Ilimitada responsabilidad de los hogares
Espa?a es uno de los pa¨ªses donde la morosidad es m¨¢s heterog¨¦nea
El deterioro del ciclo econ¨®mico y su traslaci¨®n a los agentes econ¨®micos, v¨ªa menores ingresos en las empresas y menores rentas en las familias, tiene una consecuencia directa en el incremento de la morosidad tanto comercial como bancaria. Sin embargo, el an¨¢lisis en detalle de su evoluci¨®n pone de manifiesto el desigual comportamiento, fundamentalmente en t¨¦rminos de su descomposici¨®n por tipolog¨ªa de cr¨¦dito.
Salvo en pa¨ªses que han atravesado situaciones de enorme estr¨¦s ¡ªHungr¨ªa, Grecia¡ª, la tasa de morosidad total se ha comportado de forma similar, pero no as¨ª su composici¨®n, siendo Espa?a uno de los pa¨ªses donde mayor heterogeneidad existe. Actualmente conviven tasas de morosidad cercanas al 20% en el sector promotor con tasas inferiores al 3% en hipotecas de familias. De hecho, si a la morosidad promotora a?adi¨¦ramos los activos procedentes del sector inmobiliario que se han adjudicado las entidades financieras, la tasa se situar¨ªa claramente por encima del 30%.
Las cifras son aplastantes. Si consideramos tambi¨¦n los activos adjudicados, el 73% de la morosidad de nuestro pa¨ªs procede del sector promotor y constructor, mientras que estos sectores representan un 23% del cr¨¦dito total. Estas cifras contrastan con la morosidad hipotecaria de los hogares, que tan solo representa un 8% de los activos da?ados, siendo los cr¨¦ditos hipotecarios un 35% del total. Entre los factores que permiten explicar este desigual comportamiento conviene analizar aspectos tanto jur¨ªdicos como socioecon¨®micos o financieros.
De hecho, uno de los elementos m¨¢s relevantes que justifica la reducida morosidad hipotecaria es la existencia de responsabilidad ilimitada del prestatario. Como consecuencia de ello, adem¨¢s de la garant¨ªa real, todos sus bienes personales respaldan el cr¨¦dito, lo que sin duda condiciona el comportamiento de los hogares. Junto a ello, las caracter¨ªsticas financieras de estos pr¨¦stamos ¡ªtipo variable, plazos de amortizaci¨®n largos, reducido pr¨¦stamo sobre valor de tasaci¨®n¡ª han permitido a las entidades llevar a cabo reestructuraciones en aquellos casos en los que ha sido necesario, y as¨ª facilitar el pago al prestatario.
Resulta adem¨¢s llamativa la distribuci¨®n de la deuda hipotecaria entre las familias espa?olas. Es de todos conocido el enorme peso que representa la vivienda como activo de ahorro, hasta suponer el 89% del total de la riqueza de los hogares, frente al 65% en Estados Unidos. Sin embargo, solo un 35% de los hogares tiene pr¨¦stamo hipotecario frente a m¨¢s del 50% en EE UU.
Partiendo de esta situaci¨®n, es necesario analizar el impacto que puede tener en la morosidad la evoluci¨®n del precio de los inmuebles y el comportamiento de las rentas familiares. Y es en este punto donde emergen importantes diferencias con otros pa¨ªses. En el caso espa?ol, el deterioro en el valor de los activos no es previsible que se traduzca en un incremento de la morosidad, b¨¢sicamente porque la extracci¨®n de renta del pr¨¦stamo hipotecario no es una pr¨¢ctica habitual, como pueda ocurrir en EE UU. Lo que s¨ª resulta relevante sin embargo es la evoluci¨®n de la renta. As¨ª, el pago de la deuda hipotecaria de los hogares absorbe de media un 19% de las rentas obtenidas; pero existe una enorme dispersi¨®n, ya que en los hogares de menor renta y m¨¢s endeudados ese porcentaje llega a superar el 66%.
En definitiva, la situaci¨®n actual de la morosidad en Espa?a muestra un elevado sesgo hacia activos del sector inmobiliario. El favorable comportamiento relativo que ha mostrado en los ¨²ltimos a?os la morosidad de los hogares responde a m¨²ltiples factores, pero su evoluci¨®n futura va a estar enormemente condicionada por la recuperaci¨®n del ciclo econ¨®mico.
Alfonso Garc¨ªa Mora es socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI)
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