Misteriosa resistencia
La b¨²squeda en el suelo de genes que hacen resistentes a las bacterias no da resultados
El incremento de diferentes especies de bacterias pat¨®genas resistentes a los antibi¨®ticos es un problema de salud p¨²blica que no cesa de aumentar en todo el mundo. Varias especies de bacterias causantes de enfermedades se han ido haciendo resistentes a uno o a varios antibi¨®ticos en los ¨²ltimos a?os. Esta resistencia convierte ahora en intratables a enfermedades infecciosas que antes pod¨ªan curarse y aumenta el riesgo de muerte por infecci¨®n, sobre todo en personas con las defensas inmunes deprimidas, entre las cuales, notablemente, se encuentran muchos pacientes internados en hospitales. Por esta raz¨®n, las bacterias resistentes a los antibi¨®ticos han encontrado en los hospitales y centros de salud un nicho donde prosperar.
Las bacterias constituyen una comunidad generosa y comparten genes entre ellas cuando estos son necesarios para su supervivencia
Sin embargo, hoy, el riesgo de infecci¨®n ha saltado del hospital a la calle. El estafilococo ¨¢ureo resistente al antibi¨®tico meticilina se ha convertido en una nueva y moderna epidemia silenciosa y ha causado brotes epid¨¦micos all¨ª donde se produce un estrecho contacto humano, como prisiones, instalaciones deportivas o cuarteles. En algunas zonas urbanas, esta bacteria est¨¢ difundida, a la espera de infectar a su siguiente e inmunodeprimida v¨ªctima.
?Por qu¨¦ surgen estas nuevas especies de bacterias resistentes?
Son varias las razones que explican el surgimiento de especies resistentes de bacterias. En primer lugar, claro est¨¢, el empleo de antibi¨®ticos favorece el crecimiento de variantes bacterianas resistentes frente a las que no lo son. Esto es as¨ª porque las bacterias evolucionan, y lo hacen pr¨¢cticamente en tiempo real, e incluso si usted no cree en la teor¨ªa de la evoluci¨®n. No es necesario esperar millones de a?os, como puede ser el caso de los animales o de las plantas, para ver surgir especies bacterianas nuevas o, al menos,razas de dichas especies. La reproducci¨®n de las bacterias es tan r¨¢pida que en solo un a?o se han podido producir miles de generaciones, cada una ligeramente diferente de la anterior. Para hacernos una idea, solo un a?o para las bacterias puede suponer un tiempo evolutivo similar a 250.000 a?os para nuestra especie. Su r¨¢pida evoluci¨®n permite la generaci¨®n de variantes m¨¢s resistentes a la acci¨®n de un antibi¨®tico dado.
Sin embargo, adem¨¢s de esta raz¨®n, existe otra quiz¨¢ m¨¢s importante. Las bacterias, en general, constituyen una comunidad generosa y comparten genes entre ellas cuando estos son necesarios para su supervivencia. Por esta raz¨®n, diversas especies de bacterias pueden compartir genes que las convierten en resistentes a un antibi¨®tico, tal vez producido por un hongo, que lucha contra ellas intentando asegurar as¨ª su propia supervivencia. No olvidemos que los antibi¨®ticos naturales, de los que la penicilina es el primer ejemplo, son producidos por diversos organismos para defenderse de las bacterias. Pues bien, bacterias que durante su evoluci¨®n en un nicho particular, en competici¨®n con diversos enemigos, han generado genes que las hacen resistentes a un antibi¨®tico pueden transferirlos a especies de bacterias que a¨²n no lo son. No es necesario, por tanto, esperar miles de generaciones para que una especie de bacteria se convierta en resistente: puede hacerlo mucho m¨¢s r¨¢pidamente si se encuentra con otra especie que ya lo es y que le transfiere sus genes.
Puesto que no todas las bacterias son causantes de enfermedades, un problema mayor puede surgir cuando la transferencia de genes de resistencia sucede entre una bacteria inofensiva resistente y otra patog¨¦nica. Por esta raz¨®n resulta importante averiguar d¨®nde se encuentra el repositorio de genes de resistencia en la comunidad bacteriana.
Bacterias sospechosas
Las principales sospechosas de guardar una bater¨ªa de genes de resistencia a los antibi¨®ticos son las bacterias del suelo. Son ellas las que conviven con numerosas especies de hongos que intentan limitar su crecimiento con los antibi¨®ticos que producen. Para averiguar si este era el caso, un equipo de microbi¨®logos de la Universidad de Wisconsin (EE UU) dirigido por Jo Handelsman ha realizado un estudio encaminado a comparar qu¨¦ tipos de genes de resistencia pose¨ªan bacterias de tres tipos de suelos: el suelo de unas islas salvajes de Alaska, nunca expuestas a antibi¨®ticos de origen humano; el de un huerto de manzanos tratado con el antibi¨®tico estreptomicina para evitar el ataque bacteriano a los frutales; y, por ¨²ltimo, suelo de tierras de cultivo. Los resultados han sido publicados en la revista Applied Environmental Microbiology .
Los investigadores hallaron genes de resistencia en las bacterias de los tres tipos de suelo, algunos de ellos completamente nuevos. Sin embargo, estos genes no eran los mismos que los que se encuentran en las bacterias pat¨®genas resistentes. Adem¨¢s, sorprendentemente, encontraron pocos genes de resistencia a la estreptomicina en el suelo del huerto de los manzanos, as¨ª como en la flora intestinal de los trabajadores de dicho huerto. Estos genes eran, por otra parte, diferentes de los genes de resistencia a este antibi¨®tico encontrados en las especies de bacterias que causan enfermedades.
As¨ª pues, si bien es cierto que las bacterias del suelo poseen genes de resistencia a los antibi¨®ticos, estos no son los mismos que confieren la resistencia a las bacterias patog¨¦nicas. ?D¨®nde se ocultan, pues? Algunos apuntan a que se encuentran en las bacterias que moran los intestinos de los animales dom¨¦sticos y que desde all¨ª se transfieren a las bacterias que nos atacan. Sin embargo, hasta que nuevos estudios sean llevados a cabo para explorar esta y otras hip¨®tesis, el misterio del origen de los genes bacterianos de resistencia a los antibi¨®ticos no ser¨¢ resuelto.
Jorge Laborda es Catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular en la Universidad de Castilla-La Mancha. Consulte su blog y su podcast .
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