Becas universitarias y equidad
Subir de forma significativa el precio de la matr¨ªcula universitaria para los repetidores permitir¨ªa dedicar el dinero a mejorar un insuficiente sistema de becas
Las becas universitarias cumplen una doble funci¨®n. Contribuyen a una sociedad menos desigual, m¨¢s cohesionada y con mayores valores morales y permiten aprovechar el talento de todos los j¨®venes, aumentando el nivel de desarrollo y de riqueza. Con ellas se pretende conseguir la equidad, de manera que, con independencia de su lugar de nacimiento y de su renta familiar, todos los j¨®venes tengan las mismas oportunidades de recibir una buena educaci¨®n universitaria. En Espa?a este objetivo se ha llevado a cabo con dos instrumentos. En primer lugar, subvencionando las tasas universitarias de las universidades p¨²blicas, y hoy el estudiante abona con su matr¨ªcula solo el 15% del coste real de la ense?anza que recibe. De esta forma, la admisi¨®n en una universidad p¨²blica supone una beca impl¨ªcita de alrededor de 5.500 euros al a?o. Este beneficio se asigna sin contrapartidas, y se mantiene con pocos cambios mientras el estudiante pueda continuar en la universidad, aunque sus resultados acad¨¦micos sean muy mediocres. Para garantizar esta ayuda, en los ¨²ltimos 20 a?os se ha doblado el n¨²mero de universidades y cada a?o se ha aumentando la oferta de plazas. Hemos alcanzado un techo en esta pol¨ªtica, ya que ahora disponemos de un excedente de plazas vacantes de alrededor del 15% en el conjunto de las universidades p¨²blicas y de una de las tasas m¨¢s altas de Europa de j¨®venes con estudios universitarios. Por otro lado, como la cuant¨ªa total del beneficio que recibe un estudiante aumenta con el n¨²mero de a?os que permanece en la universidad, no existe ning¨²n incentivo econ¨®mico para que un estudiante mejore su rendimiento acad¨¦mico.
En segundo lugar, una peque?a fracci¨®n, el 7% de los recursos del sistema, se dedica a becas para estudiantes sin recursos econ¨®micos. En este momento aproximadamente uno de cada cuatro estudiantes universitarios tiene una beca, con un importe medio de unos 2.000 euros. La mayor¨ªa son becas de matr¨ªcula y libros y solo una muy peque?a fracci¨®n de los estudiantes, el 0,02%, consigue una beca de movilidad, cuyo importe m¨¢ximo es de 6.056 euros, para estudiar en una universidad diferente de la de su comunidad aut¨®noma. Las condiciones econ¨®micas para obtener esta beca son extraordinariamente exigentes. Para recibirla, un estudiante debe provenir de una familia con ingresos anuales por debajo del umbral de pobreza que establece el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Por ejemplo, una persona que provenga de una familia de cuatro personas (dos adultos y dos hijos) tiene derecho a esta beca si los ingresos familiares no superan los 13.909 euros anuales, cuando el nivel de pobreza para esa familia seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica es de 15.820 euros. Por tanto, muy pocas personas (menos del 15% de la poblaci¨®n) pueden tener acceso a la beca m¨¢xima de movilidad y, adem¨¢s, su dotaci¨®n no permite dedicarse a tiempo completo al estudio fuera del domicilio familiar. Esto limita la posibilidad de elecci¨®n de los estudiantes sin recursos y mantiene las desigualdades existentes.
El sistema actual se dise?¨® hace 30 a?os, cuando el sistema universitario era m¨¢s homog¨¦neo y se deseaba garantizar el acceso a una universidad. Este objetivo se ha conseguido: el 40% de los j¨®venes entre 25 y 34 a?os tiene un t¨ªtulo universitario, muy por encima de la media europea (34%). Sin embargo, ni ha mejorado el rendimiento acad¨¦mico, donde contamos con tasas de abandono entre las m¨¢s altas de Europa, y ha limitado las posibilidades de elecci¨®n y el acceso al mercado de trabajo. En efecto, existe fuerte evidencia emp¨ªrica de que los graduados de las universidades m¨¢s prestigiosas tienen ventajas claras para encontrar su primer empleo. Por ejemplo, la tasa de colocaci¨®n de los graduados a los seis meses puede variar entre el 30% y el 90%, dependiendo de las universidades. Por tanto, la dificultad para acceder a las universidades m¨¢s demandadas para los estudiantes con pocos recursos cosifica las desigualdades en la poblaci¨®n y desaprovecha la riqueza m¨¢s importante de que disponemos: el talento de nuestros j¨®venes. Es urgente hacer posible que los estudiantes m¨¢s capaces y motivados puedan elegir universidad, con independencia de sus recursos econ¨®micos. Necesitamos un amplio sistema de becas de movilidad, mejorando su cuant¨ªa al menos en un 30% y actualizando las condiciones de concesi¨®n para hacer efectivo el derecho de elecci¨®n para el 50% de la poblaci¨®n espa?ola con menores ingresos, y no solo para la minor¨ªa con altos recursos, como ocurre en la actualidad. En la situaci¨®n de crisis en que nos encontramos no es realista proponer aumentar los recursos del sistema, aunque sean escasos con relaci¨®n a pa¨ªses de nuestro entorno y tengan que revisarse en el futuro, pero s¨ª podemos redistribuirlos. Incrementar de forma significativa las tasas para los estudiantes repetidores, de manera que los malos estudiantes reciban siempre una beca impl¨ªcita menor que los excelentes, y utilizar los nuevos recursos para mejorar sustancialmente todo el sistema de becas universitarias, especialmente las de movilidad. Esta pol¨ªtica tendr¨¢ adem¨¢s el efecto positivo de hacer al estudiante consciente del beneficio social que recibe y de las consecuencias si su rendimiento no es el adecuado. Adem¨¢s, contribuir¨¢ a mejorar los sistemas de evaluaci¨®n y control de la ense?anza, al hacer m¨¢s visibles sus consecuencias. Estoy convencido de que esta medida puede contribuir a mejorar la ense?anza, disminuir el fracaso y avanzar hacia una sociedad m¨¢s justa que garantice de forma efectiva la equidad.
Daniel Pe?a es el rector de la Universidad Carlos III de Madrid.?
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