Los p¨¢jaros visitan al psiquiatra
Eso dijo Joaqu¨ªn Sabina en 'Pongamos que hablo de Madrid'. La contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, ac¨²stica y lum¨ªnica de las ciudades es un asunto al que han recurrido variados m¨²sicos, con independencia de la fauna afectada
?Es posible que Joaqu¨ªn Sabina intuyera en 1980 los males de los verdecillos de principios del siglo XXI? Esta pregunta me vino a la cabeza al conocer las conclusiones de un estudio sobre el canto de los p¨¢jaros urbanos (no se refieren a Sabina) en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
El informe constata que los verdecillos, debido a la contaminaci¨®n ac¨²stica de las ciudades, consiguen compensar los efectos negativos del ruido dedicando m¨¢s tiempo a cantar. Pero claro, como dec¨ªa el investigador del CSIC, Mario D¨ªaz, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, "dedicar m¨¢s tiempo al canto puede interferir en exceso con tareas tan importantes como estar atento a los depredadores o a otros verdecillos vecinos".
Puestos a cantar, Joaqu¨ªn Sabina lo hac¨ªa as¨ª en 1980, en el disco Malas compa?¨ªas: "Los p¨¢jaros visitan al psiquiatra / las estrellas se olvidan de salir / la muerte viaja en ambulancias blancas / pongamos que hablo de Madrid". Veis, ya lo dec¨ªa Sabina en Pongamos que hablo de Madrid, aunque est¨¦ tra¨ªdo con pinzas. Lo que s¨ª es cierto es que la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, ac¨²stica y lum¨ªnica de las ciudades es un tema al que han recurrido variados m¨²sicos, con independencia de la "fauna" afectada.
Muchos han utilizado y utilizan a Madrid como bandera de esa contaminaci¨®n, mal que les pese a Ana Botella y Alberto Ruiz Gallard¨®n, y a las botellas y gallardones que les precedieron. Hasta los comedidos Hombres G cantaron en Madrid, Madrid (1989): "Es cierto que las estrellas / se ven en muy rara ocasi¨®n". Luego echan el freno: "Los coches echan humo como en todas las ciudades / pero nadie se resigna a no pasear por la calle".
Los que no echaban el freno, si no que incendiaban el motor en 1979 eran Le?o, carg¨¢ndolo de lluvia ¨¢cida y urbanismo salvaje: "Es una mierda este Madrid / que ni las ratas pueden vivir / Queremos una central / que nos suministre / energ¨ªa para destruir / la mucha vegetaci¨®n / que nos estorba / y no, no podemos construir". Un a?o antes, sin dar nombres de ciudad, Asfalto, adalides del rock urbano m¨¢s progresivo, defin¨ªan a un aut¨®mata alienado en Ser urbano: "Un nuevo y extra?o ser / ha nacido en la ciudad, / es el hijo de un cami¨®n / y de una acacia. / Se confunde su color / con el humo del tr¨¢fico, / se para extasiado y feliz / por el ruido".
Cierro este atropellado repaso (???con tanto coche!!!) a la l¨ªrica musical de la anti-poluci¨®n urbana con m¨¢s vistas al pasado. A?o 1973, gran disco de Cecilia (Cecilia 2, no me resisto a dejar de recomendar Me quedar¨¦ soltera) y la desolaci¨®n en Mi ciudad: "Mi ciudad la hicieron de cristal y cemento / Arrancan flores y plantan faroles / Ensanchan calles / Asfaltan valles / Mi ciudad la hicieron de ruidos y olores / Son horizontes de rascacielos / Nubes de humo negro / Anuncios de colores".
Enlazamos la contaminaci¨®n ac¨²stica que se apodera del final de la canci¨®n de Cecilia con el sonido del tr¨¢fico previo a los primeros acordes de Apeman. Me despido con la crom¨¢tica iron¨ªa, la retranca y los dejes caribe?os de este tema de 1970 de Ray Davies (por cierto, es vegetariano) y sus Kinks. En este caso, Davies se siente como un mono enjaulado y quiere huir, entre otras cosas, de la incontrolable y contaminada vida urbana.
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