Todos enga?an
Bastantes de aquellos que acusan a los pol¨ªticos y banqueros de ser ladrones parecen no darse cuenta de que ellos tambi¨¦n lo son, ya que est¨¢n robando al Estado

Manuel Villafaina, due?o del chiringuito Los Manueles, en Torremolinos, tiene la mirada lejana de un veterano sheriff en Dodge City, circa 1880. Se sienta enfrente de m¨ª, acariciando una ca?a en la terraza del restaurante playero donde trabaja desde hace 44 a?os, y me recuerda al curtido guardi¨¢n de la ley que interpreta Tommy Lee Jones en No es pa¨ªs para viejos. Da la impresi¨®n de haberlo visto todo, alguien para quien el mundo dej¨® hace tiempo de ofrecerle sorpresas.
Le pregunto c¨®mo siente la crisis, me contesta que ¡°el turismo no est¨¢ en crisis¡± y prosigue enumerando una serie de datos que cualquiera con una visi¨®n menos impasible de la vida interpretar¨ªa como una advertencia de cat¨¢strofe inminente. Al menos para los espa?oles. Los que veraneaban 15 d¨ªas, ahora lo hacen 10; la familia que iba 12 d¨ªas a comer a Los Manueles, ahora va 6; en los hoteles hay m¨¢s personas que nunca con pensi¨®n completa; el turismo residencial se queda m¨¢s en casa a cenar; los que salen piden m¨¢s sardinas y menos boquerones; las hamacas en la playa est¨¢n vac¨ªas; se ven menos espa?oles y m¨¢s ingleses. ¡°La gente se queja, claro¡±, dice. ¡°Pero es que no hay dinero¡±.
Villafaina es el presidente en la provincia de M¨¢laga de la Asociaci¨®n de Empresarios de Playa. Sabe de lo que habla. La ¡°gente¡± a la que se refiere son sus compa?eros de gremio. El drama que viven ¡ªellos y sus clientes¡ª lo resume as¨ª: ¡°Lo t¨ªpico ahora es que vienen cuatro personas y piden paella para tres. Se lo reparten con mucho cuidado y no queda ni un trocito de arroz en el plato¡±.
Villafaina, asiduo lector de peri¨®dicos, se interesa por hablar con sus clientes alemanes. Les pregunta por qu¨¦ vienen a Espa?a y siempre le dicen lo mismo. ¡°Porque nos encanta c¨®mo sois: la juerga, la alegr¨ªa¡±. Es decir, que vienen en b¨²squeda de algo que no encuentran con tanta facilidad en su pa¨ªs, donde, seg¨²n le cuentan a Villafaina (que toma nota), el ahorro siempre se impone al despilfarro. Y donde la responsabilidad hacia la sociedad en su conjunto tiene el mismo valor que aquello que en Espa?a suele marcar los l¨ªmites de la solidaridad, el amor al pr¨®jimo ¡ªal familiar o al amigo¡ª. Villafaina me habla acto seguido, y con un leve atisbo de indignaci¨®n, de la cantidad de conocidos que tiene ¨²ltimamente que cobran paro y siguen trabajando en lo mismo que antes. ¡°Llaman a los clientes de siempre y les ofrecen facturar sin IVA. Eso los alemanes no lo hacen¡±. Nada nuevo bajo el sol, pero quiz¨¢ aqu¨ª exista parte de la explicaci¨®n de por qu¨¦, en el terreno econ¨®mico, Alemania va bien y Espa?a mal.
Bastantes de aquellos que acusan a los pol¨ªticos y banqueros de ser ladrones parecen no darse cuenta de que ellos tambi¨¦n lo son, ya que est¨¢n robando al Estado. Mucho echar la culpa para afuera y poco mirar para adentro; poco reflexionar que si no cobrasen paro los que trabajan en negro, habr¨ªa m¨¢s dinero para pagar a los empleados de los hospitales. Si hay un lado bueno en tanta trampa es que, como dice Villafaina, hasta la fecha no ha habido una explosi¨®n social. ¡°?C¨®mo se explica si no con casi seis millones de parados?¡±.
Habr¨ªa menos parados si los espa?oles, o una mayor proporci¨®n de ellos, tuvieran una relaci¨®n mejor con el trabajo. Esa es la opini¨®n del director de un hotel de la zona, un extranjero que se tiraba de los pelos al hablarme de la actitud de muchos de sus empleados. ¡°Son deshonestos¡±, me dijo. ¡°No en el sentido de que roban dinero, sino porque tienen metida en la cabeza la idea de que los jefes siempre los explotan y entonces su respuesta es negarse a dar lo mejor de s¨ª. En vez de entender el trabajo como algo que se debe hacer con orgullo y ambici¨®n, lo ven como una pesadez que se tienen que quitar de encima antes de ir a tomarse unas cervezas con los amigos, que es lo que consideran ser el verdadero sentido de la vida¡±.
He aqu¨ª la alegr¨ªa y la juerga que anhelan los alemanes. El precio que se paga es una cultura del trabajo da?ada, algo a lo que creo que se refer¨ªa Villafaina cuando me dijo: ¡°El problema es que todos intentamos enga?ar¡±. El Estado enga?a, ergo yo enga?o al Estado; el empresario me enga?a, pues yo enga?o al empresario. Lo que se necesita en Espa?a es un sheriff que detenga este c¨ªrculo vicioso, que le d¨¦ una gran sacudida a la sociedad para que la gente deje de enga?ar y de sentirse enga?ada. Si no, en un cercano futuro los cuatro clientes del chiringuito Los Manueles pedir¨¢n paella no para tres, sino para dos. Y si Villafaina se descuida, se comer¨¢n no solo el arroz, sino los platos.
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