Reforma psiqui¨¢trica: 25 a?os de una revoluci¨®n a medias
"Sobre la base de la total equiparaci¨®n de la persona con enfermedad mental a las dem¨¢s personas que requieren servicios sanitarios y sociales, se desarrollar¨¢n, en el ¨¢mbito comunitario, los servicios de rehabilitaci¨®n y reinserci¨®n social necesarios para su adecuada atenci¨®n integral".
Ley General de Sanidad, 1986
Hace 25 a?os el Bolet¨ªn Oficial del Estado public¨® el citado p¨¢rrafo dentro de la Ley General de Sanidad que promet¨ªa cambiar la vida de miles de espa?oles. "Van a cerrar los manicomios", fue la expresi¨®n m¨¢s utilizada en ese tiempo. Se trataba de poner en marcha la reforma psiqui¨¢trica que nos equiparaba con otros pa¨ªses de Europa (que ya hab¨ªan hecho las suyas en los a?os 60 y 70), y que m¨¢s que una reforma, promet¨ªa ser una revoluci¨®n.
Hombres y mujeres encerrados en manicomios, en condiciones infrahumanas, pasaban a considerarse ciudadanos con el derecho a recibir un tratamiento adecuado, del mismo modo que si tuviesen cualquier otro tipo de enfermedad. En este breve p¨¢rrafo se conten¨ªan muchos de los conceptos que, todav¨ªa hoy, reclamamos desde el movimiento asociativo FEAFES. Rehabilitaci¨®n, reinserci¨®n, atenci¨®n integral, ¨¢mbito comunitario y la palabra persona antes que la de enfermedad.
Pero tras el cierre de la pr¨¢ctica totalidad de los manicomios, pronto se puso en evidencia que fuera no exist¨ªan unos servicios que pusieran en pr¨¢ctica todas las buenas intenciones que conten¨ªa la Ley. En pocas palabras, la atenci¨®n en salud mental pas¨® de los manicomios a los hogares, donde los familiares se convirtieron en improvisados cuidadores, muchas veces sin la formaci¨®n ni los apoyos necesarios para esta tarea.
Con avances y retrocesos, la reforma psiqui¨¢trica ha seguido su curso. Durante estos 25 a?os se han conseguido mejoras fundamentales en la atenci¨®n en salud mental. Hoy tenemos una Estrategia Nacional que marca los niveles que deben seguir los tratamientos para que se consideren eficaces. Hoy las personas con una discapacidad provocada por una enfermedad mental pueden beneficiarse de la Ley de Promoci¨®n de la Autonom¨ªa Personal.
Sin embargo, las unidades de salud mental siguen siendo pocas en n¨²mero, y las que hay muchas veces no garantizan la atenci¨®n m¨¢s b¨¢sica (no digamos ya de calidad). Hoy, 25 a?os despu¨¦s de la reforma psiqui¨¢trica, miles de personas con enfermedad mental no acceden a ning¨²n tipo de recurso ni social ni sanitario, sobre todo aquellos que pertenecen a colectivos excluidos, como pueden ser las personas que viven en prisi¨®n, los inmigrantes irregulares, las personas mayores que viven solas o los sin hogar.
En este tiempo, la psiquiatr¨ªa ha dado pasos de gigante: las mejoras en las t¨¦cnicas de rehabilitaci¨®n psicol¨®gica y en la efectividad de los medicamentos son innegables, aunque estos ¨²ltimos mantengan unos altos efectos secundarios. Sin embargo, hoy en Espa?a el tratamiento que reciben la mayor¨ªa de las personas con enfermedad mental se limita a una consulta psiqui¨¢trica de pocos minutos, cada varios meses, donde ¨²nicamente se revisa su dosis de medicaci¨®n. Es decir, estamos muy lejos de los objetivos que se citan en la Ley de Sanidad.
Es cierto, hoy ya no quedan apenas manicomios, y hay que felicitarse por ello. Pero los ingresos hospitalarios en las unidades de salud mental quedan lejos de hacerse de la mejor manera posible, y en muchas ocasiones se vulneran los derechos m¨¢s elementales de las personas ingresadas.
Podemos estar satisfechos con los avances. Hoy, la integraci¨®n laboral de las personas con enfermedad mental es un hecho incuestionable. Hoy, las t¨¦cnicas de rehabilitaci¨®n psicosocial permiten una recuperaci¨®n casi total de enfermedades consideradas cr¨®nicas, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. El problema es que la mayor¨ªa de las personas con problemas de salud mental no se benefician de estas mejoras.
Y, sobre todo, hoy la sociedad tiene otra mirada frente a las personas con alguna discapacidad, pero una de ellas, la enfermedad mental, sigue provocando dudas y temores infundados en buena parte de la poblaci¨®n. Si bien han ca¨ªdo los muros de los manicomios, estos han sido sustituidos por los muros invisibles del estigma y los absurdos prejuicios.
Para muchos, todav¨ªa un trastorno mental no es una enfermedad m¨¢s. Todav¨ªa el derecho a una asistencia sanitaria en salud mental parece un privilegio de los "mejores pacientes". Todav¨ªa, 25 a?os despu¨¦s, la reforma psiqui¨¢trica que anunciaba la reinserci¨®n, la atenci¨®n integral -incluyendo la atenci¨®n domiciliaria- y el tratamiento dentro del ¨¢mbito comunitario, es una revoluci¨®n que se ha quedado a medias.
El objetivo del movimiento asociativo de personas con enfermedad y familiares es derribar, de una vez por todas, esos muros invisibles que parte de la sociedad, todav¨ªa hoy, levanta frente a nosotros. Pero tenemos claro que solos no podremos. Hace falta el compromiso de todas las administraciones, y tambi¨¦n la participaci¨®n de empresarios, periodistas, jueces, vecinos, profesores, amigos... Solo cuando caigan tambi¨¦n esos muros, invisibles pero reales, podremos decir que el sue?o de la reforma psiqui¨¢trica se ha convertido en una realidad.
Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Monge es presidente de FEAFES (Confederaci¨®n Espa?ola de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental).
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