Cuando la selva ataca

A Jos¨¦ Pepe ?lvarez, natural de Le¨®n (Espa?a), de profesi¨®n bi¨®logo, con 29 a?os viviendo en la Amazonia, los recuerdos lo remueven pero no lo asustan ni lo desaniman. All¨¢ por el 2006, mientras participaba de una expedici¨®n a la Zona Reservada Sierra del Divisor (¨¢rea protegida ubicada en las regiones nororientales peruanas de Loreto y Ucayali), un insecto, casi invisible, le pic¨® y le dej¨® en el cuerpo un microorganismo que le cambiar¨ªa la vida.

La titira o manta blanca, una suerte de peque?o zancudo, le transmiti¨® la leishmania, el protozoario que produce la leishmaniasis, una enfermedad que provoca unas dolorosas llagas. Junto a ?lvarez, tres expedicionarios m¨¢s, de un grupo de unos 30, tambi¨¦n fueron tocados por el insecto. De los cuatro infectados, dos eran espa?oles y dos lime?os. Ning¨²n viajero oriundo de la selva peruana sucumbi¨® al bicho.

Los bichos ¡°te buscan" y a las serpientes te las encuentras, dice un expertoLos bichos ¡°te buscan, te persiguen" y las serpientes te las encuentras, dice un expertoos bichos ¡°te buscan, te persiguen", y otras especies "las encuentras", dice un expertooL[if gte mso 9]> Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4

Para Pepe comenzar¨ªan unos meses dif¨ªciles, sumergidos en tortuoso tratamiento a base de antimonio.¡°Me pusieron primero 25 ampollas, luego 30 y finalmente 60, pero no me curaba¡±, narra. Finalmente, ya con dos notorias llagas debajo de la pantorrilla izquierda, recurri¨® a unos amigos en Estados Unidos, que le enviaron un medicamento m¨¢s eficaz. San¨®, pero en el ¨ªnterin tambi¨¦n recibi¨® la visita del virus del dengue y del protozoario que causa la malaria.

Los riesgos invisibles

La historia de Pepe es, en cierto modo, extrema, pero no inusual. Y sirve para registrar una demostrable verdad amaz¨®nica: contrariamente a cierta mitolog¨ªa circulante, los mayores riesgos cuando se viaja por esta magna selva tropical no son ni los feroces jaguares ni los hambrientos caimanes. Son los insectos y otros animales poco visibles (algunos peces y ofidios, por ejemplo), que est¨¢n all¨ª y no saldr¨ªan en la postal del recuerdo.

Como dice Ernesto R¨¢ez, otro bi¨®logo que conoce bien la selva y que tiene un historial de experiencias poco gratas, la diferencia esencial es que los bichos ¡°te persiguen, te buscan, mientras que con las serpientes y otras especies te encuentras¡±. Para mala suerte humana, por a?adidura, los insectos son el contingente de mayor biodiversidad en la Amazonia (hasta hoy es imposible calcular el n¨²mero de especies) y est¨¢n por todas partes.

Los insectos son el contingente de mayor biodiversidad en la Amazonia

Son inocentes, por supuesto, pero no carecen de prop¨®sitos. Buscan en los mam¨ªferos -el hombre incluido- y otras especies la sangre vital que los alimenta. Seg¨²n el doctor Alfredo Llanos, del Instituto de Enfermedades Tropicales de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, ¡°alertan a los macr¨®fagos [c¨¦lulas de defensa del homo sapiens] y desatan una suerte de lucha que causa estas afecciones¡±. Trastocan la tranquilidad del sistema inmunitario humano.

Los insectos, adem¨¢s, juegan de pared con otras especies y ofician de vectores. La dichosa manta blanca (Lutzomyia), por ejemplo, no alberga propiamente al Leishmania. Lo toma de la piel de zarig¨¹eyas o perezosos, que act¨²an como reservorio y no presentan s¨ªntomas del mal, y de ah¨ª lo lleva al organismo humano, que s¨ª sufre sus estragos. El zancudo de marras sale, por lo general, en las tardes y prefiere climas tropicales algo frescos, que no sean muy muy c¨¢lidos.

Otros bichos

Pero si el insecto que trasmite la leishmaniasis es temido (la uta, en casos extremos, puede causar la muerte) en la Amazonia, hay otros bichos, menos peligrosos aunque no menos problem¨¢ticos, y que siempre, o casi siempre, son poco perceptibles. Uno de ellos es la izula o isula (Paraponera clavata), considerada la hormiga m¨¢s grande del mundo, que vive en troncos, ra¨ªces y, a veces, puede estar merodeando en la madera de algunas casas selv¨¢ticas.

La picadura de la hormiga isula es neurot¨®xica y produce escalofr¨ªos y taquicardias

A Jorge Ch¨¢vez, ingeniero forestal de vasta experiencia en lides amaz¨®nicas, le pic¨® una hace unos 15 a?os, en la zona de Pucallpa (selva central del Per¨²) y entonces pudo experimentar lo que popularmente se califica como ¡°el dolor no mortal m¨¢s intenso que hay¡±. Sinti¨® una extra?a presencia en la espalda, alz¨® su mano derecha para zafarla y era ella: la isula. En las siguientes cuatro horas al menos, la extremidad se le hinch¨®, se le puso roja, se le torn¨® in¨²til.

¡°No pude hacer mi trabajo de campo, que consist¨ªa en subir a unos ¨¢rboles, y me dol¨ªa mucho la cabeza¡±, cuenta Ch¨¢vez. No era para menos, la picadura de este himen¨®ptero, que llega a medir hasta tres cent¨ªmetros, es neurot¨®xica y puede producir tambi¨¦n escalofr¨ªos, taquicardias y hasta fuertes reacciones al¨¦rgicas. De all¨ª que tambi¨¦n se le llame ¡°hormiga bala¡±, debido al dolor intenso que produce cuando ataca.

Otra amenaza circulante es el isango, un tipo de ¨¢caro que se aloja en el cuerpo y produce fuerte picaz¨®n. Y existe tambi¨¦n el tornillo, un gusano que puede penetrar en la piel y dejar all¨ª la larva de una mosca azulada. En una ocasi¨®n, R¨¢ez lo descubri¨® en carne propia, cuando tras un viaje a la selva vio que ten¨ªa en la cabeza una heridita que se extend¨ªa. Intrigado, fue al m¨¦dico, quien le extrajo la larva y la deposit¨®, casi feliz, en un peque?o frasco.

Cuidado con el agua

As¨ª, en la Amazonia, uno puede ser carne de ca?¨®n de insectos varios, hogar de larvas que luego se convierten en pupas (de las cuales saldr¨¢ una mosca a la que, de alguna manera, uno ha apadrinado), blanco m¨®vil de hormigas agresivas. Pero en el ecosistema acu¨¢tico tambi¨¦n acechan algunas especies poco generosas. Una de ellas es la vandellia cirrhosa, un peque?o pez siluriforme, de la familia de los bagres, llamado canero en Per¨² y candir¨² en Brasil.

Un peque?o pez se introduce por orificios del cuerpo como la vagina, el pene o el ano

Como los insectos, para alimentarse este pez requiere de sangre y la busca en los orificios de otras especies, incluido el hombre. El ano, la vagina y el pene pueden ser sus objetivos y, una vez dentro de ellos, extiende una suerte de espinas y succiona su alimento vital. En ocasiones, extraer el pez del ¨®rgano requerir una dolorosa cirug¨ªa, tal como le ocurri¨® en Brasil a Silvio Barbosa, a quien le tuvieron que extraer del pene un candir¨² de 15 cent¨ªmetros. El caso fue presentado en 2006 por el Discovery Channel.

Los nativos y los pobladores ribere?os de la Amazonia (colonos mestizos asentados en la regi¨®n) recomiendan meterse en el agua con doble ropa de ba?o, si se sabe que el siluriforme anda por ah¨ª. Sin embargo, si uno tiene el infortunio de encontrarse con una anguila el¨¦ctrica (Electrophorus electricus) esa prevenci¨®n no sirve de mucho. Se trata de un pez gimn¨®tido, que llega a medir hasta dos metros y que puede producir descargas de hasta 600 voltios.

Lo hace a trav¨¦s de unas c¨¦lulas denominadas electrocitos, que tienen forma de disco, y que usan para cazar a sus presas (otros peces, por lo general) y para comunicarse entre ellos. Los accidentes con humanos son raros, pero existen.

?Y las pira?as son tan feroces como se predica? Son peces omn¨ªvoros, que tambi¨¦n comen frutos y semillas, pero los casos de ataques a humanos son escasos. Se corre riesgo si tiene una herida y brota sangre en el agua, porque eso las atrae. Pero, en rigor, m¨¢s peligroso es consumir peces contaminados con mercurio, un riesgo que, por ejemplo, es latente en la selva sur del Per¨², debido a los extractores informales de oro que usan ese metal pesado.

Serpientes en la ruta

Por supuesto, uno de los riesgos m¨¢s cl¨¢sicos de la Amazonia son las serpientes, tanto las venenosas (loro machaco, jerg¨®n) como las no venenosas (boa, anaconda). Como se?ala R¨¢ez, ¡°con ellas te encuentras¡±. A diferencia de los insectos, no atacan deliberadamente, salvo casos en que se vean agredidas, tal como, seg¨²n el propio R¨¢ez, le ocurri¨® en el Parque Nacional del Manu con una shushupe (Lachesis muta) a la que trataban de matar en el agua.

El animal, de acuerdo al relato, se par¨® en el agua y enfrent¨® furiosamente a sus atacantes. El riesgo era grande, teniendo en cuenta que este reptil tiene un veneno neurot¨®xico y hemol¨ªtico (afecta la sangre), que causa par¨¢lisis respiratoria, dolor y necrosis (muerte de las c¨¦lulas). La tasa de mortalidad de las personas afectadas por su mordedura suele ser alta, aunque no es tan f¨¢cil encontr¨¢rsela en una caminata por la selva o cerca de un pueblo.

Las serpientes se acercan a las casas al reducirse cada vez m¨¢s su h¨¢bitat natural

Otra serpiente peligrosa es el jerg¨®n (Bothrops atrox), cuyo veneno tiene una hemotoxina que puede causar fallas en los ¨®rganos internos, alteraciones del sistema cardiovascular, necrosis. No es tan grande como la sushupe (que llega hasta los 2 metros), ya que apenas pasa del metro de largo, pero s¨ª es m¨¢s frecuente. Se alimenta de roedores y peque?os reptiles y es posible hallarla tanto en la selva como en sombr¨ªos de pl¨¢tanos, caf¨¦ y otras especies.

Algo a tener en cuenta, adem¨¢s, y que vale para las serpientes y tambi¨¦n para otros animales que se presentan como ¡°peligrosos¡±, es que el impacto de la actividad humana en la Amazonia suelen agudizar los riesgos. Las serpientes, por ejemplo, se alimentan de roedores, peque?os reptiles y otras especies, pero al ver reducidos sus espacios y sus presas tienden a acercarse a la casas. Cuando se afecta el bosque, las din¨¢micas naturales se alteran o estallan.

Finalmente, los grandes

?Y entonces los jaguares no resultan peligrosos para nada? Es posible que s¨ª, pero no son el riesgo mayor. La Panthera onca es un animal solitario, que requiere de un enorme territorio y que dispone de decenas de mam¨ªferos, aves o peces que puede cazar, como para que se decante por cenarse a un hombre. Se come capibaras, serpientes, ciervos, tapires, hasta tortugas. Los rar¨ªsimos casos de ataque a humanos se han dado con adultos ya ancianos o con ni?os peque?os.

En el Parque Nacional del Manu, un ind¨ªgena machiguenga relata una historia de la etnia en aislamiento voluntario mashco piro, que habr¨ªa perdido un infante devorado por un jaguar. Las historias que circulan en torno a los caimanes son m¨¢s frecuentes, debido a que estos reptiles s¨ª pueden ser agresivos en ¨¦poca de apareamiento y son bastante m¨¢s abundantes que los jaguares.

Pero lo cierto es que estos depredadores, tan temidos, est¨¢n m¨¢s bien amenazados por nosotros, los seres humanos. El jaguar, seg¨²n la UICN (Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza), se encuentra en situaci¨®n ¡°pr¨®xima a la vulnerabilidad¡±. Y es muy dif¨ªcil, por tanto, encontrarse con uno. M¨¢s f¨¢cil es servir de incubadora a la larva de una mosca, ser picado por una manta blanca o hasta sufrir el profundo y tenebroso ataque de un canero.