Sun Myung Moon, l¨ªder evang¨¦lico coreano
Autoproclamado mes¨ªas, construy¨® un imperio religioso y econ¨®mico
Seg¨²n su biograf¨ªa oficial, a Sun Myung Moon (Corea del Norte, 1920) se le apareci¨® Jesucristo a la edad de 16 a?os y le dijo que continuase con su obra. Desde aquel momento, este autoproclamado mes¨ªas dedic¨® su vida a predicar. Ese d¨ªa de Navidad de 1936 fue el origen de todo un movimiento social, religioso y econ¨®mico que alcanz¨® niveles planetarios.
El reverendo Moon, fallecido ayer a consecuencia de una neumon¨ªa a los 92 a?os, fund¨® la Iglesia de la Unificaci¨®n y se convirti¨® en una figura religiosa de primer nivel en la segunda mitad del siglo XX. Sus seguidores se contaban por millones en todo el mundo. Tampoco le faltaron detractores, que criticaban el hermetismo de la organizaci¨®n y acusaron al reverendo de lavar el cerebro a sus adeptos. De ese modo, no tardaron en bautizar su movimiento como la secta Moon.
Poco despu¨¦s de la aparici¨®n divina, el joven Moon se lanz¨® a predicar y difundir su mensaje. No fue recibido de buen grado por las autoridades de Corea del Norte y fue apresado cuando pregonaba en p¨²blico. En la c¨¢rcel fue torturado brutalmente, casi hasta la muerte. En 1950 aprovech¨® la confusi¨®n de la guerra y cruz¨® la frontera rumbo al vecino del sur con algunos de sus adeptos.
En 1954 fund¨® de manera oficial su Iglesia de la Unificaci¨®n, y en poco tiempo su n¨²mero de fieles aument¨® de manera exponencial. Su doctrina combinaba credos cristianos con ense?anzas espiritualistas orientales. A medida que aumentaban sus seguidores crec¨ªan los ingresos de la organizaci¨®n. Moon se convirti¨® en un hombre de negocios con intereses en la construcci¨®n y el turismo y era propietario de varios peri¨®dicos, algunos tan relevantes como el ultraconservador The Washington Times.
El mayor esc¨¢ndalo en el que se vio envuelto el reverendo tuvo que ver con el dinero. Moon pas¨® 18 meses en una prisi¨®n estadounidense por no declarar unos ingresos de 162.000 d¨®lares. El l¨ªder religioso aleg¨® que ¨¦l simplemente administraba ese dinero para su Iglesia.
La llegada de la organizaci¨®n de Moon a EE UU se produjo en 1971 y en un principio no atrajo mucha atenci¨®n. La mayor¨ªa de la gente ve¨ªa a sus seguidores como gente educada y bien vestida que repart¨ªa flores. Pero con los a?os el n¨²mero de moonies ¡ªas¨ª se les conoc¨ªa¡ª se multiplic¨®.
El imperio Moon adquiri¨® pronto gran tama?o y comenz¨® a ser visto con enorme preocupaci¨®n por la Iglesia Cat¨®lica y amplios sectores de la sociedad estadounidense. Su creador ten¨ªa cada vez m¨¢s presencia en los medios de comunicaci¨®n, y sus multitudinarias bodas aparec¨ªan como noticias ex¨®ticas en peri¨®dicos e informativos de televisi¨®n. En 1982, m¨¢s de 2.000 parejas contrajeron matrimonio en el Madison Square Garden de Nueva York por el rito moon. Pero la cifra se queda en una minucia comparada con las 30.000 bodas que se oficiaron al mismo tiempo en Se¨²l en 1992. Lo curioso de esa ceremonia es que muchas de las parejas fueron escogidas a dedo por el propio Moon.
As¨ª contrajo matrimonio el arzobispo cat¨®lico Emmanuel Milingo, que tras romper con la Iglesia en 2001 abraz¨® la fe de Moon para casarse con su acupunturista surcoreana. En Espa?a apenas hay un par de centenares de moonies, pero el movimiento se vio respaldado en 2001 cuando el Tribunal Constitucional les permiti¨® inscribirse en el Registro de Entidades Religiosas.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.