Universidades, ciencia y 'ranking'. ?Somos realmente tan malos?
Sobre la universidad en Espa?a se oyen frases tan dispares como que ahora es la mejor de nuestra historia (estoy casi de acuerdo), o que es un aut¨¦ntico desastre y nunca estuvo peor. Para muchos, es poco m¨¢s que un aparcamiento de j¨®venes a los que se les facilita el entretenimiento (botellones incluidos) y un refugio de funcionarios poco productivos y menos interesados (torre de marfil, le llaman algunos). Frente a estas opiniones, los datos que ofrecen los numerosos ranking de universidades de todo el mundo son contundentes y penosos. Las universidades espa?olas est¨¢n todas p¨¦simamente colocadas, ninguna entre las 200 primeras del mundo y la mayor¨ªa de nuestras universidades se sit¨²an entre los puestos 400 y 600. S¨ª, el lector ha entendido bien, unas 500 instituciones universitarias de los sitios m¨¢s dispares son mejores que la mayor¨ªa de las nuestras. Sin ¨¢nimo en hacer ninguna comparaci¨®n y eligiendo de las listas al azar, quiz¨¢s pueda ser ilustrativo conocer que las universidades de Jyv?skyl? (Finlandia), Jagiellonian (Polonia) o Bilkent (Turqu¨ªa), por poner algunos ejemplos, est¨¢n mejor posicionadas (es decir, son mejores) que la mayor¨ªa de universidades espa?olas. Una interpretaci¨®n m¨¢s o menos fr¨ªa de estos datos seria simplemente que estamos muy mal y que la calidad del personal universitario es muy baja. Supongo que el an¨¢lisis debe ser algo menos simple, y aunque imagino que nuestras autoridades habr¨¢n estudiado extensamente este tema desde hace muchos a?os, me permito algunas reflexiones derivadas de mis propias experiencias.
En los ¨²ltimos 25 a?os he visitado varias decenas de universidades en todo el mundo. Ciertamente m¨¢s de las que aparecen en los primeros puestos de los rankings, pero tambi¨¦n otras en pa¨ªses de los llamados en desarrollo o emergentes. Y he estado en la mayor¨ªa de las espa?olas. Una primera comparaci¨®n a realizar es muy sencilla: los campus, sus edificios e instalaciones. En la actualidad me parecen bastante comparables las de aqu¨ª con las que est¨¢n bien colocadas. En esto hemos mejorado claramente. En algunos casos, nuestros campus parecen incluso mejor dotados que los de muchas en niveles medios de los ranking. El problema no est¨¢, al menos primordialmente, en este asunto. Otro aspecto fundamental son nuestros estudiantes al ser comparados con los de otras universidades. Mi comparaci¨®n directa de estudiantes graduados en algunas de las universidades mejor colocadas y los nuestros es bastante positiva. Muy similares, con las l¨®gicas diferencias debidas m¨¢s a la individualidad que a la propia influencia del alma mater. Mi experiencia ciertamente se limita a estudiantes de ciencias, ingenier¨ªas o medicina, por lo que puede estar sesgada. Al menos hasta ahora, y lamentablemente tengo mis dudas respecto a lo que ocurra en los pr¨®ximos a?os con los cambios en marcha, producimos unos estudiantes razonablemente bien formados y con un bagaje comparable a los de las universidades bien colocadas.
Si nuestros campus y nuestros estudiantes graduados no son tan malos... ?D¨®nde radica entonces la enorme diferencia? Me temo que nuestro tal¨®n de Aquiles es la escasa cantidad y calidad de la ciencia realizada en las universidades. Pero, ?c¨®mo se encaja esto con algunos datos oficiales? Por ejemplo, se dice que somos la novena potencia cient¨ªfica mundial y las universidades realizan un alto porcentaje de la investigaci¨®n en Espa?a. Para ser sincero, a m¨ª tambi¨¦n me ha sorprendido que fu¨¦ramos peores que algunas universidades de las que nunca hab¨ªa tenido la menor noticia. As¨ª que realic¨¦ una peque?a exploraci¨®n, completamente acient¨ªfica, sobre este asunto. Eleg¨ª dos simples par¨¢metros para cuantificar la producci¨®n cient¨ªfica de una universidad. El n¨²mero de publicaciones de los ¨²ltimos 10 a?os y su impacto, mediante el ¨ªndice h. Este es un conocido par¨¢metro que cuantifica el n¨²mero de citas que reciben los art¨ªculos. Es un indicador del impacto y la calidad de un cient¨ªfico individual, pero tambi¨¦n se puede aplicar a una instituci¨®n completa. A m¨ª personalmente me gusta y lo uso a menudo, pero cuenta con limitaciones y numerosos detractores. En cualquier caso, en este contexto sirve adecuadamente para una cierta comparaci¨®n. He elegido tres universidades que conozco directamente.
Como representante bastante adecuado de las universidades espa?olas en los niveles medios-altos, he elegido la m¨ªa, la Universidad de Murcia. Cuenta con unos 35.000 estudiantes y hemos publicado 7.800 art¨ªculos con un ¨ªndice h de 73 y en el ranking QS estamos en el grupo +600. Me sorprendi¨® encontrar a la Universidad de Creta en Grecia en los puestos 400-450, 200 por delante de nosotros. Con unos 12.000 estudiantes public¨® 9.700 art¨ªculos con un ¨ªndice h de 90. Es decir, est¨¢ por delante porque ha producido m¨¢s y con m¨¢s impacto que nosotros. Finalmente me fij¨¦ en la universidad de Nueva Gales del Sur en Sidney en el puesto 47 del ranking mundial. Tiene unos 14.000 estudiantes, public¨® 34.600 art¨ªculos con un ¨ªndice h de 153. Para no aburrir, no incluyo aqu¨ª una normalizaci¨®n por el n¨²mero de profesores de cada instituci¨®n. Pero pueden imaginar que estas normalizaciones se aplican en la determinaci¨®n de los ranking, lo que puede explicar en parte nuestro hundimiento.
Pero lo importante de estos datos es simplemente constatar que si estamos tan mal colocados en los ranking es por que producimos una densidad de ciencia muy baja y con un impacto peque?o. Mi impresi¨®n personal es que una parte de las plantillas universitarias en Espa?a son productivas, y de hecho una peque?a parte incluso muy productiva, de manera comparable a colegas en universidades de primera, pero desgraciadamente una mayor¨ªa de personal improductivo hunde a nuestras universidades inexorablemente en los ranking.
M¨¢s all¨¢ de unos cuantos datos al azar que ayudan a entender parte de la p¨¦sima situaci¨®n de las universidades espa?olas, la pregunta ser¨ªa si existen soluciones que mejoren el sombr¨ªo panorama. Yo, al menos veo algunas. Empezar¨ªa haciendo lo contrario de lo que parece que se pretende con las agregaciones de universidades del programa Campus de Excelencia. Por cierto, una extra?a denominaci¨®n si se miran las clasificaciones. Segregar¨ªa las secciones y facultades m¨¢s productivas, que son f¨¢cilmente identificables creando universidades m¨¢s peque?as, que empezar¨ªan a escalar puestos en los ranking, primero autom¨¢ticamente por los factores de normalizaci¨®n y despu¨¦s por meros procesos evolutivos. Claro, no s¨®lo bastar¨¢ el troceado, deber¨ªan tambi¨¦n dotarse de una gesti¨®n profesional, contar con escalas retributivas del personal abiertas y competitivas que premiasen el trabajo hecho y que se revisasen peri¨®dicamente al alza o la baja, con contrataciones libres de quien pueda empujar hacia arriba la universidad, etc.... En definitiva, deber¨ªan constituir un ecosistema acad¨¦mico en el que a cada miembro de la universidad le resulte muy importante que su instituci¨®n sea lo mejor posible. Es decir, un sistema en las ant¨ªpodas del que ahora tenemos, donde si aparecemos en los ranking (alguien me dijo que eso ya era un cierto logro teniendo en cuenta que puede haber miles de centros que se llaman universidades en todo el mundo) es por la dedicaci¨®n de una minor¨ªa de profesores universitarios que no podr¨¢n, ni querr¨¢n, mantener el sistema solos indefinidamente por nada a cambio.
Pablo Artal es catedr¨¢tico de ?ptica en la Universidad de Murcia. http://www.topuniversities.com/institution/jagiellonian-university
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