Pol¨ªtica para diletantes
Llevada al extremo, la l¨®gica del populismo exige convertir la pol¨ªtica en una actividad no remunerada. Si, como hace el populismo, se parte de que la vocaci¨®n de servicio p¨²blico es solo una coartada para obtener beneficios privados, entonces nada mejor que impedir la obtenci¨®n de ninguno, incluido el salario de los cargos electos. Solo que, al dejar a los cargos electos sin salario, el populismo completa un giro con el que coloca al Estado moderno en rumbo hacia formas de organizaci¨®n pol¨ªtica anteriores. En las Cortes convocadas por los reyes medievales, ninguno de los participantes pretend¨ªa representar otros intereses que no fueran los de su estamento, y de ah¨ª que no cupiese la idea de que le retribuyesen las arcas del reino, que eran las personales del monarca.
Max Weber subray¨® la estrecha vinculaci¨®n entre el Estado moderno y la burocracia, servida por un cuerpo profesional de funcionarios que fueron reforzando un v¨ªnculo directo con la Administraci¨®n en detrimento del que les un¨ªa al poder pol¨ªtico de turno. Pero el Estado moderno, sobre todo a partir de su evoluci¨®n liberal y democr¨¢tica, introdujo otro cambio decisivo: los participantes en las asambleas inspiradas en las antiguas Cortes medievales comenzaron a representar el inter¨¦s general, no el de unos estamentos que hab¨ªan dejado de existir a efectos legales y pol¨ªticos, ni tampoco el de sus votantes o el de los partidos con los que concurr¨ªan a las elecciones. Remunerar a los diputados por su trabajo era una medida para asegurar su independencia a la hora de representar, y defender, el inter¨¦s general. Por otra parte, era el instrumento imprescindible para exigirles responsabilidades en el cumplimiento de esa representaci¨®n y esa defensa.
Al proponer que se supriman las retribuciones de los diputados regionales, puede que la presidenta de la comunidad aut¨®noma de Castilla-La Mancha, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, haya considerado que la experiencia acumulada en la gesti¨®n del Estado moderno no sirve en situaciones de crisis como las que atraviesa Espa?a. Puede, tambi¨¦n, que solo haya perseguido un nuevo golpe de efecto propagand¨ªstico, haciendo abstracci¨®n de sus formidables consecuencias tanto conceptuales como pr¨¢cticas. De mantenerse indefinidamente esta medida, la selecci¨®n negativa de los cuadros dirigentes que han favorecido la estructura interna de los partidos pol¨ªticos y la Ley Electoral podr¨ªa ser sustituida por una selecci¨®n diferente: la del diletantismo, la de la pol¨ªtica como entretenimiento o como lujo de quienes disponen de tiempo y de recursos para pagarlo.
Apelando a la pedagog¨ªa social, la mayor¨ªa de los cargos electos espa?oles han renunciado a parte de sus salarios desde que estall¨® la crisis. Pero existe una l¨ªnea a partir de la cual la pedagog¨ªa se transforma en otra cosa, y esa es la l¨ªnea que habr¨ªa traspasado la presidenta de Castilla-La Mancha con esta propuesta. La supresi¨®n de los salarios de los diputados transmite un mensaje con vagos aromas no se sabe si antiauton¨®micos o directamente antiparlamentarios; un mensaje que, en resumidas cuentas, dice algo as¨ª como ¡°se?oras y se?ores, esto es lo que de verdad vale esta C¨¢mara¡±.
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