?Cabe la felicidad en tiempos de crisis?
Ni el PIB ni la prima de riesgo mide su satisfacci¨®n consigo mismo A Falta dinero, pero otros valores pueden llevar a la plenitud
Cualquiera que haya visto la pel¨ªcula La vida de Brian no olvidar¨¢ nunca la escena final. Ah¨ª est¨¢ Brian crucificado, como Jesucristo, y a su lado, tambi¨¦n sujeto a una cruz, un ladr¨®n. El ladr¨®n le dice: ¡°An¨ªmate, Brian. Tampoco es para tanto¡±. Y el ladr¨®n empieza a cantar una canci¨®n, a la que se une ¡ªno tan convencido¡ª Brian. El plano se ampl¨ªa y vemos un sinf¨ªn de individuos crucificados, hasta el horizonte, coreando:
¡°Mira siempre el lado bueno de la vida¡ Cuando te sientas hundido, ?no seas idiota! Frunce los labios, silba y mira siempre el lado bueno de la vida¡¡±.
Ya que en Espa?a hoy, como en buena parte de Europa, lo que percibimos hasta el horizonte es un v¨ªa crucis sin fin y lo que palpamos es una sensaci¨®n de hundimiento general, quiz¨¢ convenga examinar hasta qu¨¦ punto existe la posibilidad de consuelo. ?El absurdo optimismo del compa?ero de cruz de Brian ofrecer¨¢, a su fr¨ªvola manera, una clave para hacer m¨¢s llevaderos los dif¨ªciles tiempos que corren, y que est¨¢n por venir? ?Hay alternativa a la (comprensible) obsesi¨®n actual con medir la calidad de nuestras vidas y del futuro que nos espera en funci¨®n de la prima de riesgo, de la deuda p¨²blica, del d¨¦ficit presupuestario, de los eurobonos, del crecimiento ¡ªo no crecimiento¡ª del producto interior bruto? ?Existe, en resumen, compatibilidad posible entre la austeridad que el destino ¡ªo Alemania¡ª impone y la felicidad?
Curiosamente, como si alguien hubiera previsto este preciso momento hist¨®rico, existe una abundancia de material acad¨¦mico sobre la cuesti¨®n. Desde el a?o 2000 se ha visto una enorme expansi¨®n en la investigaci¨®n de lo que podr¨ªamos llamar la ciencia de la felicidad. Se ha convertido en un terreno de estudio acad¨¦micamente l¨ªcito, extendi¨¦ndose desde la psiquiatr¨ªa y la filosof¨ªa (donde ha residido desde tiempos de S¨®crates) al campo econ¨®mico. Las Naciones Unidas, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), la Uni¨®n Europea, varios Gobiernos y muchas universidades se han dedicado a profundizar en la antigua noci¨®n ¡ªpropuesta en el Nuevo Testamento¡ª de que no solo del pan vive el hombre. Y a darle legitimidad.
El Producto de Felicidad Bruta (PFB) mide la salud de las naciones
La idea consiste en evaluar la salud general de las naciones no solo en base al PIB, sino ¡ªpor utilizar un t¨¦rmino patentado por el Gobierno budista de But¨¢n¡ª al PFB, el ¡°producto de felicidad bruta¡±. Robert Kennedy dijo una vez que el PIB med¨ªa todo ¡°salvo aquello que da valor real a la vida¡±. Lo que seguramente no conceb¨ªa Kennedy es que este valor real podr¨ªa llegar a ser medible en cifras. Hoy no hay m¨¢s que hacer una breve incursi¨®n en Google para constatar que existe una abrumadora cantidad de datos ¡ªn¨²meros, gr¨¢ficos, complejas f¨®rmulas matem¨¢ticas¡ª basados en detalladas encuestas hechas en todos los pa¨ªses del mundo sobre la relativa felicidad del ser humano. Las preguntas, tanto a noruegos como nigerianos, suelen ser del tipo: ¡°?C¨®mo est¨¢ de satisfecho usted con su vida? ?Muy? ?Algo? ?Poco? ?Nada?¡±. O directamente se pregunta a la gente que mida su grado de felicidad en una escala de cero a diez.
El problema es que existen tantos organismos haciendo encuestas de este tipo que hay grandes variaciones en los supuestos ranking mundiales de felicidad. Una encuesta hecha en 2010, ya con la crisis avanzada, sit¨²a a Espa?a en quinto lugar en cuanto a la satisfacci¨®n general de vida de sus ciudadanos, otra la coloca en un puesto veintitantos y otra por el setenta. Un estudio coloca a Guatemala, Honduras y el Salvador entre los diez pa¨ªses m¨¢s felices, cosa bastante curiosa, ya que son pa¨ªses pobres con alt¨ªsimos ¨ªndices de criminalidad y que, en general en estas encuestas, los pa¨ªses ricos ocupan los puestos m¨¢s altos y los m¨¢s pobres, los m¨¢s bajos. Mucho m¨¢s interesante, ¨²til y reveladora es la conclusi¨®n que se extrae de la llamada Paradoja Easterlin.
Richard Easterlin, profesor de Econom¨ªa de la University of Southern California, ha recopilado datos que demuestran que en varios pa¨ªses de Occidente y en Jap¨®n los ingresos medios han subido de manera espectacular desde la II Guerra Mundial, pero los niveles de satisfacci¨®n y felicidad que la gente reporta no han cambiado. El c¨¦lebre economista Jeffrey Sachs explica la paradoja de la siguiente manera en un informe sobre la felicidad mundial (World happiness report) que se present¨® en un f¨®rum de la ONU sobre el tema en abril: ¡°En determinado momento los individuos ricos son m¨¢s felices que los pobres¡±, dice el informe, ¡°pero a lo largo del tiempo una sociedad no se vuelve m¨¢s feliz tras hacerse m¨¢s rica¡±. Una de las razones principales es que los individuos tienden a medir su felicidad material en comparaci¨®n con la riqueza de sus vecinos. Si todos ascienden al mismo ritmo ser m¨¢s rico tiene menos gracia. Como explica uno de los gur¨²s de la ciencia de la felicidad, el profesor Bruno Frey, de la Universidad de Zurich, ¡°no es el nivel absoluto de ingresos lo que importa sino la posici¨®n de uno respecto a la de otros individuos¡±.
Esto podr¨ªa ayudar a explicar otra paradoja, la del boxeador cubano Te¨®filo Stevenson. Stevenson, que muri¨® esta semana, fue campe¨®n ol¨ªmpico de los pesos pesados tres veces seguidas. Siempre se sospech¨® que estar¨ªa a la altura de Muhammad Ali, y durante los a?os setenta recibi¨® varias ofertas multimillonarias de promotores estadounidenses para que se batiera con ¨¦l. Pero siempre se neg¨®. Consentido por Fidel Castro, que siempre le llamaba en sus cumplea?os, Stevenson dijo una vez: ¡°No cambiar¨ªa un pedazo de la tierra de Cuba por todo el dinero que podr¨ªan darme, prefiero el cari?o de ocho millones de cubanos¡±. Y quiz¨¢ tambi¨¦n la envidia de muchos de ellos. Podemos suponer que Stevenson tuvo un nivel de vida m¨¢s similar al de los miembros del Comit¨¦ Central del Partido Comunista que al de las masas proletarias cubanas. No tuvo un Mercedes Benz pero s¨ª un Lada, un coche fabricado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, posesi¨®n del cual lo colocaba en una esfera material inso?able para la gran mayor¨ªa de sus compatriotas. En Cuba, Stevenson, amigo del poder, era un hombre rico.
Espa?a se declaraba en 2010 el quinto pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo
Otra raz¨®n por la cual la felicidad de la gente no asciende de manera sistem¨¢tica en proporci¨®n a sus ingresos, seg¨²n Jeffrey Sachs, es que mientras es probable que uno experimente un subid¨®n al recibir la noticia de un aumento de sueldo ¡ªo de que ha ganado la loter¨ªa¡ª, ese subid¨®n ser¨¢ pasajero y pronto la felicidad bajar¨¢ a sus anteriores niveles.
La cuesti¨®n ahora ¡ªhoy¡ª ser¨ªa si el inevitable baj¨®n que acompa?a la noticia de una reducci¨®n de sueldo, o de la p¨¦rdida del empleo, tambi¨¦n podr¨ªa llegar a ser pasajero y con el tiempo uno podr¨ªa adaptarse a las nuevas circunstancias, recuperando la felicidad perdida. Esta va a tener que ser, guste o no, la pregunta del mill¨®n para millones de espa?oles. El profesor Bruno Frey, que acaba de estar de visita en Espa?a, sospecha que la respuesta a la pregunta va a ser que no, pero al mismo tiempo considera necesario que la gente haga un esfuerzo grande para adaptarse con resignada serenidad a las nuevas circunstancias.
¡°Ante todo va a ser dif¨ªcil por el alto ¨ªndice de desempleo¡±, me dijo Frey. ¡°Perder el trabajo, o incluso temer que uno lo vaya a perder, genera depresi¨®n, ansiedad, baja autoestima y, en general, una enorme infelicidad¡±. Un grado de infelicidad, seg¨²n han escrito Frey y otros expertos de su rama, comparable a una separaci¨®n matrimonial. Para muchos, perder el trabajo es perder la identidad. Tambi¨¦n va a ser dif¨ªcil adaptarse con la necesaria calma a estos tiempos austeros por el sencillo motivo, dice Frey, de que la gente ha generado altas expectativas en cuanto a bienes y servicios durante a?os de creciente prosperidad. ¡°La gente es muy obstinada, no olvida los buenos tiempos y es reacia a reducir sus expectativas materiales¡±, explica Frey. ¡°Pero eso es, por supuesto, exactamente lo que se debe de hacer, porque si no los espa?oles van a ser muy infelices en los pr¨®ximos a?os. No s¨¦ si tendr¨¢n la sabidur¨ªa necesaria ¡ªser¨ªan muy especiales si la tuvieran¡ª, pero recomiendo que intenten adquirirla¡±.
?Por d¨®nde empezar? Primero, quiz¨¢, como me dijo una vez una persona durante tiempos econ¨®micos dif¨ªciles, optando por un cambio de actitud frente a la vida similar al que debe hacer alguien que ha sobrevivido a un ataque al coraz¨®n. Segundo, fij¨¢ndose en los siete elementos identificados por los economistas especializados en el tema que contribuyen a la felicidad. Los siete son: el dinero, la calidad del trabajo, la salud, relaciones familiares, amistades, valores personales y libertad individual. Ignacio de la Torre, profesor de la escuela de negocios IE, propone que todo el mundo se detenga a hacer una reflexi¨®n personal sobre cu¨¢les realmente deber¨ªan de ser las prioridades en la vida. ¡°En tiempos de boom econ¨®mico la gente se obsesiona con solo uno de los factores, el dinero¡±, me dijo De la Torre. ¡°Los tiempos de crisis permiten arrojar valor sobre los seis que dan felicidad y que no son la renta¡±. ?Y ser¨¢ verdad en este caso, ser¨ªa aceptable ¡ªo incluso de buen gusto¡ª proponer la idea de que tiempos de crisis son tiempos de oportunidad? ¡°Si uno est¨¢ en el paro, si a uno le cuesta dar de comer a su familia, si se ha roto lo b¨¢sico, pues, dif¨ªcilmente va a ver la situaci¨®n as¨ª. Pero hay una parte positiva de la crisis, y es que ofrece una oportunidad para ver qu¨¦ realmente es importante en la vida. Nos permite detenernos a reflexionar si queremos seguir compar¨¢ndonos con otros, cuando la verdad es que siempre va a haber alguien encima, con un coche mejor; o a juzgar si queremos sacrificar valores familiares y amistades en aras de m¨¢s renta¡±.
Una sociedad no es m¨¢s dichosa por ser m¨¢s rica, afirman los expertos
O como me dijo una mujer hace algunos a?os en Estados Unidos que hab¨ªa optado (voluntariamente, eso s¨ª) por trabajar menos horas para dar m¨¢s calidad y valor a su vida, ¡°una vez que llegas a entender realmente lo que necesitas para vivir, y dejas de creer que el ¨¦xito se mide solo en t¨¦rminos econ¨®micos, te liberas¡±.
De lo que se hab¨ªa liberado esta persona tambi¨¦n era de la envidia, de compararse con los dem¨¢s, el punto de partida imprescindible, seg¨²n Ignacio de la Torre, si uno va a tener la posibilidad de hacer el reajuste mental necesario para vivir en relativa paz en tiempos de crisis. Otra opci¨®n, m¨¢s pr¨¢ctica y de especial valor para aquellos que est¨¢n en el paro, es intentar tomar m¨¢s control de nuestras vidas; mostrar iniciativa ¡ªlo cual, en s¨ª, independientemente del resultado, genera autoestima, ergo mayor felicidad ¡ª. Una posibilidad es dedicarse a estudiar, para abrir nuevos caminos o prepararse para el d¨ªa en el que el clima econ¨®mico vuelva a cambiar. Otra es montar una peque?a empresa. Seg¨²n cuenta De la Torre, las se?ales son alentadoras. Ha habido un crecimiento del 6% en 2012 sobre 2011 en Espa?a en la creaci¨®n de nuevas empresas. ¡°Esto es algo nuevo y muy bueno en nuestro pa¨ªs, donde el objetivo siempre ha tendido a ser encontrar trabajo como empleado o funcionario. Un cambio de paradigma. Va como nunca esto en Espa?a, y ya que, junto con profesor universitario, la profesi¨®n con m¨¢s satisfacci¨®n es la de emprendedor, lo veo como muy relevante en cuanto al PIB y la felicidad general. Yo soy muy optimista acerca del futuro econ¨®mico de Espa?a¡±.
Quiz¨¢ las cosas se vean diferentes desde la perspectiva privilegiada del globalmente reconocido IE Business School. Pero, ?cu¨¢l es la alternativa a tomar la iniciativa, a moverse en vez de estar quieto? ?Estar sentado en casa viendo la televisi¨®n a la espera de que vengan tiempos mejores? Esa es la receta para que Espa?a se desplome en los rankings mundiales no solo del PIB, sino tambi¨¦n del PFB. Cambiar los h¨¢bitos mentales y ser positivo es muy dif¨ªcil en los tiempos que corren, quiz¨¢ sea imposible, pero ¡ªotra paradoja¡ª intentarlo hoy es m¨¢s necesario que nunca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.