Los espa?oles y las revistas cient¨ªficas... ?Que editen ellos!
Desde hace a?os, la bibliometr¨ªa basada en las citas a las revistas profesionales ha sido muy positiva para estimular la actividad investigadora en Espa?a. Sin embargo, debe resaltarse su car¨¢cter complementario y, tambi¨¦n, los frecuentes errores de su aplicaci¨®n indiscriminada. Es muy habitual, por ejemplo, confundir el valor cient¨ªfico de un art¨ªculo con el de la revista. Igualmente lo es el uso del factor de impacto (FI) entre ¨¢reas con distinto n¨²mero de investigadores activos (a m¨¢s por ¨¢rea, m¨¢s citas), la influencia de las modas cient¨ªficas o las autocitas de algunas publicaciones para aumentar ficticiamente su importancia. Por otra parte, hay manuscritos publicados en revistas de alto copete, como Nature o Science, que no ha citado -ni citar¨¢ nunca- nadie y, a veces, un s¨®lo art¨ªculo ha catapultado el FI de la revista en un a?o determinado (Acta Cristalographica-A ha subido su FI a 54,3 en el 2010/Journal Citation Report, cuando ten¨ªa s¨®lo 2,0 en el 2008/JCR), ejemplos llamativos de lo que puede ser tomar el r¨¢bano por las hojas. Incluso un informe de la Comisi¨®n de Ciencia y Tecnolog¨ªa del Parlamento Brit¨¢nico, publicado el pasado 18 de Julio, ha mostrado su preocupaci¨®n por la mala aplicaci¨®n y los vicios asociados a la utilizaci¨®n del FI en la evaluaci¨®n de la Ciencia.
Los excesos referidos han derivado peligrosamente, adem¨¢s, hacia una aut¨¦ntica obsesi¨®n por las citas entre los cient¨ªficos de todo el mundo, acus¨¢ndose a las revistas con mayor FI de ser promotoras del fraude por estimular la publicaci¨®n de resultados arriesgados (para ello, se ha propuesto el llamado retraction index, que penaliza a las revistas que se ven obligadas a retirar art¨ªculos ya editados, retract¨¢ndose de su contenido; ?New England Journal of Medicine, Nature, Science y Cell est¨¢n a la cabeza de la "lista negra"!). Pero lo m¨¢s grave de esta situaci¨®n aqu¨ª es su efecto delet¨¦reo sobre la actividad editorial espa?ola; me refiero a la imparable invasi¨®n de las multinacionales de la edici¨®n cient¨ªfica y, en consecuencia, a la progresiva desaparici¨®n de nuestras peque?as editoriales privadas (para las grandes, las revistas profesionales no son negocio...?gran error a corregir en nuestro pa¨ªs!). As¨ª, la firma anglo-holandesa Reed-Elservier se ha hecho ya con casi un centenar de revistas m¨¦dicas espa?olas y otras, como la germano-holandesa Wolters Kluwer-Springer, la anglo-americana Wiley-Blackwell, la norteamericana Taylor & Francis o la suiza Karger, van siguiendo sus pasos en todas las ¨¢reas de la Ciencia, adem¨¢s de llevarse la parte del le¨®n de los presupuestos millonarios de nuestras bibliotecas. Sin olvidar los gastos de edici¨®n de manuscritos que han de pagar sus autores a trav¨¦s de proyectos de investigaci¨®n (hoy d¨ªa se cobra ya por conceptos como revisi¨®n por pares, n¨²mero de p¨¢ginas, ilustraciones, acceso abierto, publicaci¨®n r¨¢pida, etc.) costos que siguen creciendo de manera exponencial, superando, en algunos casos, los 5.000 euros/art¨ªculo. En l¨ªneas generales, a mayor FI factura m¨¢s elevada a pagar y todos tan contentos, con tal de que nos publiquen algo en tal o cual revista.
M¨¢s sorprendente a¨²n es el deprimente papel que juegan nuestras numerosas editoriales p¨²blicas. Cien revistas nada menos tiene la Editorial Complutense de Madrid con escasa o nula trascendencia internacional. La Editorial del CSIC no le va a la zaga, mientras que duerme all¨ª el sue?o de los justos la revista fundada por Santiago Ram¨®n y Cajal, una de las pocas espa?olas que adquiri¨® en su d¨ªa gran prestigio internacional. Entre todas ellas, se turnan para hacer el papel de Don Tancredo al paso de los morlacos editoriales extranjeros. Renuncian as¨ª al saludable mercado al que podr¨ªan tener acceso, si acertaran a constituir un consorcio de ventas al exterior para competir con las citadas multinacionales de la edici¨®n cient¨ªfica. Por el contrario, regalan lo que producen mediante ediciones electr¨®nicas en acceso abierto -con la ilusa pretensi¨®n de aumentar as¨ª sus citas? o promocionan los intercambios con revistas de la misma enjundia, para justificar su producci¨®n y engordar mediocres curricula. Est¨¢n adem¨¢s volcadas en las Humanidades y en los temas sociales -en detrimento de los cient¨ªficos?y andan a¨²n muy lejos de acometer la ingrata, pero necesaria, labor de poda y fusi¨®n de sus publicaciones en aras de una mayor calidad de las mismas. No son tampoco ajenas a este marasmo editorial espa?ol las grandes agrupaciones profesionales -como la Sociedad Espa?ola de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular y similares- que parecen incapaces de editar una revista profesional de prestigio y no pasan de hacer folletos de noticias con art¨ªculos de andar por casa. Otras piensan que, por tener el sello de Elservier o Springer en la portada de sus revistas, se les va a dar un cr¨¦dito cient¨ªfico del que carecen, cuando lo ¨²nico que buscan dichas editoriales extranjeras es hacer su negocio en Espa?a.
Como viene ocurriendo con otros sectores de la comunicaci¨®n ante la penetraci¨®n de la industria editorial for¨¢nea -y bien lo ha mostrado Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez Sanz en su obra "Que informen ellos"- parece que todos se han puesto de acuerdo en considerar las revistas cient¨ªficas espa?olas una realidad virtual y, parafraseando al conocido exabrupto unamuniano, gritan a coro ?Que editen ellos!...y paguemos nosotros
*Juan Ar¨¦chaga (juan.arechaga@ehu.es) es Catedr¨¢tico de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y Director de la revista cient¨ªfica espa?ola "The International Journal of Developmental Biology" (www.intjdevbiol.com)
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