"Nos han devuelto la vida"
Un camarero cuenta su calvario como fumador pasivo
Rub¨¦n -nombre supuesto- lleva tres d¨¦cadas trabajando como empleado en un bingo de renombre de Madrid. Casi 30 a?os inhalando el humo de cientos de personas fumando sin parar ante los cartones de juego. Todos los d¨ªas, desde las cinco de la tarde hasta la madrugada.
Ahora narra sus dolencias respiratorias con voz ronca e interrumpe el relato en varias ocasiones para toser. "La ley antitabaco nos ha devuelto la vida", dice refiri¨¦ndose a s¨ª mismo y a los compa?eros que han sufrido lo mismo que ¨¦l o mucho m¨¢s: "El gerente muri¨® de c¨¢ncer de pulm¨®n y otros dos empleados de la recepci¨®n padecieron la misma enfermedad".
Las bajas en la empresa, a?ade, casi siempre han estado relacionadas con los efectos del humo: afon¨ªa, bronquitis, irritaci¨®n ocular, laringitis, incluso asma. "Yo he sido v¨ªctima de todas estas dolencias. Los m¨¦dicos me dec¨ªan al verme: claro, es usted fumador. Yo les contestaba: no he probado un cigarrillo en mi vida. Nunca me creyeron".
Desde que entr¨® en vigor la ley antitabaco el 2 de enero del pasado a?o, Rub¨¦n y sus compa?eros han reconducido su salud y trabajan de mejor humor. "Ya no olemos mal, ni nos pican los ojos, ni visitamos al m¨¦dico tanto como antes".
Cambio a peor
Sin embargo, notan que algo est¨¢ cambiando a peor. Los bingos acusaron, al igual que el resto de establecimientos hosteleros, una ligera baja de clientes en los dos meses siguientes a la aprobaci¨®n de la ley. Despu¨¦s comenz¨® la recuperaci¨®n, pero a ritmo menor que en bares y restaurantes. Entre otras razones, porque un bingo no puede instalar terrazas y no es un tipo de p¨²blico que est¨¦ continuamente entrando y saliendo a fumar. "Nuestra clientela tiene una cierta edad. Les molesta levantarse". Y el gusanillo del juego tira. El componente lud¨®pata, sea en el grado que sea, mantiene al cliente pegado al tablero.
El descenso de p¨²blico atribuible a la crisis tratan de paliarlo en este sector creando clubs de fumadores en algunas salas del interior y permitiendo fumar en la entrada, junto a las m¨¢quinas B3, donde se juega introduciendo monedas. Los clientes se desplazan y van desde las habitaciones de fumadores hasta las m¨¢quinas cigarrillo en mano. "Empezamos a notar de nuevo la humareda, y nos preocupa porque creo que no soportar¨ªamos volver al infierno del humo. Hemos denunciado estas pr¨¢cticas ante asociaciones de consumidores. Veremos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.