Millones de vidas inexistentes
India y China lideran el grupo de pa¨ªses con mayor n¨²mero de habitantes sin registrar Para los Gobiernos no existen y su vida es una carrera de obst¨¢culos

Cada vez que utiliza su carn¨¦ de identidad, a Zhang Shufang le embarga una profunda tristeza. Porque su falsa existencia oficial se la debe a una tragedia familiar. A pesar de que sus rasgos est¨¢n inequ¨ªvocamente impresos en la fotograf¨ªa del documento, este no le pertenece. Y, aunque se haya apropiado de ¨¦l, Shufang tampoco es su nombre. El suyo es uno de los miles de casos, probablemente millones, de chinos cuyo nacimiento, por diferentes razones, no se registr¨®. Raz¨®n por la cual han sido condenados a vivir en la invisibilidad, a la sombra de una Administraci¨®n que desconoce su existencia. Que los ni?os no sean registrados es com¨²n en China, en India o en Tailandia, con graves repercusiones en su acceso a la salud y la educaci¨®n, en la defensa de sus derechos, en su capacidad de casarse o de votar. El planeta va a cumplir oficialmente a fin de mes los 7.000 millones de habitantes, seg¨²n la ONU, pero la realidad puede haber desbordado ya esa cifra contando a los indocumentados.
Ap¨¢tridas en su propia tierra
La posesi¨®n m¨¢s preciada de Arphae no es ninguna pieza de joyer¨ªa ni gadget tecnol¨®gico alguno. Lo que esta joven de la etnia akha guarda con mayor cuidado en su casa de bamb¨² y madera es el documento nacional de identidad. Aunque este a?o ha alcanzado la mayor¨ªa de edad, solo hace uno que naci¨® a efectos legales. Hasta entonces no exist¨ªa. Su madre dio a luz en la frondosa jungla de Chiang Rai, la provincia m¨¢s septentrional de Tailandia, a decenas de kil¨®metros del centro sanitario m¨¢s cercano, y sus padres nunca se molestaron en notificar su llegada al mundo.
"Es algo habitual entre las minor¨ªas ¨¦tnicas", asegura Moo Chit, directora de la Fundaci¨®n Mirror, la organizaci¨®n que ayud¨® a Arphae a conseguir la nacionalidad tailandesa. "Sin ella es considerada una ap¨¢trida, se restringe su libertad de movimiento, no tiene acceso a ning¨²n tipo de subvenci¨®n sanitaria o de formaci¨®n y tampoco puede casarse o votar". Esto ¨²ltimo lo hizo el pasado 3 de julio. "Vot¨¦ por Shinawatra y es maravilloso poder elegir", dice con una sonrisa. Pero casi 50.000 personas no pueden decir lo mismo, ya que viven indocumentadas. Y no porque todos hayan evitado el registro.
Desde 1992, el C¨®digo Civil de Tailandia no otorga la nacionalidad por nacimiento. As¨ª, miles de hijos de refugiados y de emigrantes birmanos nacen ilegales. El reino asi¨¢tico no los reconoce como tailandeses y Myanmar tampoco se hace cargo. No son de ninguna parte. Entre dos y tres millones de birmanos trabajan de forma irregular en Tailandia. "El caso de Arphae fue duro, pero pudimos probar que su familia es tailandesa y, finalmente, lo ganamos. Pero para los hijos de los birmanos no hay nada que hacer. Ahora, por lo menos, se garantiza su educaci¨®n primaria".
Lo sabe bien Rojana. Naci¨® hace 16 a?os en un peque?o pueblo de la provincia de Chiang Rai. Sus padres son emigrantes birmanos empleados de forma irregular en la construcci¨®n y en el servicio dom¨¦stico. Aunque la madre dio a luz en un hospital y la partida de nacimiento est¨¢ clara, Rojana no pertenece a ninguna parte. Un documento de identidad certifica su existencia y le permite acudir a clase en una escuela que desaf¨ªa las normas y acepta a ni?os que no tienen tanta suerte como ella y que viven indocumentados (por esta raz¨®n, el centro no quiere que se mencione su nombre o localizaci¨®n).
Rojana s¨ª entra en las estad¨ªsticas, pero su libertad de movimiento est¨¢ completamente cercenada. "Solo puedo moverme por el pueblo y por los alrededores. Si salgo, la Polic¨ªa puede detenerme en cualquier momento y hay j¨®venes de las que han abusado. Adem¨¢s, siempre las amenazan con repatriarlas". Pero Natthaphon Singtuan, responsable del programa de ap¨¢tridas de Mirror, asegura que son meras amenazas para conseguir favores sexuales o dinero. "No pueden repatriar a quien no tiene nacionalidad. Myanmar nunca aceptar¨ªa a alguien como Rojana, porque no hay constancia alguna de que sea birmana".
El problema radica en la falta de formaci¨®n. "Hasta que la ley que regula la nacionalidad no cambie, algo que es dif¨ªcil que se d¨¦ por la presi¨®n popular existente para mantener a los birmanos fuera del pa¨ªs, poco se puede hacer. Pero algunos derechos s¨ª que amparan a gente como Rojana y conocerlos es su ¨²nica arma contra los abusos", explica Singtuan.
No todos los ap¨¢tridas tailandeses pertenecen a minor¨ªas ¨¦tnicas o tienen su origen en la antigua Birmania. Hay peque?os grupos procedentes de China y de Bangladesh. "A pesar de haberse asimilado por completo, viven en un mundo paralelo que nadie reconoce y al que el Gobierno da la espalda. Es, sin duda, un problema que puede resultar en futuros roces que amenazan la estabilidad social, porque el n¨²mero de ap¨¢tridas va en aumento y cada vez exigen m¨¢s derechos".
La preferencia por los chicos dej¨® a muchas ni?as en el limbo legal
Shufang ha tenido suerte. Sus padres quer¨ªan un var¨®n. Despu¨¦s de haber alumbrado una hija tres a?os antes, consideraron que merec¨ªa la pena plantar cara a la ley del hijo ¨²nico para buscar un descendiente que diera continuidad al linaje de los Zhang. La naturaleza, sin embargo, les dio otra ni?a.
La madre pens¨® matarla apenas nacida, pero cuando la sostuvo en sus brazos no tuvo valor. "Me lo cont¨® mi abuela cuando cumpl¨ª los 14", recuerda 10 a?os despu¨¦s esta joven, natural de un poblado en la provincia central de Henan. Ahora, tras acabar la universidad, su futuro es prometedor, pero debe todo a la muerte de una prima.
Los padres, como muchos otros, no registraron su nacimiento. "Pensaron que no merec¨ªa la pena pagar la multa y arriesgar el trabajo de mi padre -funcionario- por otra chica. Hab¨ªa familias a las que tambi¨¦n hab¨ªan desahuciado como castigo por tener un segundo hijo, porque las casas son del Gobierno", comenta impasible Zhang. "Se decidieron a criarme hasta que pudiesen venderme como esposa. Muchos otros as¨ª lo han hecho". Pero, entonces, la hija de su t¨ªo paterno muri¨®. "No s¨¦ c¨®mo, solo s¨¦ que le pagaron a mi t¨ªo para que no certificase su fallecimiento". As¨ª, Zhang Ran, que es como la conocen todav¨ªa sus familiares y amigos, se convirti¨® en su prima, Zhang Shufang, dos a?os menor.
Este hecho le permiti¨® acceder a la escuela, aunque fuese m¨¢s tarde de lo que requer¨ªa su edad, y a los pocos servicios sociales que ofrece China. Pero, sobre todo, le ha permitido escapar del pueblo y encontrar un trabajo respetable en una subsidiaria de China Telecom. "Otras han desaparecido. Las han vendido como esposas", cuenta.
A efectos legales no existen y en los pueblos las preguntas inc¨®modas siempre se pueden responder con un fajo de billetes. "Alguna familia ha decidido comprar la identidad de alguna muerta si la hija es muy guapa o inteligente, pero es casi tan caro como pagar la multa".
"No merec¨ªa la pena pagar la multa y arriesgar el empleo", explica una mujer
L¨®gicamente, no existen estad¨ªsticas sobre cu¨¢ntas personas viven sin identidad propia. Pek¨ªn no habla de ello. Y las estimaciones sobre su n¨²mero var¨ªan enormemente: los m¨¢s optimistas hablan de decenas de miles, otros apuntan a millones. "Afortunadamente, la situaci¨®n est¨¢ cambiando", asegura Xu Anqi, soci¨®logo de la Universidad de Fudan, en Shangh¨¢i. "Aunque prevalece todav¨ªa la preferencia de un descendiente var¨®n, cada vez son m¨¢s las familias que ven con buenos ojos una hija. Sobre todo en las zonas rurales, de donde muchas j¨®venes parten hacia la ciudad en busca de alg¨²n puesto de trabajo en f¨¢bricas de todos los sectores. Los industriales prefieren mujeres para trabajos en l¨ªneas de montaje, porque son m¨¢s eficientes y d¨²ctiles, y por esa raz¨®n, tambi¨¦n, suelen enviar m¨¢s dinero a casa", explica Xu.
Entre la poblaci¨®n joven que ha accedido a un nuevo estilo de vida, m¨¢s cercano al occidental, cada vez es m¨¢s frecuente casarse tarde y tener hijos hacia el final de la veintena o a principios de la treintena. "Y muchos no querr¨ªan tener m¨¢s de uno aunque se lo permitiera la ley. En estos casos se prefiere una hija por un factor nuevo: el hijo, para que consiga con quien casarse, necesitar¨¢ estar en posesi¨®n de una vivienda, generalmente pagada por los padres, un lastre que ellas no comparten", analiza el soci¨®logo.
Los expertos creen que la poblaci¨®n real de India ya supera a China
Por ¨²ltimo, "quienes deciden tener m¨¢s de un hijo en la ciudad pueden, y est¨¢n dispuestos a pagar la multa que ello conlleva". En el mundo globalizado pocos quieren que sus hijos vivan en el mundo paralelo de los indocumentados. "Sucede todav¨ªa en el campo, pero el aumento de la productividad de las t¨¦cnicas agr¨ªcolas y la consiguiente reducci¨®n de la necesidad de mano de obra, terminar¨¢ acabando con este hecho", concluye el especialista de la Universidad de Fudan.
La situaci¨®n en China tiene poco que ver con la vecina India, donde el desarrollo econ¨®mico todav¨ªa solo alcanza a una peque?a ¨¦lite y quienes nacen en la sombra son legi¨®n. Y no parece que ninguno de los censos que han llevado a cabo ambos gigantes este a?o haya servido para sacarlos a la luz. "Es imposible controlar a toda la poblaci¨®n. Fuera de los hospitales nacen ni?os continuamente y muy pocos se toman la molestia de inscribirlos", asegura Dipak Biswas, director de la ONG india PBKOJP, que en Calcuta forma a 60 ni?os en improvisadas guarder¨ªas situadas en las barriadas m¨¢s desfavorecidas. "Solo siete tienen partida de nacimiento".
El desarrollo est¨¢ cambiando la mentalidad de las familias
Biswas apunta a controvertidos informes realizados por otras organizaciones, en los que se afirma que hasta el 70% de los nacimientos de regiones como Rajast¨¢n no son registrados, para afirmar que "India ya ha superado a China en poblaci¨®n". Seg¨²n cifras oficiales, en los ¨²ltimos 10 a?os el elefante asi¨¢tico ha sumado 150 millones de habitantes, una cifra que palidece frente a los 800 millones que ha ganado desde la independencia, en 1947. "Si tuvi¨¦semos en cuenta a todos los que no cuentan para el Gobierno, creo que estar¨ªamos rozando ahora mismo los 1.500 millones. Pero nadie lo sabe".
Los padres de Rajira, una ni?a de seis a?os que est¨¢ aprendiendo a leer en la guarder¨ªa de PBKOJP, reconocen que ninguno de sus seis reto?os es conocido en ninguna oficina de la Administraci¨®n. "Vivimos aqu¨ª de forma ilegal, no nos fiamos del Gobierno y registrarlos solo nos traer¨ªa problemas", asegura el padre mientras repara el tabl¨®n que trata de impedir, con poco ¨¦xito, que las lluvias del monz¨®n aneguen la chabola en la que vive esta familia de emigrantes rurales procedentes de Gujarat. "All¨ª los pobres tampoco suelen registrar a los hijos. ?Para qu¨¦? Del Gobierno no van a recibir nada", dice Biswas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.