?Reformamos la Constituci¨®n?
El giro independentista en Catalu?a precipita la necesidad de introducir mecanismos federales de integraci¨®n para salvar el Estado de las autonom¨ªas
¡°Este paisaje de desolaci¨®n y de des¨¢nimo solo puede entenderse si nos damos cuenta de que Espa?a ha perdido una guerra, una guerra contra s¨ª misma¡±, afirma el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol. Un viento de derrota recorre efectivamente la geograf¨ªa espa?ola empujando los pasos desafectos de quienes aspiran ahora a buscarse la vida fuera del solar de la vieja naci¨®n de naciones que se supone es Espa?a. ?C¨®mo hemos llegado a la gigantesca manifestaci¨®n independentista de la Diada del pasado 11 de septiembre que tanta perplejidad suscita fuera de Catalu?a?
La crisis econ¨®mica ha hecho estallar las deshilachadas costuras del estado auton¨®mico que naci¨® de la Constituci¨®n de 1978 precisamente con el prop¨®sito de integrar a los nacionalismos vasco y catal¨¢n. Desde esa perspectiva, el fracaso no puede ser m¨¢s clamoroso aunque ahora que regresa el viejo fatalismo del ¡°entre todos la mataron y ella solo se muri¨®¡±, conviene tener en cuenta algunas certezas. A saber: los ¨²ltimos 30 a?os han sido los mejores de Espa?a, nunca en nuestra convulsa historia ha habido tanta sensibilidad auton¨®mica, ning¨²n otro pa¨ªs ha hecho un proceso descentralizador tan intenso y r¨¢pido.
¡°En pol¨ªtica, solo se cambia cuando no queda m¨¢s remedio. Las cosas tienen que empeorar para poder mejorar¡±, ha subrayado el ex primer ministro de Sajonia (Alemania) Georg Milbradt, en un debate sobre la Espa?a auton¨®mica organizado por las fundaciones Konrad Adenauer y Jim¨¦nez Abad. Es un punto de vista alentador, porque seg¨²n esa m¨¢xima estar¨ªamos en la situaci¨®n ¨®ptima para acometer los cambios que la situaci¨®n requiere. De hecho, hay un coro general pol¨ªtico que sostiene que el modelo est¨¢ agotado en su doble vertiente pol¨ªtica y econ¨®mica. Lo admiten el l¨ªder del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y el expresidente del Gobierno de Arag¨®n, Marcelino Iglesias, el diputado del PP Gabriel Elorriaga y el vicepresidente del Parlamento Europeo Alejo Vidal-Cuadras, la diputada de UPyD Rosa D¨ªez y, por supuesto, Jordi Pujol, aunque desde una perspectiva diferente: ¡°Lo de Espa?a ya no me interesa; lo que me preocupa ahora es qu¨¦ vamos a hacer en Catalu?a. ?Sabe usted? Los catalanes tambi¨¦n hemos perdido esta guerra¡±.
?Estamos tan mal que nos atreveremos a vencer el v¨¦rtigo y los temores que hasta ahora han impedido ¡°abrir el mel¨®n constitucional¡±? No parece que quede m¨¢s remedio, con media Catalu?a tocando tambores independentistas y el sistema auton¨®mico a punto de descarrillar.
La Constituci¨®n naci¨® precisamente para integrar los nacionalismos
En contraste con las m¨ªnimas modificaciones realizadas en la Carta Magna espa?ola, Alemania ha hecho 56 reformas constitucionales desde 1949 y es un pa¨ªs estable. He aqu¨ª el diagn¨®stico de los juristas m¨¢s expertos: ¡°Espa?a tiene un sistema federal en lo referente a la distribuci¨®n de las competencias, pero carece de los mecanismos propios federales de integraci¨®n que cohesionan y dan transparencia a esos sistemas¡±. No busquen en la Constituci¨®n una respuesta sobre asuntos cruciales como la financiaci¨®n y la solidaridad auton¨®micas o sobre la espinosa cuesti¨®n de las balanzas fiscales, los flujos financieros o el techo competencial. Tampoco esperen que vaya a aportarles un criterio seguro en las peleas sobre las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas.
La autodeterminaci¨®n no es un derecho reconocido en la Carta Magna. ?No habr¨ªa que reglar civilizadamente el ejercicio de la separaci¨®n, como Canad¨¢ con Quebec, para el caso de que una mayor¨ªa ciudadana se pronuncie claramente por la escisi¨®n? La Constituci¨®n de 1978, ¡ªEspa?a era entonces el pa¨ªs m¨¢s centralista de Europa¡ª, no pod¨ªa prever la evoluci¨®n y generalizaci¨®n auton¨®micas. Los padres constitucionalistas introdujeron una serie de asimetr¨ªas, singularmente, el Concierto Econ¨®mico vasco y el Convenio navarro, que han perturbado el funcionamiento del sistema hasta el punto de que los nacionalistas catalanes justifican su opci¨®n independentista en la negativa a obtener un modelo fiscal similar al vasco.
El Estado de las autonom¨ªas hace aguas once a?os despu¨¦s de haber completado la descentralizaci¨®n administrativa y tras un per¨ªodo benigno en el que los ingresos crearon el espejismo de que se pod¨ªa cargar con todo tipo de gastos y dispendios.
El expresidente Jordi Pujol: "Lo de Espa?a ya no me interesa"
A la ausencia de un Senado representativo de las comunidades aut¨®nomas ¡ª12 a?os ya a la espera de un consenso entre los grandes partidos¡ª, hay que sumar las enormes lagunas competenciales y la extrema debilidad de las relaciones intergubernamentales, limitadas a las conferencias sectoriales de consejeros auton¨®micos y a las muy formales y ocasionales cumbres de presidentes. ¡°Hemos construido una casa donde no hay sala de estar. En los 12 a?os que estuve al frente del Gobierno de Arag¨®n nunca me reun¨ª con los otros presidentes auton¨®micos¡±, destaca Marcelino Iglesias.
La alta conflictividad competencial es la fiebre que ilustra la incomunicaci¨®n, la falta de coordinaci¨®n y cooperaci¨®n y las din¨¢micas contrapuestas que se generan entre las comunidades aut¨®nomas y el Gobierno central. Mientras en Alemania se producen uno o dos conflictos de competencias al a?o, en Espa?a esa cifra se sit¨²a entre los 70 y 80 y las resoluciones tardan entre ocho y diez a?os de media.
Eso permite que el filibusterismo pol¨ªtico est¨¦ a la orden del d¨ªa y se recurra al Constitucional con el prop¨®sito de entorpecer los procesos. El caso del estatuto catal¨¢n, manantial originario de la oleada de frustraci¨®n e irritaci¨®n independentista que agita hoy Catalu?a, es un cat¨¢logo completo de irresponsabilidades y oportunismos pol¨ªticos. En esa hoguera se calcin¨® a fuego lento durante seis a?os el cr¨¦dito del Tribunal Constitucional, tachado de tribunal pol¨ªtico, el prestigio de la justicia y de los partidos y, en gran medida, la relaci¨®n entre Catalu?a y el resto de Espa?a.
Alemania ha hecho 56 reformas constitucionales y es un pa¨ªs estable
¡°Yo no ped¨ª la reforma estatutaria pero no voy a criticar a un expresidente de la Generalitat, no le dir¨¦ que la iniciativa de Pascual Maragall fue aventurera, aunque es verdad que las cosas se hicieron mal¡±, admite Jordi Pujol. ¡°La sentencia de Tribunal Constitucional nos impone una situaci¨®n dram¨¢tica porque Catalu?a solo es viable si tiene un buen Estado de bienestar, si somos un pa¨ªs decente para vivir. Mire, la independencia es imposible y traum¨¢tica, pero ya solo nos queda pelear. Mientras peleemos estaremos vivos¡±, dice el honorable.
?El nacionalismo catal¨¢n podr¨¢ encontrar asiento en una reforma constitucional de clave federalista? ¡°Algo se ha roto. No s¨¦ si el debate puede fructificar porque aunque la semilla sea buena cae ahora en terreno malo. Despu¨¦s de la sentencia, esta Constituci¨®n no puede ser nuestra. Nosotros ya no tenemos Constituci¨®n¡±, afirma el expresidente de Catalu?a. Los nacionalistas catalanes suscribieron en su d¨ªa la Carta Magna, al contrario que el PNV, que muestra en estos momentos su faz menos rupturista. Vista la aversi¨®n de los ¡°nacionalismos hist¨®ricos¡± a la generalizaci¨®n auton¨®mica (¡°ahora cualquier autonom¨ªa se llama nacionalidad¡±, se?al¨® Pascual Maragall), puede decirse que tambi¨¦n las simetr¨ªas, lo que de com¨²n tienen las 17 comunidades, son una fuente permanente de insatisfacci¨®n que empuja a los independentistas a ir m¨¢s y m¨¢s lejos cada vez que sus cotas competenciales son alcanzadas por otras comunidades.
¡°Ha habido una emulaci¨®n artificiosa que se refleja en la expresi¨®n: ¡®Nunca menos que ellos¡¯ y ellos somos los catalanes. En el estatuto valenciano hay incluso una cl¨¢usula que reclama cualquier competencia que otra comunidad pueda obtener¡±, se?ala Jordi Pujol. Pero por emulaci¨®n o por lo que sea, los espa?oles se han hecho autonomistas aunque el futuro financiero resulte comprometedor y dibuje en el horizonte la posibilidad de recomponer el mapa auton¨®mico, de forma que las comunidades, particularmente las peque?as, puedan compartir servicios e infraestructuras.
¡°Puede que no lo diga tanto y tan alto, pero yo no quiero y aprecio a mi pa¨ªs menos que ellos. La diversidad es tan inherente a Espa?a como a la propia Europa¡±, contesta Marcelino Iglesias. ¡°?Tenemos remedio?¡±, se pregunta. ¡°Los 30 a?os de funcionamiento democr¨¢tico nos dicen que s¨ª, pero la cuesti¨®n es si somos capaces de seguir conviviendo. Debemos acabar con la vieja tentaci¨®n de la humanidad de resolver los conflictos con una guerra cada 20 a?os. Cuando se hizo la Constituci¨®n, la renta per c¨¢pita de los espa?oles era de 5.000 d¨®lares y ahora de m¨¢s de 30.000 [unos 22.000 euros]¡±, indica. ¡°Siempre que alguien ha querido ser diferente, los dem¨¢s han querido ser diferentes. El modelo est¨¢ agotado. Hay que reformarlo, pero no para dar satisfacci¨®n a los nacionalismos, sino para que el sistema mismo sea viable¡±, afirman Javier Elorriaga y Rosa D¨ªez, partidaria de refundar el Estado a trav¨¦s de un proceso constituyente.
Reformar con, sin o a pesar de los nacionalistas es una clave a despejar. ¡°Hay que articular el Estado de forma eficiente e integrar las voluntades de autogobierno de Catalu?a y Euskadi. No debe ser un debate de Catalu?a contra Espa?a, sino entre quienes defienden la independencia y los que no. Aqu¨ª no puede haber vencedores y vencidos. La reforma debe aportar claridad, todo el mundo debe saber lo que supone el s¨ª y el no a la separaci¨®n¡±, explica el profesor de Derecho Constitucional Jos¨¦ Tudela. ¡°Habr¨¢ que reformar la Constituci¨®n tambi¨¦n en el caso de que Catalu?a se separe, habida cuenta de que Espa?a sin Catalu?a ya no ser¨ªa Espa?a¡±, apunta el jurista Javier Garc¨ªa Roca. Cree urgente acometer una reforma que ¡°organice, limpie la casa y habilite la salida del que quiera irse¡±. En esta comprometida situaci¨®n, su divisa es: ¡°Frente a la crisis del federalismo, m¨¢s federalismo¡±. La de Rosa D¨ªez a?ade un matiz: ¡°Ante la crisis de las autonom¨ªas, m¨¢s autonom¨ªa para el Estado federal¡±. La sensaci¨®n de que la Espa?a auton¨®mica ha entrado en una fase de deterioro irreversible pesa como una losa en los debates de los estudiosos del problema. ¡°La reforma llega tarde¡±, dicen los catalanes. ¡°Pero m¨¢s vale tarde que nunca, no hay que darse por vencidos¡±, les responden.
"Hemos construido una casa sin sala de estar", dice Marcelino Iglesias
En el cap¨ªtulo de los agravios, Jordi Pujol puede remontarse al siglo XVI y recitar este terrible panfleto callejero, obra del gran Quevedo: ¡°Mientras haya piedras en el campo y catalanes habr¨¢ guerra¡±, como prueba de que ¡°en el fondo, la mentalidad espa?ola no comprende la autonom¨ªa¡±. Sin fijar la vista tan lejos, el nacionalismo catal¨¢n bien podr¨ªa reconocer su parte de responsabilidad en las ofensas gratuitas y admitir la existencia en Espa?a de federalistas sinceros.
Para contribuir a deshacer los equ¨ªvocos interesados y las grandes manipulaciones, ?no habr¨ªa que pensar ya en gestos y manifestaciones que expresen los sentimientos que muchos espa?oles albergan hacia Catalu?a? ¡°Catalanes, no os vay¨¢is. No es verdad que os despreciemos y que rechacemos vuestra lengua y vuestra cultura. Hay mucho de vosotros que admiramos. Casi todo se puede arreglar con honestidad y buena fe. Somos vuestros amigos, vuestros vecinos, vuestros hermanos desde hace siglos. No os convirt¨¢is ni nos convirt¨¢is en extranjeros. Os queremos con nosotros. Sin vosotros no hay Espa?a¡±. Por ejemplo.
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