Etiqueta 'verde': ecologismo a medida
Los fabricantes y distribuidores emplean una multitud de sellos que confunden al consumidor Los minoristas se quejan de que la conciencia medioambiental no es econ¨®micamente viable
Aunque a¨²n es costosa y dif¨ªcil de conseguir, la ropa ecol¨®gica es cada vez m¨¢s demandada. El informe Socialwear 2006 que publica la revista t¨¦cnica de Fr¨¢ncfort Textilwirtschaft refleja que una tercera parte de los clientes encuestados se informa al comprar una prenda de si se trata de ropa ¨¦tica e incluye la sostenibilidad en sus decisiones de compra. Esta toma de conciencia se traduce tambi¨¦n en datos econ¨®micos. Seg¨²n un estudio elaborado por la compa?¨ªa alemana de investigaci¨®n de mercado Zukunftsinstitut, se calcula que dentro del comercio minorista las ventas de prendas elaboradas con algod¨®n org¨¢nico generan 2.500 millones de d¨®lares anuales (1.954 millones de euros). Pero, ?qu¨¦ garantiza que un textil sea verde?
La ropa ecol¨®gica cumple con unos requisitos b¨¢sicos como que est¨¦ manufacturada a partir de materias primas que se han cultivado con agricultura ecol¨®gica (lino, algod¨®n o fibras vegetales). Estas prendas deben tratarse adem¨¢s con tintes org¨¢nicos o naturales, no de producci¨®n qu¨ªmica o sint¨¦tica, siguiendo las especificaciones de los agentes certificadores oficiales.
Las ecoetiquetas son una garant¨ªa de que estos textiles se han producido de manera respetuosa con el medioambiente. El problema es que no existe una sola. Se establecen normalmente seg¨²n la zona geogr¨¢fica de intervenci¨®n, de manera que cada pa¨ªs reconoce las suyas. La europea (representada por el logotipo de una flor coronada por las estrellas de la Uni¨®n) lleg¨® cuando otras estaban ya asentadas ocupando el vac¨ªo normativo como el cisne blanco (sueco) o el ¨¢ngel azul (alem¨¢n). A las certificaciones territoriales se suman las de entidades privadas como Aitex o Aenor que aplican sus propios est¨¢ndares de exigencia.
Esta multitud de etiquetas pueden provocar el desconcierto de los consumidores, que no encuentran una regulaci¨®n en los mecanismos de control. Las encuestas reflejan que los ciudadanos de la UE est¨¢n divididos en cuanto a su confianza en lo ecol¨®gico de estas prendas. Seg¨²n los datos que maneja el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, el 49% se f¨ªa de la composici¨®n y el tratamiento textil de la ropa ecol¨®gica, mientras que el 48% se mantiene esc¨¦ptico.
Potocnik recomienda a las empresas que escojan etiquetas solventes para mantener la confianza del consumidor y, en su opini¨®n, la ecoetiqueta europea est¨¢ "por encima del resto" en independencia y rigurosidad de sus criterios ambientales.
Esta certificaci¨®n, de car¨¢cter voluntario, eval¨²a est¨¢ndares ambientales consultados con los organismos competentes de los Estados miembros, ONG ecologistas, asociaciones de consumidores y la industria. Se dividen en tres categor¨ªas (fibras textiles, procesos y productos qu¨ªmicos, e idoneidad de uso) regidas por las directrices de la Comisi¨®n Europea.
Las marcas han visto un fil¨®n en esta tendencia y cadenas como H&M o Zara presentan colecciones respetuosas con el medioambiente cada a?o
La normativa, que incluye una larga lista de qu¨ªmicos prohibidos y pruebas para evaluar la vida ¨²til del producto y porcentajes m¨ªnimos de fibras naturales en la ropa, tiene detractores.
"No trabajo con la ecoetiqueta europea porque para m¨ª es puro greenwashing [un barniz ecol¨®gico]. Los controles no me resultan fiables y los est¨¢ndares que propone no tienen por qu¨¦ ser ecol¨®gicos necesariamente", considera Mar¨ªa Almaz¨¢n, dise?adora pontevedresa y propietaria de Alternativa Textil, una pyme de ropa respetuosa con el medioambiente. "Seg¨²n est¨¢ planteado el reglamento, una tela convencional, incluso un poli¨¦ster, podr¨ªa llevar ecoetiqueta si la f¨¢brica de te?ido tiene una depuradora", protesta. "Las certificaciones territoriales son una soluci¨®n para las marcas que quieren hacerse publicidad verde. Los que apostamos verdaderamente por el ecologismo escogemos otras m¨¢s potentes", a?ade Almaz¨¢n.
GOTS (Global Organic Textile Standard) es uno de los primeros sellos que le viene a la mente cuando habla de subir el nivel de exigencia. Joaqu¨ªn Pece, fundador de Mandacar¨² -una empresa que fabrica camisetas ecol¨®gicas con algod¨®n org¨¢nico- explica d¨®nde est¨¢ la diferencia y cita un ejemplo: "Una empresa puede luchar por demostrar que sus tintes no son nocivos para la salud con un certificado Oeko Tex [la normativa con la que funcionan entidades como Aitex], pero nosotros queremos que adem¨¢s sean biodegradables y libres de sustancias contaminantes para el medioambiente. Ah¨ª solo llegan los sellos m¨¢s estrictos".
Los minoristas tambi¨¦n se quejan de los costes que supone acreditarse como marca verde. "El sello de compostabilidad puede rondar los 6.000 euros por un periodo limitado y a eso hay que sumarle el gasto a?adido de las auditor¨ªas anuales. El precio es inasumible para una micropyme emprendedora que ya tiene que hacer frente al elevado coste del propio producto sin disparar los precios en el mercado", denuncia Maite Cant¨®n, de Good for Environment, una empresa que produce impermeables de patata entre Gij¨®n y Ourense. Sus chubasqueros se pueden plantar para que germinen cuando est¨¦n inutilizables.
Las ecoetiquetas son una garant¨ªa de que estos textiles se han producido de manera respetuosa con el medioambiente. El problema es que no existe una sola
Rebeca Garc¨ªa, una de las socias de la marca ecol¨®gica Boo Noi, ha encontrado un parche para capear la crisis y mantener su filosof¨ªa: trabajar con fabricantes y proveedores que certifican sus productos en origen con sellos como GOTS o DEMETER. "Intentamos implantar una ¨²nica ecoetiqueta en nuestra empresa, pero lo desechamos enseguida. Renunciamos por el coste, pero tambi¨¦n porque es dif¨ªcil encontrar un mismo sello que se adapte a art¨ªculos de distintas procedencias y materiales", cuenta. "A veces hacemos excepciones. Hay art¨ªculos que nos interesan, como los bolsos reciclados y confecciones exclusivas, que no poseen certificado porque se cosen en empresas familiares. En estos casos, el consumidor tiene que confiar en que provienen de comercio justo y que se realizan con materiales reciclados. No tenemos otra garant¨ªa", precisa.
Garc¨ªa apela a la cultura ecol¨®gica de sus clientes, mientras que los activistas m¨¢s duros insisten en que consumir algunos productos que se venden como verdes puede ocasionar una mayor emisi¨®n de carbono a la atm¨®sfera que reducir los h¨¢bitos de compra. "La suposici¨®n de que comprar algo, sea verde o no, es la manera de resolver el problema es un absoluto error", sostiene el autor ambientalista y agricultor org¨¢nico Michael Ableman en su libro From the Good Earth: A Celebration of Growing Food Around the World (Desde la buena Tierra: una celebraci¨®n del cultivo de alimentos en el mundo). Los m¨¢s radicales llaman "econarcisistas" a aquellos consumidores que abandonan las s¨¢banas de fibra de lino cada ma?ana para ponerse unos pantalones vaqueros de algod¨®n org¨¢nico (cuyo precio ronda los 80 euros).
Las marcas han visto un fil¨®n en esta tendencia y cadenas como H&M o Zara presentan colecciones respetuosas con el medioambiente cada a?o. La multinacional de Amancio Ortega cuenta con una colecci¨®n espec¨ªfica de algod¨®n org¨¢nico que se empez¨® a comercializar en 2006. Desde entonces, Inditex ha vendido m¨¢s de 15 millones de prendas con esta materia prima, seg¨²n los datos facilitados por la compa?¨ªa. El grupo tambi¨¦n fabrica calzados sin PVC y la mayor¨ªa de las bolsas que entregan son de papel PEFC, como se recoge en el apartado de Pol¨ªtica Medioambiental que se encuentra en su p¨¢gina web. Sobre la certificaci¨®n ecol¨®gica, Inditex solo especifica que esta ropa lleva "una etiqueta distintiva", pero no concreta si se somete a los controles de alguno de los sellos oficiales mencionados en este reportaje.
En H&M aclaran que su l¨ªnea verde Conscious Collection no lleva la ecoetiqueta europea. Solo la utilizan en las prendas b¨¢sicas para beb¨¦. La compa?¨ªa se limita a demostrar las virtudes medioambientales del resto de las prendas de algod¨®n org¨¢nico, tencel y poli¨¦ster reciclado garantizando su trazabilidad: todos los materiales ecol¨®gicos est¨¢n certificados por un organismo externo, explican fuentes del departamento de responsabilidad corporativa.
Miguel Elipe, de Natura, reconoce que ni siquiera las marcas m¨¢s populares pueden aplicar la normativa ecol¨®gica a todos sus productos textiles: "Nos gustar¨ªa poder decir que todas nuestras prendas son ecol¨®gicas pero hoy por hoy no podemos hacerlo". "En cada temporada intentamos incorporar l¨ªneas de ropa que est¨¦n certificadas con GOTS pero estamos muy en contra de c¨®mo funciona esto. Es costoso y falta una normalizaci¨®n mundial", a?ade Elipe.
Mar¨ªa Jos¨¦ Castro, antigua vocal de Consumo Responsable de la Asociaci¨®n para la defensa ecol¨®gica de Galicia, ADEGA, alerta de las consecuencias que puede acarrear esta falta de consenso: "Existe una normativa europea para el control de t¨®xicos, pero la industria es r¨¢pida y solo se logra analizar el 4% de los 100.000 qu¨ªmicos con los que convivimos a diario. Fuera de nuestras fronteras hay pa¨ªses menos exigentes. Las empresas importan art¨ªculos o materiales de all¨ª y esos t¨®xicos llegan al mercado espa?ol".
"Los ciudadanos son cada vez m¨¢s esc¨¦pticos"
Janez Potocnik (Eslovenia, 1958), comisario europeo de Medio Ambiente, cree que una de las cosas que impulsa a los consumidores a comprar un producto es que este sea respetuoso con el medio ambiente, con el aire, con el agua, con los m¨¦todos de producci¨®n y la calidad del producto. Y cada vez m¨¢s. Sin embargo, opina que los ciudadanos est¨¢n confundidos por la cantidad de ecoetiquetas y acreditaciones que han surgido en la UE. Algo que, a la larga, genera desconfianza.
Pregunta. ?C¨®mo funciona la ecoetiqueta europea?
Respuesta. La etiqueta ecol¨®gica europea es un elemento voluntario y parte de la estrategia de la UE para impulsar el mercado de productos ecol¨®gicos. Se cre¨® en 1992 para animar a las empresas a comercializar productos y servicios m¨¢s respetuosos con el entorno y romper el v¨ªnculo entre las presiones medioambientales y el crecimiento econ¨®mico. Sirve para ayudar a mostrar esas cualidades al cliente. Una vez certificados, los productos y servicios se se?alan con el logotipo de la flor para que los consumidores puedan identificarlos. Aunque el logo es simple, los criterios ambientales tras ¨¦l son duros y est¨¢n certificados por un an¨¢lisis independiente.
P. ?Cu¨¢ntas empresas tienen la acreditaci¨®n?
R. A finales de 2010, se hab¨ªan otorgado m¨¢s de 1.150 licencias de etiqueta ecol¨®gica; 70 de ellas a empresas espa?olas. Esta acreditaci¨®n abarca una amplia gama de art¨ªculos y servicios: productos de limpieza, electrodom¨¦sticos, de papel, textiles, productos para el hogar, el jard¨ªn, lubricantes... Tambi¨¦n incluye servicios como el alojamiento tur¨ªstico.
P. ?Por qu¨¦ las empresas reclaman el distintivo?
R. M¨¢s de 8 de cada 10 europeos creen que el impacto de un producto sobre el entorno es importante a la hora de comprar. Y cuando ven el logotipo de la flor saben que ese elemento respeta el medio ambiente, seg¨²n los est¨¢ndares de la UE.
P. Pero existen muchas acreditaciones.
R. Cuatro de cada cinco consumidores desean comprar productos ecol¨®gicos, pero solo si est¨¢n certificados por una organizaci¨®n independiente. Pero cada vez est¨¢n m¨¢s desconcertados -y esc¨¦pticos- sobre el gran n¨²mero de alegaciones que los fabricantes hacen de que sus productos son ecol¨®gicos. Est¨¢n confundidos por los distintos s¨ªmbolos y certificados -regionales, nacionales, privados- que se usan. Por eso, las empresas deben elegir muy bien las etiquetas que emplean, porque son sus credenciales.
P. ?Cu¨¢l es la diferencia entre la ecoetiqueta de la UE y el resto?
R. La independencia y la rigurosidad de los criterios utilizados. La nuestra solo se concede a productos y servicios que satisfagan unos est¨¢ndares muy estrictos, establecidos tras estudios cient¨ªficos, consultas a organismos competentes de los Estados miembros, representantes de las ONG ecologistas, asociaciones de consumidores, la industria, los sindicatos y representantes de las empresas.
P. ?Puede una compa?¨ªa decir que un producto es ecol¨®gico si no tiene el logo de la flor?
R. Si, pero la responsabilidad de elegir c¨®mo demostrar esa condici¨®n de una manera comprensible e identificable para el consumidor recae entonces en la empresa. Y eso puede conducir a considerables costes en marketing. La ventaja de la etiqueta de la etiqueta ecol¨®gica est¨¢ en que la UE asume la responsabilidad de informar a los consumidores de su legitimidad y ventajas.
P. Los cr¨ªticos sostienen que las etiquetas privadas son, en realidad, una estrategia de marketing.
R. Si las privadas se otorgan sin los an¨¢lisis adecuados o con requerimientos m¨¢s laxos, entonces podr¨ªan interpretarse como una manera de potenciar las ventas bajo falsas pretensiones. Y eso a la larga provoca la p¨¦rdida de confianza del consumidor.
P. La ecoetiqueta no es gratis. Las compa?¨ªas pagan por tenerla. ?A qu¨¦ se dedica lo recaudado?
R. Va a las autoridades nacionales que ayudan a desarrollar el sistema de la etiqueta ecol¨®gica europea.
P. ?Que sea un distintivo de pago no perjudica a las empresas peque?as?
R. Las tasas son bajas para alentar a las compa?¨ªas peque?as y a las empresas de los pa¨ªses en desarrollo -es para todas las que venden en el mercado de la UE- a utilizarla. Adem¨¢s, existen reducciones a las que estas empresas se pueden acoger.
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