¡°Llevaba 30 a?os so?ando con volver a Espa?a¡±
El embajador de Jap¨®n recuerda c¨®mo vivi¨® los d¨ªas posteriores al terremoto del a?o pasado
El 11 de marzo de 2011 Satoru Satoh se encontraba en su despacho del Ministerio de Exteriores japon¨¦s, del que era su portavoz. ¡°Estamos acostumbrados a los terremotos, pero ese era excepcional. Cre¨ª que se iba a caer el techo y me met¨ª debajo de mi escritorio¡±. Las dos semanas siguientes fueron dur¨ªsimas. Las continuas r¨¦plicas hac¨ªan que en las reuniones saltaran las alertas de se¨ªsmo que llevan todos los japoneses en sus m¨®viles. Satoh tuvo que enfrentarse a un ¡°tsunami de periodistas extranjeros¡± que ped¨ªan informaci¨®n.
¡°Nuestra informaci¨®n era muy limitada. Recib¨ªamos de las distintas instituciones solo informaci¨®n parcial y los periodistas nos presionaban porque lo que les d¨¢bamos no era suficiente¡±, se?ala, mientras bebe a peque?os sorbos un t¨¦ verde. Le han tra¨ªdo tambi¨¦n un zumo de naranja, pero lo aparta y lo deja intacto. Tras aquellos primeros ¡°ca¨®ticos d¨ªas¡±, toda la informaci¨®n se centraliz¨® en la oficina del primer ministro. ¡°Colaboramos con ellos para que las comparecencias del portavoz gubernamental tuvieran traducci¨®n simult¨¢nea y se ofrecieran tanto a los periodistas japoneses como a los extranjeros¡±, afirma. ¡°En Exteriores nos centramos en canalizar las ofertas de ayuda ¡ªllegaron 20 equipos de distintos pa¨ªses¡ª. En buscar a los extranjeros desaparecidos y en dar informaci¨®n al exterior lo m¨¢s exacta y transparente posible¡±.
Aunque no cuenta que su nombramiento como embajador en Espa?a sea una recompensa por el abrumador trabajo que desat¨® la crisis de Fukushima, una amplia sonrisa ilumina su cara cuando se le pregunta por el cargo que desempe?a desde septiembre de 2011. ¡°Llevaba m¨¢s de 30 a?os so?ando con volver a Espa?a¡±, dice. Despu¨¦s de llevar seis meses viviendo en Madrid y palpando la realidad, asegura mientras se come un cruas¨¢n que ha untado previamente de mantequilla, que el sue?o no le ha decepcionado.
En 1978, tras ingresar en el Ministerio de Exteriores fue enviado a Sevilla para mejorar su espa?ol. ¡°No mir¨¦ un libro pero estudi¨¦ mucho la cultura espa?ola, el vino, las calles de Sevilla, los tablaos flamencos, el jerez y aprend¨ª sevillanas¡±, reconoce entre risas, al recordar c¨®mo le miraba la gente cuando se arrancaba con otra japonesa a bailar en una caseta de la Feria de Abril.
Al a?o siguiente, ya en la Escuela Diplom¨¢tica de Madrid, no tuvo m¨¢s remedio que hincar los codos. Pero dos semanas antes de graduarse le destinaron a la Embajada de Jap¨®n en M¨¦xico y tuvo que marcharse. ¡°He vuelto a la escuela y ten¨ªan mi t¨ªtulo guardado. Despu¨¦s de tanto tiempo he logrado tenerlo¡±, dice. Adem¨¢s, se ha encontrado a muchos de sus antiguos compa?eros de estudios como altos cargos del Ministerio de Exteriores y al actual embajador de Tailandia en Madrid, uno de los cinco extranjeros que realizaban el curso junto a 25 espa?oles.
Ya ha visitado cinco, pero quiere visitar las 17 comunidades aut¨®nomas en su primer a?o de trabajo ¡°para agradecer a todos los pueblos de Espa?a la solidaridad mostrada durante el tsunami¡±, afirma. Tambi¨¦n, quiere pedir a las autoridades su colaboraci¨®n para que las distintas autonom¨ªas tengan una amplia representaci¨®n en el A?o Espa?a-Jap¨®n, que se celebra en 2014. ¡°Espa?a est¨¢ de modo en Jap¨®n y podemos hacer muchas cosas juntos¡±, concluye.
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