La c¨¢mara de la revoluci¨®n
Mabrouka Khedir es una de las primeras tunecinas dedicada al videoperiodismo
A Mabrouka Khedir la c¨¢mara le acerca a la gente y la separa de su familia. En Ras Ajdir, la frontera entre Libia y T¨²nez, se la ha visto estos d¨ªas con ella la Panasonic al hombro, tejanos oscuros, botas, pelo suelto, ojos pintados y una sonrisa eterna en la cara. Ha recopilado informaci¨®n, ha entrevistado refugiados, y ha facilitado contactos a los enviados especiales que se han desplazado hasta all¨ª para contar el conflicto libio. O sea, todo normal. Para muchos, sin embargo, Mabrouka es una mujer que no est¨¢ en el sitio que le corresponde.
"Por supuesto que trabajar como c¨¢mara de televisi¨®n en un pa¨ªs ¨¢rabe es m¨¢s duro que hacerlo en Occidente. S¨¦ que muchos no lo aceptan, pero me da igual. Y adem¨¢s, T¨²nez es algo m¨¢s liberal en esto y, en general, las cosas son un poco m¨¢s f¨¢ciles. No creo que haya ninguna diferencia con los hombres que hacen mi mismo trabajo, salvo que a veces se necesita tener una personalidad fuerte para imponerse en el sector", afirma Mabrouka, nacida hace 30 a?os en la isla tunecina de Kerkennah.
Ella es de esas periodistas que toca todos los palos, una de las pocas, si no la ¨²nica, que lo hace en T¨²nez. Busca las historias, graba las im¨¢genes, monta v¨ªdeos, escribe art¨ªculos y elabora reportajes para la radio como corresponsal del canal alem¨¢n Deutesche Welle TV en la zona. "Cuando empec¨¦ a trabajar como periodista no estaba interesada en utilizar la c¨¢mara. En mi pa¨ªs, las que se especializaban en esto solo sol¨ªan ir como acompa?antes. No parec¨ªa muy interesante. Yo quer¨ªa ser reportera".
Sin parar de fumar, Mabrouka conversa sobre las posibilidades que hay de entrar en Libia por el lado oeste y llegar hasta Zauiya, una de las ciudades tomadas por los rebeldes y castigada duramente por las tropas de Gadafi. Estamos en la sala improvisada que han instalado los medios en la segunda planta del hotel Rais, en la ciudad de Ben Gardan. Fue idea de Mabrouka montar all¨ª varias mesas de pl¨¢stico y compartir la conexi¨®n a Internet para que todos los periodistas enviaran las cr¨®nicas, fotograf¨ªas e im¨¢genes a sus medios. La conversaci¨®n deriva a veces a la revoluci¨®n en el mundo isl¨¢mico. "Cubrir las protestas de T¨²nez ha sido para m¨ª una experiencia ¨²nica, algo que creo que va a aportar mucho en mi carrera. Me siento m¨¢s libre y estoy segura de que ahora voy a disfrutar m¨¢s de mi trabajo".
A pesar de ello, es consciente de que la c¨¢mara le est¨¢ apartando de otras experiencias por las que tambi¨¦n le gustar¨ªa pasar. "Es bastante dif¨ªcil encontrar a un hombre que entienda este negocio y que me permita hacer mi trabajo de forma libre. Por eso siempre pospongo lo de casarme o tener hijos".
Las revoluciones en el mundo ¨¢rabe han puesto en marcha un motor que pude dar un gran impulso a los derechos de la mujer. Pero han surgido los temores de que algunos sectores islamistas se beneficien de la democracia para restringir m¨¢s las libertades ya adquiridas. "Hay que mejorar muchas cosas, especialmente en el campo, donde la mujer se encuentra con m¨¢s problemas para desarrollarse. Y s¨ª, hay que tener cuidado con algunos islamistas que, despu¨¦s de la revoluci¨®n han empezado a mostrarse m¨¢s activos".
Mabrouka entrevista a un anciano en Ben Gardan mientras es fotografiada. Un hombre aparece por detr¨¢s y le increpa. No le gusta que se grabe en la calle y menos que lo haga una mujer. A la discusi¨®n se unen otros hombres. Mabrouka les contesta elevando el tono de voz y en seguida parece mucho m¨¢s alta. Luego se da la vuelta y sigue grabando.
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