Jugando a pir¨®manos con la identidad nacional
La agitaci¨®n nacionalista y el af¨¢n de protagonismo medi¨¢tico explican la pitada al himno Aguirre lidera la reacci¨®n nacionalista espa?ola a costa de alimentar la protesta
El mismo d¨ªa en que se supo que la final de la Copa del Rey la iban a disputar un equipo catal¨¢n y uno vasco, el Bar?a y el Athletic, se supo tambi¨¦n que la probabilidad de que hubiera silbidos m¨¢s o menos intensos cuando sonara el himno nacional era muy elevada. Los hab¨ªa habido en una final con los mismos contrincantes en 2009 y el clima pol¨ªtico desde entonces no ha mejorado. Al contrario. As¨ª que lo que hizo Esperanza Aguirre cuando el martes propuso suspender el partido fue intensificar los decibelios de la pitada y amplificar los efectos de una convocatoria cuya raz¨®n de ser es precisamente aprovechar el eco medi¨¢tico que suscita.
Es un ejemplo paradigm¨¢tico de un tipo de agitaci¨®n pol¨ªtica que utiliza los resortes de la sociedad medi¨¢tica para lograr sus objetivos. Quienes, desde posiciones minoritarias o extremas, quieren alzar la voz por encima del ruido ambiental necesitan aprovechar las ventanas de oportunidad que la actualidad les ofrece. Y la final de la Copa del Rey es una oportunidad de oro. En una cultura period¨ªstica hiperreactiva, que hincha y pincha con facilidad sucesivos globos medi¨¢ticos, la presidenta no pod¨ªa ignorar el incendio que sus palabras iban a provocar. Al contrario. Justamente porque porque la estrategia funciona, Esperanza Aguirre encontr¨® en la convocatoria de pitada una excelente oportunidad para reforzar su condici¨®n de ¡°lideresa" del sentimiento nacional espa?ol.
Algunos de sus oponentes, entre ellos el portavoz del Gobierno catal¨¢n, Francesc Homs, interpretaron la reacci¨®n de Aguirre como un intento de desviar la atenci¨®n del hecho notorio de que, despu¨¦s de haber presumido de presidir la autonom¨ªa con menos d¨¦ficit p¨²blico, haya tenido que reconocer que sus cuentas no son tan fiables como proclamaba y que su d¨¦ficit duplica la cifra anunciada. Sin desde?ar el beneficio colateral de este tipo de ilusionismo pol¨ªtico, que la presidenta de Madrid domina, lo inquietante de este episodio es el tipo de agitaci¨®n pol¨ªtica al que se recurre.
La pitada obedece
a un tipo de agitaci¨®n pol¨ªtica basada en el impacto medi¨¢tico
Esta es una estrategia que ha utilizado con mucho ¨¦xito el movimiento ecologista y ahora aplican otros grupos minoritarios para tratar de superar un umbral de visibilidad p¨²blica cada vez m¨¢s alto. El sentido de la oportunidad medi¨¢tica es el que convirti¨® a una peque?a organizaci¨®n local denominada Greenpeace en una marca transnacional cuyas acciones han logrado alcanzar un impacto global. Esa misma estrategia es la que han utilizado, con notables resultados, los grupos independentistas catalanes, que tuvieron en la desaparecida Crida a la Solidaritat un excelente magisterio en el arte de dominar los tiempos y las oportunidades del escenario medi¨¢tico.
Un estadio lleno de c¨¢maras y millones de personas pendientes de ellas es sin duda una excelente oportunidad para promover un acto de reivindicaci¨®n nacional, como ya hicieron en la inauguraci¨®n del Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona en 1989. Para Salvador Card¨²s, profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, la imagen que ha proyectado Aguirre de un estadio con una tribuna repleta de autoridades pero con las gradas vaciadas de ciudadanos indigandos ¡°es la mejor met¨¢fora que pod¨ªa crearse de la situaci¨®n del pa¨ªs¡±. Pero este tipo de activismo es, seg¨²n Card¨²s, un arma de doble filo: puede ser muy eficaz, pero tambien entra?a un riesgo de sobreinerpretaci¨®n pol¨ªtica, de darle m¨¢s significado del que tiene. Aunque todo el estadio pitara el himno y abucheara al Pr¨ªncipe, ¡°ser¨ªa un error extraer consecuencias pol¨ªticas o pensar que sobre ellos se puede construir una alternativa pol¨ªtica¡±.
Pero ?dejan poso? Daniel Innerarity, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa y director del Instituto de Gobernanza Democr¨¢tica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, cree que s¨ª. ¡°Al final, lo que hacen los pol¨ªticos es gestionar las emociones. Puede que el incendio dure solo unos d¨ªas, pero contribuye a focalizar a la sociedad en una direcci¨®n determinada. Los sentimientos colectivos sobre cuestiones como la identidad no se crean de la noche a la ma?ana. Tampoco la cultura pol¨ªtica. Y este tipo de impactos recurrentes acaban influyendo¡±.
El peligro de este tipo de activismo es que se le d¨¦ m¨¢s valor del que tiene
Catalu?a vive sumergida en la agitaci¨®n pol¨ªtica promovida por el independentismo. Campa?as como la de los referendos independentistas o la de insumisi¨®n fiscal consiguen un gran eco informativo. El hecho de que no tengan ninguna virtualidad legal es secundario. Lo que importa es crear un estado de opini¨®n. Ahora, una nueva campa?a contra el pago de unos peajes que se consideran un agravio, est¨¢ siguiendo el mismo patr¨®n con los mismos excelentes resultados ensu principal objetivo: situarse en el centro de la agenda informativa y reforzar lo que se ha convertido en el mantra pol¨ªtico de todo el abanico soberanista: la idea de que ¡°Madrid nos roba¡±. Madrid tiene la culpa de todo. Si Catalu?a no sufriera expolio fiscal, se dice, la crisis ni se notar¨ªa.
Con este planteamiento se ocultan, en opini¨®n de Gabriel Colomer, profesor de Sociolog¨ªa de la UAB y anterior director del Centre d'Estudis d'Opini¨® (CEO), las carencias de gesti¨®n del propio Gobierno y una agenda econ¨®mica de corte neoliberal que se escuda en la crisis para recortar el Estado de bienestar. Pero la idea del agravio ha calado profundamente en la opini¨®n p¨²blica catalana. Lo reflejan las encuestas de opini¨®n que realiza peri¨®dicamente el CEO y muy especialmente la posici¨®n de los ciudanos sobre qu¨¦ quieren que sea Catalu?a: una regi¨®n de Espa?a, una comunidad aut¨®noma como ahora, un estado dentro de una Espa?a federal o un estado independiente.
Entre 2006 y 2012, los partidarios de que contin¨²e como una comunidad aut¨®noma han ca¨ªdo del 38,2% al 27,8%, mientras que la preferencia por un estado independiente ha pasado del 14% al 29%, al que hay que sumar los partidarios de que sea un estado dentro de una Espa?a federal, que aunque ha descendido del 33,4% al 30,8¡±, sigue siendo la primera opci¨®n. De lo que se deduce que casi el 60% de los catalanes no est¨¢n satisfechos con el sistema auton¨®mico vigente.
Todos est¨¢n de acuerdo en que semejante cambio no puede ser fruto ¨²nicamente de la agitaci¨®n pol¨ªtica. Hay una base real, pol¨ªtica y econ¨®mica, que act¨²a como caldo de cultivo. Ra¨²l Tormos, investigador del CEO, ha profundizado en las razones de este cambio. ¡°Como se ha visto en los casos de Quebec o de Escocia, en el proceso de decisi¨®n la cuesti¨®n identitaria tiene un papel principal, pero en el cambio operado en Catalu?a se observa que la cuesti¨®n econ¨®mica tambi¨¦n juega un papel muy importante en estos momentos. Al motor identitario se suma ahora un c¨¢lculo de tipo coste-beneficio que es el que hace crecer el sentimiento, porque incorpora a la causa independentista a personas que no son necesariamente nacionalistas, sino que llegan a este punto por desafecci¨®n o por hartazgo de una situaci¨®n que les perjudica".
Que el sentimiento independentista tenga un componente reactivo es algo que no sorprende. Se alimenta de una mezcla de melancol¨ªa por la soberan¨ªa perdida hace tres siglos y la convicci¨®n de las nuevas generaciones, positiva y desacomplejada, de que el tablero europeo puede moverse de nuevo, como lo ha hecho ya varias veces desde la ca¨ªda del muro del Berl¨ªn. Los medios de comunicaci¨®n juegan un papel determinante en este estado de opini¨®n. Las investigaciones de Tormos demuestran que los medios audiovisuales que se expresan en catal¨¢n, bajo la hegemon¨ªa de TV3, configuran un "marco de referencia" catalanocentrista que hace que todo lo que ocurre sea presentado desde la ¨®ptica del nacionalismo. El resultado es que las personas que se informan mayoritariamente a trav¨¦s de estos medios tienen m¨¢s probabilidades de ser partidarios de la independencia. Y lo mismo ocurre, en sentido contrario, con los medios que desarrollan un marco de referencia hispanocentrista.
El Gobierno de CiU acaba de nombrar a Miquel Calzada, un carism¨¢tico comunicador, como comisario de los actos de conmemoraci¨®n del 300 aniversario de la derrota de Catalu?a frente a las tropas de Felipe V el 11 de septiembre de 1714, que sin duda se convertir¨¢ en una nueva oportunidad de afirmar el sentimiento nacional y expresar la frustraci¨®n que anida en muchos catalanes tras el intento fallido de conseguir mayores cotas de autogobierno con reforma del Estatut.
La idea del agravio ha calado cada d¨ªa m¨¢s en la opini¨®n p¨²blica catalana
Curiosamente, tambi¨¦n el nacionalismo espa?ol es de naturaleza reactiva. Jordi Mu?oz, polit¨®logo y profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, ha estudiado este fen¨®meno en su tesis doctoral, basada en una extensa encuesta realizada dentro del programa de investigaci¨®n del CIS. ¡°El nacionalismo espa?ol tiene un componente reactivo que no se observa en otras democracias avanzadas. Se produce una especie de paradoja: por una parte, la expresi¨®n p¨²blica del sentimiento nacional es mucho menor que en EEUU, Francia o Reino Unido. La gente no canta el himno espont¨¢neamente y los s¨ªmbolos tienen poca presencia p¨²blica. Pero tiene en cambio elementos de nacionalismo expl¨ªcito m¨¢s potente que en otros pa¨ªses, que se explica por la contraposici¨®n a otros nacionalismos internos. Esta componente reactiva es la que explica, por ejemplo, el fen¨®meno de UPyD y los intentos de imponer una simbolog¨ªa nacionalista espa?ola en vida p¨²blica¡±, explica Jordi Mu?oz. El ¨²nico apoyo expl¨ªcito que recibi¨® Aguirre a su propuesta fue el de la l¨ªder de UPyD Rosa D¨ªez.
El de Aguirre es un nacionalismo que se siente amenazado: ¡°No podemos permitir que el partido se convierta en una manifestaci¨®n hostil contra Espa?a y los espa?oles". Toda la c¨²pula del PP sali¨® en bloque a desdramatizar, sin desautorizar, a la presidenta. Pero Jes¨²s Posada, presidente del Congreso de los Diputados, expres¨® de forma muy certera lo que las palabras de Aguirre significaban: ¡°Es un error total aprovechar un partido de f¨²tbol para pretender exacerbar los sentimientos separatistas y separadores¡±.
Una parte importante de la c¨²pula dirigente del PP sali¨® el mismo martes a desdramatizar. Y a matizar, porque con sus declaraciones incendiarias, la presidenta madrile?a hab¨ªa ido bastante m¨¢s all¨¢ de lo que la ley permite y la correcci¨®n pol¨ªtica aconseja. Por mucha que sea su determinaci¨®n, ni la presidenta ni el ministro de Interior pueden suspender un partido simplemente porque la gente silbe. Les ampara la libertad de expresi¨®n. Y silbar no es ning¨²n delito, como ya dej¨® muy claro la Audiencia Nacional al archivar la denuncia presentada por la fundaci¨®n Denaes por la pitada de la final de 2009.
En seis a?os, el independentismo ha subido 15 puntos,
seg¨²n la Generalitat
La posici¨®n de Aguirre mostraba adem¨¢s un elemento muy inc¨®modo para el PP: el autoritarismo, ese esp¨ªritu de ¡°ordeno y mando¡± que recuerda al franquismo y que tiene adem¨¢s un antecedente hist¨°rico que nadie quiere emular: el cierre durante seis meses del estadio de Les Corts, despu¨¦s de que los asistentes a un partido amistoso del Bar?a, que reuni¨® a 14.000 seguidores, pitaran cuando sonaba el himno espa?ol. Eso era en 1925, en plena dictadura del general Primo de Rivera, y la orden de cierre la firmaba un militar apellidado Milans del Bosch.
Todos coinciden en la necesidad de desdramatizar pero tambi¨¦n advierten sobre los riesgos de jugar a pir¨®manos con el sentimiento identitario. La convocatoria de una manifestaci¨®n ultraderechista coincidiendo con el partido a?ade un elemento de riesgo con el que no se contaba. Ah¨ª radica la peligrosidad de una estrategia de agitaci¨®n que cabalga a lomos de sentimientos. Una vez agitados, puede resultar dif¨ªcil embridar el caballo desbocado.
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