nuestra especie.
Pero en el curso de esta exposici¨®n, que, adelanto, intenta mostrar que el inter¨¦s por el deporte tiene un significado biol¨®gico, ha llegado el momento de establecer una distinci¨®n entre los deportes para expresar mejor los argumentos. No todos los deportes atraen por igual la atenci¨®n. ?Qu¨¦ caracter¨ªsticas tienen los denominados deportes de masas? Con muy pocas excepciones, no se practican individualmente y no se limitan a la manifestaci¨®n de una destreza. F¨²tbol, rugby o baloncesto son deportes de equipo, en los que hay una planificaci¨®n previa a cada competici¨®n. Antes de que comience el evento deportivo, es muy importante para el espectador conocer la estrategia (alineaci¨®n, disposici¨®n de los jugadores, etc¨¦tera) que utilizar¨¢n los equipos rivales. Si no la conoce, la intentar¨¢ descifrar durante el encuentro. Y, por supuesto, tambi¨¦n disfrutar¨¢ de los movimientos t¨¢cticos, de la capacidad de improvisaci¨®n, de la inteligencia de los jugadores, de su destreza, de la preparaci¨®n f¨ªsica e, incluso, de los enga?os al rival que permiten los reglamentos.
Todas estas caracter¨ªsticas, en sus aspectos m¨¢s b¨¢sicos, debieron de ser esenciales en las sociedades m¨¢s primitivas, llamadas de cazadores-recolectores. En particular, cuando se formaban partidas para ir a cazar o para enfrentarse con un grupo rival.
Para estos cazadores y ocasionales guerreros, no s¨®lo era importante la destreza con las armas, la preparaci¨®n f¨ªsica, la improvisaci¨®n o el saber enga?ar al contrario o a la pieza de caza. Debi¨® de ser vital planificar previamente la acci¨®n. En los m¨¢s de 150.000 a?os que nuestra especie ha llevado una vida como cazadora-recolectora (de hecho, esta forma de vida ha desaparecido pr¨¢cticamente en la actualidad), probablemente se seleccion¨® la predisposici¨®n a interesarse por todo lo relativo a las partidas de caza o de guerra. A menudo, todos los hombres no podr¨ªan formar parte de estas partidas, bien por su edad avanzada o porque tuvieran que quedarse para defender a los otros miembros del grupo. Pero aquellos grupos en los que una mayor¨ªa de individuos participase en la planificaci¨®n de las acciones, se interesara vivamente por las caracter¨ªsticas que tendr¨ªan que tener los escogidos en cada caso y, muy importante tambi¨¦n, se identificase emocionalmente con los cazadores o guerreros de su grupo, probablemente tendr¨ªan ventaja sobre los dem¨¢s.
Por lo tanto, una predisposici¨®n a interesarse por todo lo relativo a la formaci¨®n y ¨¦xito de las partidas de caza o de guerreros, y a ligarse emocionalmente a ellas, pudo fijarse en nuestra especie, en el pasado, porque constitu¨ªa una ventaja selectiva en la competencia entre unos grupos humanos y otros por la caza, el agua, el territorio, etc. Los individuos que lo poseyeran y los grupos en los que este comportamiento fuera dominante, tendr¨ªan m¨¢s probabilidades de prevalecer y de desplazar y marginar a sus rivales. Tal comportamiento, sin embargo, no parece que confiera ninguna ventaja clara en la actualidad. Ahora tendr¨ªa una funci¨®n biol¨®gica neutra.
En las sociedades modernas, las armas de fuego, la escasez de animales peligrosos y las modificaciones en el territorio (caminos, carreteras, eliminaci¨®n de bosques, etc¨¦ra) ha determinado que la caza ya no sea una actividad colectiva, ni que requiera tanta planificaci¨®n y esfuerzo como anta?o. S¨®lo se parece a la caza de nuestros ancestros en la denominaci¨®n. ?sta se ha convertido en una actividad de recreo, sin repercusi¨®n en la dieta y que se ejerce con un, comparativamente, peque?o esfuerzo.
Los combates entre grupos en el pasado tambi¨¦n son muy distintos ahora. La planificaci¨®n y la preparaci¨®n de la guerra, como en el caso de la caza, ya no son tareas en las que est¨¦n implicados directamente casi todos los miembros de la sociedad. En las gigantescas sociedades modernas, la planificaci¨®n de las guerras es competencia de unos pocos individuos, y la utilizaci¨®n de los medios b¨¦licos de nuestros d¨ªas est¨¢ muy alejada de la experiencia del ciudadano medio. Esto se evidencia en el hecho de que el inter¨¦s por los deportes colectivos no lleva aparejado un inter¨¦s por los conflictos armados actuales. Para ¨¦stos, hay mucha menos afici¨®n.
Es muy com¨²n encontrar en los seres vivos algunos caracteres f¨ªsicos que se desarrollaron y seleccionaron para realizar funciones en el pasado que son distintas de las que realizan en la actualidad. De manera similar, la predisposici¨®n a interesarse por todo lo relativo a las partidas de cazadores y de guerreros habr¨ªa sido un car¨¢cter del comportamiento ¨²til durante una larga etapa de la existencia de nuestra especie, pero ya no proporciona ventaja biol¨®gica al individuo que lo posee. Ese inter¨¦s se orienta ahora hacia la confrontaci¨®n ritualizada y muy reglamentada de dos grupos de guerreros, de dos equipos de deportistas que despliegan las mismas habilidades y destrezas b¨¢sicas que los cazadores-guerreros paleol¨ªticos.
Antonio S¨¢nchez Marco es investigador del Institut Catal¨¤ de Paleontologia (www.icp.cat www.avesfosiles.com)
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