Investigaci¨®n biom¨¦dica: cr¨ªtica en tiempos de crisis
La partida destinada a financiar el Plan Nacional de Investigaci¨®n No Orientada ha sido recortada en m¨¢s de un tercio del total
Nadie puede abstraerse a la profunda crisis de todo tipo (educacional, social, econ¨®mica, moral) que nos agita desde 2007 y que, seg¨²n los d¨ªas, parece no tener fin, al menos para Espa?a y los espa?oles. Esta semana, sin ir m¨¢s lejos, un informe internacional nos coloca en el podio de las naciones con mayor tasa de paro oficial registrada y batimos todos los records cuando hablamos de paro entre la poblaci¨®n adulta joven. Las medidas lanzadas y reclamadas por el Gobierno nacional no parecen surtir el efecto esperado y deseado, pero es que hasta las instituciones internacionales y supranacionales, como la Uni¨®n Europea, parecen titubear ante el drama que se prolonga mucho m¨¢s de lo que los augures previeron desde sus torres de marfil; perd¨®n, de oro. Sin tener mayor conocimiento de causa que muchas otras personas, no quiero hablar m¨¢s de la crisis, en general, pero s¨ª reflexionar sobre un aspecto en concreto de la misma, o dentro de la misma: la investigaci¨®n cient¨ªfica y, particularmente, la que conozco mejor, la investigaci¨®n biom¨¦dica.
Hace escasas fechas (31 de agosto), la OCDE opinaba sobre las medidas tomadas por el Gobierno espa?ol y, apoy¨¢ndolas, se?alaba un punto negro, negro, negro entre ellas: la fuerte ca¨ªda en inversi¨®n en I+D, que es, seg¨²n la OCDE y muchos especialistas, de las escasas partidas de gasto p¨²blico que lejos de verse disminuidas, deber¨ªan aumentar en tiempos de crisis econ¨®mica. La educaci¨®n, en general, y la investigaci¨®n cient¨ªfica como m¨¢xima expresi¨®n de la misma, en particular, son los puntales en los que las sociedades desarrolladas basan su eficacia, su supremac¨ªa y su bienestar. Cada pa¨ªs deber¨¢ identificar aquellas ramas en las que la ciencia que produce es competitiva, porque todo lo que no sea sembrar en terreno abonado y preparado ser¨¢ perder recursos. Dentro de la investigaci¨®n del siglo XXI, la Biomedicina ha escalado a cimas impensadas hace no muchos a?os, que parec¨ªan inalcanzables y que abren insondables oportunidades de cara a mejorar la salud y la calidad de vida de la poblaci¨®n. En Espa?a, la investigaci¨®n biom¨¦dica ha avanzado significativamente en los ¨²ltimos a?os, destacando, quiz¨¢s, los campos de la gen¨¦tica y la oncolog¨ªa, las neurociencias y la inmunolog¨ªa. Sin embargo, tras unas cifras de inversi¨®n p¨²blica en I+D que alcanzaron su z¨¦nit en 2009, desde entonces hemos asistido a una sucesiva e incremental reducci¨®n de los presupuestos a este respecto.
Grosso modo, este a?o vemos c¨®mo la partida destinada a financiar el Plan Nacional de Investigaci¨®n No Orientada, el pan nuestro de cada d¨ªa de los cient¨ªficos en Espa?a (como lo es su equivalente para nuestros colegas en el extranjero), ha sido recortada en m¨¢s de un tercio del total, superando incluso el recorte aplicado a otras partidas. Mientras, nuestros colegas de los pa¨ªses desarrollados, tan amigos como competidores, muchas veces, han visto incrementado sus presupuestos respectivos en Alemania, los EE.UU., Suiza, Suecia, Holanda, etc¨¦tera, siendo dr¨¢sticamente disminuidos a la espa?ola s¨®lo en algunos contados casos, generalmente de la ribera del Mediterr¨¢neo, tambi¨¦n. No hablemos de los pa¨ªses asi¨¢ticos m¨¢s avanzados, incluso de mini-estados, como Singapur. Todos esos colegas, amigos y competidores cuentan con mejores estructuras institucionales, mejores presupuestos y, encima, casi siempre pueden hacer mejor uso de los fondos por la primera de estas caracter¨ªsticas, que incluye su flexibilidad. No quiero aburrir con ejemplos m¨²ltiples que podr¨ªamos poner.
Pero quiero poner especial ¨¦nfasis en el drama que puede suponer para el conjunto de Espa?a, espinita en el pie y espinazo a la vez de la Uni¨®n Europea, el que la investigaci¨®n biom¨¦dica pueda agostarse y agotarse en caso de mantener esta deriva. Porque todos los d¨ªas se nos abre la esperanza de un futuro mejor, con un mayor bienestar, una mayor salud de la poblaci¨®n, una mejor calidad de vida en aras de lo que ha venido a llamarse la medicina personalizada: tratamientos espec¨ªficos para cada paciente, bien dise?ados, bien adaptados a las particularidades de cada enfermo, con las variedades de enfermedad que pueda presentar, de s¨ªntomas, sus necesidades, su perfil alergol¨®gico, etc¨¦tera.
Mucha gente ha sido convencida de que dentro de pocos a?os esa medicina personalizada obrar¨¢ aut¨¦nticos milagros. Puede ser, para ello trabajamos muchos, pero lo que no me cabe duda es que esos progresos, esas nuevas terapias, van a ser muy caras... Los nuevos tratamientos que se est¨¢n esperando en determinadas patolog¨ªas neurol¨®gicas, como la esclerosis m¨²ltiple, por ejemplo, precisar¨¢n de decenas, incluso centenares de miles de euros para tratar a cada paciente cada a?o. Y esos nuevos medicamentos no pueden considerarse, enteramente, como medicina personalizada, senso stricto. Entonces, ?cu¨¢nto puede costar uno de esos tratamientos en un futuro? ?Mucho m¨¢s? Quiz¨¢s s¨ª... Y cuando hemos hecho muy nuestro el derecho a una asistencia sanitaria gratuita y universal, cuando las f¨®rmulas de copago despiertan el recelo y la abierta oposici¨®n de tantos, ?qu¨¦ puede depararnos el futuro? Pinta feo. Pinta feo, s¨ª... La ¨²nica soluci¨®n que parece factible es que esos tratamientos caros sean sufragados no s¨®lo por la persona que lo recibe, no s¨®lo por el sistema sanitario que lo imparte sino por... muchos otros usuarios, particulares e institucionales. Me explico con mayor claridad: muchos de esos medicamentos y terapias personalizadas y milagrosas s¨®lo van a poder llegar al grueso de la poblaci¨®n de una forma que pueda ser econ¨®micamente abordable si surgen como fruto de nuestra investigaci¨®n y de patentes propias.
Dicho de otra forma: sufragar hoy investigaci¨®n biom¨¦dica puede ser la ¨²nica f¨®rmula para poder pagar una sanidad m¨¢s o menos barata en un futuro no tan lejano, que no naufrague en una brecha de coste que suponga que s¨®lo los muy, muy, muy privilegiados puedan costearse. Otros pa¨ªses lo han comprendido bien y a la tradicional apertura que sus clases dirigentes y emprendedoras tienen para la investigaci¨®n cient¨ªfica y el I+D, ahora han unido esta otra simple raz¨®n de no menor peso: el espa?olito de a pie s¨®lo podr¨¢ costearse ese tratamiento si, a la vez que lo sufraga ¨¦l con sus impuestos, lo sufraga tambi¨¦n un paciente alem¨¢n, y dos noruegos, y siete chinos, y dos norteamericanos, y otro de los Emiratos ?rabes que contribuyan por medio de los royalties que genere la comercializaci¨®n del f¨¢rmaco en cuesti¨®n.
Uno mira la inversi¨®n de cada pa¨ªs en investigaci¨®n biom¨¦dica y quiz¨¢s s¨®lo Israel, Singapur, Suiza, Alemania, Holanda, Suecia, Jap¨®n y quiz¨¢s los EE.UU., Francia y el Reino Unido puedan ofrecer en condiciones econ¨®micas razonables esa medicina personalizada que va a llegar m¨¢s pronto que tarde. Y o en pa¨ªses como Espa?a nos ponemos manos a la obra, sin dilaci¨®n, y dise?amos un sistema educativo eficiente, con un segmento de investigaci¨®n fuerte y un dise?o empresarial que, desde los bancos a los distribuidores, pasando por agentes de patentes y fabricantes, favorezca y aproveche al m¨¢ximo la I+D que generemos aqu¨ª o, como reza el Evangelio de San Lucas, "all¨ª ser¨¢ el llanto y el crujir de dientes...". No perdamos m¨¢s tiempo en esta crisis; no sigamos reaccionando como una sociedad inmadura con una clase dirigente inconsciente (porque la quiero pensar inconsciente...): es necesario cimentar, reformar y potenciar todo el sistema de I+D patrio, a todos los niveles. Porque esa reforma ser¨¢ causa general de mejora de nuestra sociedad y, desde luego, ¨²nica semilla posible de nuestra salud futura. A manera de ejemplo, sin duda eso era lo que rondaba por nuestras cabezas al responder, cada uno de su padre y de su madre (m¨¦dicos, investigadores, gestores sanitarios), a una peque?a encuesta pre-electoral en noviembre de 2011, publicada en el Diario M¨¦dico: ¡°A la sanidad y la investigaci¨®n, ni tocarlas¡±.
Fernando de Castro Soubriet es Cient¨ªfico Titular del CSIC, vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurociencia (SENC ) y Jefe del Grupo de Neurobiolog¨ªa del Desarrollo del Hospital Nacional de Parapl¨¦jicos (Toledo)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.