Phillip V. Tobias, rastreador de las ra¨ªces humanas
Estudi¨®, bas¨¢ndose en los restos del ¡®Homo habilis¡¯ hallado por los Leaky, el surgimiento de la conciencia y el habla
En las historias m¨ªticas el nacimiento de un ni?o viene anunciado por alg¨²n acontecimiento que determinar¨¢ el curso de su vida futura. Phillip V. Tobias, fallecido el pasado jueves a los 86 a?os, naci¨® en Durban (Sud¨¢frica) en el a?o 1925, el mismo en el que se dio a conocer el descubrimiento, en ese mismo pa¨ªs, de otro ni?o, pero este de dos millones de a?os de antig¨¹edad, que pasar¨ªa a la historia como el Ni?o de Taung. Fue el primero de los australopitecos y desde entonces se buscan en ?frica las ra¨ªces de la humanidad. Y efectivamente, como en las viejas leyendas, Tobias dedicar¨ªa su vida a desenterrar esas ra¨ªces. Fue el anatomista Raymond Dart el descubridor del Ni?o de Taung, y andando el tiempo Tobias le suceder¨ªa en la c¨¢tedra.
La carrera cient¨ªfica, como paleoantrop¨®logo, del profesor Phillip V. Tobias se desarroll¨® sobre todo en el yacimiento sudafricano de Sterkfontein, una cueva que ha proporcionado f¨®siles maravillosos de australopitecos de unos dos millones y medio de a?os de antig¨¹edad. El ¨²ltimo de los grandes hallazgos producidos all¨ª ha sido el de un esqueleto completo (apodado Pie Peque?o) que un d¨ªa de estos, cuando se complete su restauraci¨®n, saltar¨¢ a la fama.
En los a?os cincuenta la geometr¨ªa de la evoluci¨®n humana se consideraba lineal y sencilla. Tres especies puestas en fila: Australopithecus africanus, Homo erectus y homo sapiens. Se trataba de una l¨®gica reacci¨®n frente a la proliferaci¨®n de nombres que hab¨ªa caracterizado la etapa anterior. Casi cada yacimiento ten¨ªa un nombre espec¨ªfico propio y a veces dos. Esta poda del ¨¢rbol geneal¨®gico se consideraba m¨¢s acorde con los nuevos principios de la moderna biolog¨ªa evolutiva que estaba haciendo su entrada en la Paleontolog¨ªa Humana.
En el a?o 1959 el matrimonio Leakey desenterr¨® un cr¨¢neo en la barranca de Olduvai (Tanzania) y las miradas se dirigieron entonces hacia el este de ?frica. Un a?o m¨¢s tarde, en la misma garganta, los Leakey encontraron parte de un cr¨¢neo, una mand¨ªbula y un pu?ado de huesos de la mano de un individuo que no era en absoluto como el anterior. El primero ten¨ªa un enorme aparato masticador y una cresta ¨®sea en la parte alta del cr¨¢neo. Las muelas del segundo, en cambio, eran m¨¢s peque?as, y el cr¨¢neo carec¨ªa de esa cresta. Adem¨¢s, el tama?o de su cerebro, por lo que se pod¨ªa intuir, era mayor que el de los australopitecos. M¨¢s tarde, en 1964, Louis Leakey, Tobias y John Napier decidieron, a partir del nuevo f¨®sil de Olduvai, a?adir un nuevo eslab¨®n a la cadena evolutiva y lo llamaron Homo habilis. Era un eslab¨®n intermedio entre el Australopithecus africanus y el Homo erectus y representaba la aparici¨®n de un fen¨®meno nuevo en la historia de la vida: la encefalizaci¨®n y qui¨¦n sabe si la conciencia. Hab¨ªa sido el Homo habilis tambi¨¦n (lo dec¨ªa su mano) quien primero habr¨ªa tallado la piedra. M¨¢s a¨²n, el estudio de la forma del cerebro de los f¨®siles de esta especie le llev¨® a Tobias a defender que ya pod¨ªa hablar.
Tobias vivi¨® en su pa¨ªs los a?os m¨¢s duros del apartheid, ideolog¨ªa a la que detestaba y combat¨ªa. En el membrete de su universidad, la de Witwatersrand en Johanesburgo, se dec¨ªa expl¨ªcitamente que all¨ª no se practicaba la segregaci¨®n. Afortunadamente vivi¨® tambi¨¦n el nacimiento de la nueva rep¨²blica democr¨¢tica. El profesor Tobias era miembro de las dos sociedades cient¨ªficas m¨¢s prestigiosas en el mundo: la Royal Society de Londres y la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Tobias fue un gran amigo de Espa?a, que visit¨® varias veces, y de los investigadores espa?oles. Lo recuerdo en algunas de esas oportunidades. Examinando y evaluando los primeros hallazgos de Atapuerca en compa?¨ªa de su amigo Emiliano Aguirre, como ¨¦l nacido en el a?o de Taung. Charlando hasta altas horas de la madrugada (porque era un magn¨ªfico y ameno conversador). Escuchando a unos j¨®venes y entusiastas cient¨ªficos que se iniciaban entonces en la investigaci¨®n paleoantropol¨®gica, en la que ¨¦l era el maestro. Tambi¨¦n abriendo de par en par las puertas de su departamento universitario para que pudi¨¦ramos estudiar los f¨®siles que all¨ª custodiaba. Pero sobre todo, lo recuerdo sosteniendo en su mano, con la mirada brillante y orgullosa, al Ni?o de Taung.
Juan Luis Arsuaga es catedr¨¢tico de Paleontolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y codirector de las excavaciones de Atapuerca.
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