?Qu¨¦ base orbital har¨¢ Pek¨ªn?
Los detalles que se conocen de la futura estaci¨®n espacial china, que no ser¨¢ una realidad hasta dentro de una d¨¦cada, si se cumple el calendario de Pek¨ªn rigurosamente, apuntan hacia una base del mismo tipo que la Estaci¨®n Espacial Internacional, pero con una masa de 60 toneladas y un par de laboratorios enganchados a un m¨®dulo central (integran la ISS una decena de m¨®dulos m¨¢s numerosos elementos estructurales, con una masa total de 390 toneladas). Ese m¨®dulo central, de unas 20 toneladas, medir¨¢ 18 metros y tendr¨¢ un di¨¢metro de 3,4 metros, mientras que los laboratorios, con igual masa y di¨¢metro ser¨¢n un poco m¨¢s cortos (14,5 metros). Tambi¨¦n su capacidad ser¨¢ comparativamente reducida, con tres taikonautas frente a los seis astronautas y cosmonautas que deben formar rutinariamente la tripulaci¨®n de la ISS (actualmente hay solo tres por los problemas derivados del cuello de botella del transporte para ir y venir). China ahora realiza ensayos del paso imprescindible de unir artefactos en ¨®rbita (que realizan EEUU y Rusia desde hace d¨¦cadas y la Agencia Europea del Espacio m¨¢s recientemente, pero con gran maestr¨ªa) y planea un veh¨ªculo en que los taikonautas puedan permanecer en ¨®rbita 20 d¨ªas que, para 2015, ser¨ªan ya 40 d¨ªas en el siguiente artefacto previsto.
En resumidas cuentas, parece que la estaci¨®n china, algo similar a la Skylab estadounidense de los a?os setenta, imitar¨¢ a escala lo que ya est¨¢ hecho o se est¨¢ haciendo (no hay que olvidar la estaci¨®n rusa Mir, que funcion¨® en ¨®rbita hasta 2001). Mientras tanto, los socios de la ISS han logrado acordar que seguir¨¢n manteniendo esta base hasta 2020 (la NASA se plante¨® abandonarla en 2015) y a esta altura est¨¢ bastante claro que no se trata de un laboratorio cient¨ªfico ideal, como se pretendi¨® durante muchos a?os. Las caracter¨ªsticas de la base dificultan la realizaci¨®n correcta de muchos experimentos, y otros, por su coste, no merece la pena hacerlos en la estaci¨®n. S¨®lo alguna excepci¨®n puede que tenga ¨¦xito.
Pero los socios de la ISS podr¨ªan plantearse hacer, despu¨¦s de 2020, otra estaci¨®n diferente: un puerto espacial para ensamblar y preparar en ¨®rbita naves de exploraci¨®n y aprovechamiento de bases en otros cuerpos del Sistema Solar, con la Luna, Marte y alg¨²n asteroide como primeros destinos.
Si estos planes llegaran a realizarse, y China cumple lo suyos (como es probable a la vista de su r¨¢pida trayectoria espacial), el gigante asi¨¢tico tendr¨ªa en la pr¨®xima d¨¦cada una estaci¨®n convencional, similar a la ISS actual pero m¨¢s peque?a, y estar¨ªa a la vista una de nueva generaci¨®n, un puerto en ¨®rbita. No hay que descartar que la existencia de una estaci¨®n competidora en ¨®rbita provoque cambios de planes o de calendarios en la otra parte.
A lo mejor China redefine su programa o da pasos tan r¨¢pidos que es capaz de ponerse en primera l¨ªnea con las potencias espaciales hist¨®ricas. La estrategia de Pek¨ªn de compromiso firme con recursos estables dedicados al sector (como la NASA en la ¨¦poca del programa Apolo) supone una ventaja enorme frente a los vaivenes y replanteamientos en el programa espacial tripulado de Estados Unidos en los ¨²ltimos tiempos.
De cualquier modo, China, con su futura estaci¨®n levanta todo un s¨ªmbolo de poder¨ªo en el siglo XXI y alimenta un n¨²cleo de desarrollo tecnol¨®gico muy importante, sin olvidar la importancia estrat¨¦gica del acceso al espacio y las tecnolog¨ªas de doble uso implicadas.
Tambi¨¦n en la ISS, por lo que supuso de alianza pol¨ªtica entre EE UU y Rusia en los inciertos primeros a?os noventa, pesaron mucho las estrategias pol¨ªticas, por no hablar de la carrera a la Luna en plena guerra fr¨ªa.
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