75% de IRPF para millonarios: ?justicia social o castigo al rico?
La propuesta de Hollande cristaliza el creciente malestar popular ante la riqueza La brecha entre clases altas y bajas se ha ampliado en Occidente desde los ochenta
Si los franceses le a¨²pan a la presidencia, como pronostican los sondeos, Fran?ois Hollande pretende elevar hasta el 75% el tipo impositivo para las rentas superiores al mill¨®n de euros. Para algunos, se trata de una valiente reacci¨®n ante los desmanes de un mercado que adjudica a directivos y profesionales hipercualificados salarios cada vez m¨¢s astron¨®micos e injustificados; para otros, constituye una iniciativa populista, un expolio que castra la leg¨ªtima remuneraci¨®n del talento, del m¨¦rito y del esfuerzo y que no tocar¨ªa a los verdaderos ricos, cuyas rentas pasan por v¨ªas no sometidas al IRPF. Para todos, deber¨ªa ser una inquietante se?al de alarma sobre el creciente peligro de choques entre clases en las sociedades occidentales.
La brecha entre la renta de las clases altas y la de las bajas se ha ensanchado paulatinamente en Occidente desde mediados de los ochenta. Datos publicados por la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) indican que el fen¨®meno ha sido casi generalizado. Hasta 2008, una fase de expansi¨®n econ¨®mica bastante sostenida permiti¨® a una mayor¨ªa muy amplia de ciudadanos mejorar su situaci¨®n ¡ªaunque algunos lo hicieran mucho m¨¢s r¨¢pido que otros¡ª, y la cuesti¨®n de la desigualdad de la renta pas¨® bastante inadvertida.
Incluso el hecho de que los tipos impositivos m¨¢ximos cayeran de forma abrupta en todo Occidente a partir de la era Thatcher/Reagan no ha provocado resistencia muy notable por parte de las clases bajas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.
Obama impulsa que las grandes fortunas paguen al menos un 30%
Pero, ahora, la crisis agudiza el fen¨®meno de la desigualdad, con amplios sectores sociales que se deslizan hacia la pobreza mientras las redes de protecci¨®n se hacen cada vez m¨¢s peque?as.
Stephen Jenkins, profesor de la London School of Economics, lleva a?os estudiando la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta. Seg¨²n sus investigaciones, la crisis se divide en dos partes. ¡°En la primera [grosso modo 2008-2009], los sistemas de protecci¨®n social de los Estados funcionaron bastante bien, y no hubo un marcado incremento de la desigualdad. Pero el escenario ha cambiado en la segunda parte de la crisis, cuando han empezado a entrar en vigor los planes de ajuste. Es probable que a medio y largo plazo las consecuencias sean marcadas¡±, opina Jenkins, en conversaci¨®n telef¨®nica desde Londres.
Buffett denunci¨® que abona menos impuestos que su secretaria
En esas circunstancias, ciertos sueldos se antojan cada vez menos comprensibles. Pueden suscitar indignaci¨®n. Hasta hostilidad.
Fen¨®menos como el movimiento de los indignados espa?oles, el Occupy Wall Street ¡ªcon su ret¨®rica en contra del 1% m¨¢s rico de la poblaci¨®n¡ª, o los disturbios en Reino Unido del pasado verano tuvieron sin duda entre sus fuentes de alimentaci¨®n ese sentimiento.
La propuesta de Hollande es la cristalizaci¨®n pol¨ªtica de ese malestar social. No es la ¨²nica. El presidente estadounidense, Barack Obama, est¨¢ impulsando un proyecto llamado Buffett Rule, debatido esta semana en el Senado.
La propuesta del socialismo franc¨¦s puede tener poco efecto recaudatorio
El proyecto debe su nombre al c¨¦lebre multimillonario Warren Buffett, quien recientemente declar¨® que el tipo impositivo que ¨¦l paga es inferior al de su secretaria. No hace falta defraudar a Hacienda para que as¨ª sea: basta con aprovechar los agujeros del sistema. Con su propuesta, Obama pretende que los millonarios paguen al menos un 30% de impuestos sobre su renta. El propio Buffett est¨¢ de acuerdo, pero el Partido Republicano ha bloqueado la legislaci¨®n. Mitt Romney, probable rival republicano de Obama en las elecciones de noviembre, pag¨® en 2010 un 13,9% sobre ingresos de unos 21 millones de d¨®lares.
Aunque parezca incre¨ªble, el tipo m¨¢ximo de IRPF en Estados Unidos era del 75% en 1981. Hoy, esto es simplemente impensable. La propuesta de Obama, mucho m¨¢s moderada que la de Hollande, es aun as¨ª demonizada por sectores de la derecha estadounidense como un s¨ªntoma de oscuros anhelos cuasicomunistas.
Tipos impositivos confiscatorios animar¨ªan a la salida de capitales
Aunque sean diferentes, las ideas de Obama y Hollande son la traducci¨®n pol¨ªtica de la sensaci¨®n de que las ¨¦lites han tenido demasiada barra libre en los ¨²ltimos a?os.Los economistas coinciden en que la maniobra de Hollande tiene un impacto recaudatorio, en el mejor de los casos, marginal.
¡°Desde el punto de vista recaudatorio, es una medida puramente simb¨®lica¡±, considera Juan Jos¨¦ Rubio, catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica y exdirector del Instituto de Estudios Fiscales. ¡°Es una iniciativa que afecta a un colectivo de gente muy reducido y con una gran capacidad para deslocalizar rentas y patrimonios a otros pa¨ªses. Por tanto, la propuesta puede llevar hasta a una p¨¦rdida recaudatoria. Tipos impositivos cuasi confiscatorios generan reacciones estrat¨¦gicas por parte de los afectados. Sobre todo en un territorio econ¨®micamente integrado como la Uni¨®n Europea. Alemania increment¨® el tipo sobre renta del capital y se produjo una salida masiva¡±.
Un directivo de EE UU ganaba 30 veces m¨¢s que un empleado en 1979,? hoy 110
El propio Hollande dijo al respecto: ¡°No es una cuesti¨®n recaudatoria; es una cuesti¨®n moralizadora¡±. En 2006, pronunci¨® una frase que todav¨ªa le persigue: ¡°No me gustan los ricos¡±. En esta campa?a ha reconocido que se trat¨® de una salida infeliz, y ha precisado que no le ¡°gustan las remuneraciones insultantemente altas¡±. Ah¨ª est¨¢ el quid, moral, de la cuesti¨®n.
En 1979, el director ejecutivo medio ganaba 30 veces m¨¢s que su empleado medio. Hoy, unas 110 veces m¨¢s. Los datos se refieren a Estados Unidos, y la fuente es la Casa Blanca. El patr¨®n es, en sus rasgos generales, extrapolable a los otros pa¨ªses occidentales. Aquellos que apoyan la medida de Hollande lo hacen porque, fundamentalmente, consideran injustificados ciertos niveles de renta; que los ejecutivos no pueden haber cuadruplicado su inteligencia y eficacia en 30 a?os.
El estadounidense acepta la riqueza por el m¨¦rito¡±, dice un experto
Por el otro bando, se yerguen los argumentos en defensa de la libre remuneraci¨®n del m¨¦rito, del esfuerzo, del talento. Se sostiene que los verdaderos ricos tienen rentas que no tributan IRPF, ya que proceden de capital o sociedades. Y si el C¨¦sar se lleva un 75% en impuestos, es imposible atraer a los mejores cerebros en una econom¨ªa global hipercompetitiva.
Hollande replica que tambi¨¦n atacar¨¢ en los otros frentes y que, se mire por donde se mire, y aunque sean pocos, aquellos que tienen un salario de m¨¢s de un mill¨®n al a?o son ricos. No se est¨¢ hablando de un normal directivo de empresa.
Un 61% de los franceses, seg¨²n los sondeos, apoya la medida de Hollande. Sin duda, un buen chute electoral para un candidato que sufre una clara erosi¨®n, en su flanco izquierdo, por el avance de Jean-Luc M¨¦lenchon.
Muchos progresistas aplauden. Liberales y conservadores acusan a Hollande de soplar sobre un fuego populista peligroso por un pu?ado de votos.
Michael F?rster, analista jefe del departamento de Distribuci¨®n de la Renta y Pobreza de la OCDE, a?ade un elemento interesante de reflexi¨®n, en conversaci¨®n telef¨®nica desde Par¨ªs. ¡°Las maniobras por el lado de los tipos de impuestos tienen sin duda un efecto sobre la igualdad. Sin embargo, un factor m¨¢s relevante todav¨ªa en ese sentido es el formato de las prestaciones sociales. Estas han sido menos eficaces desde mediados de los a?os noventa, y el crecimiento de la desigualdad ha dependido en este periodo en mayor medida de esa menor eficacia de las prestaciones sociales y no tanto de la vertiente de la recaudaci¨®n¡±, comenta F?rster.
De hecho, pese a la ca¨ªda de los tipos m¨¢ximos de IRPF ¡ªdesde un 49,3% de media en 1994 hasta un 41,5% en 2010 en la OCDE¡ª, la recaudaci¨®n total se ha incrementado de forma generalizada en los pa¨ªses occidentales hasta el estallido de la crisis. El problema no es que hubo menos dinero para redistribuir. Es que o no se utiliz¨® de forma del todo eficaz o, por lo menos, que los ingresos de los ricos crecieron de forma mucho m¨¢s r¨¢pida.
Jenkins, de la London School of Economics, cree que el factor clave para la divergencia es el mercado del trabajo. Otras causas mencionadas a menudo son la globalizaci¨®n y el desarrollo tecnol¨®gico, dos elementos que desfavorecen a los trabajadores menos formados y brindan grandes oportunidades a los m¨¢s cualificados.
Esta situaci¨®n, naturalmente, es un caldo de cultivo para reivindicaciones pol¨ªticas; y, en lamentables casos extremos, protestas violentas. Jonathan Haidt, profesor de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Virginia, se?ala que, seg¨²n sus estudios, el elemento desencadenante de la rabia social no es tanto la desigualdad en s¨ª como la falta de proporcionalidad.
¡°Creo que, psicol¨®gicamente, el aspecto clave no es la igualdad de los resultados: es la proporcionalidad¡±, dice Haidt, en conversaci¨®n desde Nueva York. ¡°En Estados Unidos, por ejemplo, hay una generalizada aceptaci¨®n de la riqueza como consecuencia del m¨¦rito. Nadie tiene ning¨²n problema con que Bill Gates o Steve Jobs acumularan esas enormes fortunas. El problema surge cuando cunde la percepci¨®n de que la riqueza no es proporcional al m¨¦rito, sino consecuencia de rentas de posici¨®n, ventajas fiscales, ayudas legislativas, etc¨¦tera. La equidad est¨¢ en la proporcionalidad, no en la igualdad. Sin proporcionalidad, surge la rabia¡±, comenta.
La rabia es un caso extremo. En la cotidianeidad, el riesgo es una creciente compartimentaci¨®n clasista de la sociedad. ¡°Esta tendencia econ¨®mica de acentuaci¨®n de la desigualdad se refleja cada vez m¨¢s en el mundo a nuestro alrededor¡±, considera Jenkins. ¡°Basta fijarse en c¨®mo vive la gente. Literalmente, d¨®nde vive, compra, se divierte. Creo que avanzamos hacia una divisi¨®n social en un sentido mucho m¨¢s amplio de los que hemos conocido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Hay un grupo de gente rica que ve cada vez menos necesidad de interactuar con el resto de la sociedad. Pienso que esto es socialmente muy corrosivo y divisivo. Y, aunque es dif¨ªcil probar la causalidad, pienso que la desigualdad fue probablemente uno de los elementos desencadenantes de los disturbios en Reino Unido el a?o pasado¡±, concluye.
Y Cameron lo baja del 50% al 45%
Mientras en Francia el probable pr¨®ximo presidente, Fran?ois Hollande, promete subir al 75% el tipo del IRPF para las rentas superiores al mill¨®n de euros, al otro lado del canal de la Mancha, el Gobierno de David Cameron acaba de hacer lo opuesto: rebajarlo del 50% al 45%.
Con un est¨®mago pol¨ªtico de hierro, en plena crisis y oleada de recortes sociales, Cameron ha revertido la decisi¨®n que el anterior Gobierno laborista adopt¨® en v¨ªspera de las elecciones de 2010. La rebaja ha sido incluida en los presupuestos presentados el pasado mes de marzo.
Reino Unido se afirma as¨ª como modelo en contratendencia. Los ambientes liberal-conservadores brit¨¢nicos esperan que la medida permita atraer o retener el talento.
En un art¨ªculo publicado en febrero de 2011, la revista brit¨¢nica The Economist destacaba que unos 400.000 franceses viv¨ªan en los alrededores de Londres, seg¨²n proyecciones del consulado franc¨¦s en la capital brit¨¢nica. A diferencia de los brit¨¢nicos residentes en Francia (o Espa?a), no se trata de pensionistas, sino en su mayor¨ªa de j¨®venes en b¨²squeda de oportunidades o profesionales muy cualificados.
Una diferencia de 30 puntos en el IRPF (75% a 45%) a dos horas y cuarto de viaje en el tren Eurostar contribuir¨ªa sin duda a aumentar la colonia que The Economist rebautiz¨® como Paris-on-Thames.
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