Ahora voy a contarles toda la verdad
Las memorias de exgobernantes se venden como reveladoras de grandes secretos Decepcionan siempre El pol¨ªtico es pol¨ªtico
Existe un consenso universal: los libros de memorias de los pol¨ªticos contempor¨¢neos suelen decepcionar a quienes los leen, que suelen ser apenas una peque?a fracci¨®n de los que los compran. Se presentan como portadores de grandes y pol¨¦micas revelaciones, pero, a la hora de la verdad, menos lobos, Caperucita. No hay secretos de Estado porque no puede haberlos: el pol¨ªtico que los contara quedar¨ªa estigmatizado para siempre, y con ¨¦l, su partido. Como mucho, contienen algunas an¨¦cdotas y varios ajustes de cuentas con rivales y, casi con mayor frecuencia, correligionarios. Por supuesto, poca o nula autocr¨ªtica: el pol¨ªtico, incluso tras haber dejado el poder, est¨¢ convencido de que no pudo hacer las cosas de otra manera, aplastado como estaba por la realidad.
Si al menos desprendieran sinceridad y estuvieran bien escritas, esos libros podr¨ªan ser m¨¢s interesantes. Pero la franqueza parece ser una virtud que los pol¨ªticos que terminan triunfando llegan a ver como un vicio, y en cuanto a la calidad de la prosa, las actuales generaciones de profesionales de la conquista y el mantenimiento del poder est¨¢n muy lejos de los Winston Churchill, Manuel Aza?a y Charles De Gaulle.
Nada de eso impide que los pol¨ªticos que se lanzan a ese g¨¦nero reciban adelantos millonarios y que, en no pocos casos, sus memorias se vendan muy bien. Los seguidores incondicionales de tal o cual exgobernante que potencialmente pueden comprar su libro se cuentan por decenas de miles, cientos de miles, millones en el caso de Estados Unidos. Y la promoci¨®n est¨¢ garantizada: los medios siempre est¨¢n dispuestos a acoger al ex que reaparece para contar la verdad, toda la verdad y nada m¨¢s que la verdad.
No es extra?o, pues, que Espa?a se haya ido incorporando al g¨¦nero, y cada vez con menor distancia entre la salida del palacio y la aparici¨®n del libro. Ahora mismo, Jos¨¦ Bono, ex presidente de Castilla-La Mancha y del Congreso de los Diputados, promociona el primer tomo de Les voy a contar, unas memorias basadas en los diarios que ha ido llevando durante su carrera pol¨ªtica. Lo m¨¢s rese?able son las pullas que le lanza al que fuera su gran rival en el seno de la familia socialista, Alfonso Guerra, al que presenta como ¡°un perito en intrigas¡± y alguien que ¡°tiene una idea del poder en la que s¨®lo caben subordinados¡±.
Se desprende de este libro algo tal vez no pretendido por su autor: la atm¨®sfera de conspiraci¨®n permanente en la que parece moverse la dirigencia socialista en la ¨²ltima d¨¦cada del pasado siglo, con Gonz¨¢lez, Guerra, Serra, Bono, Borrell y Almunia como protagonistas. Y, al fondo, un Rubalcaba que, en el momento en el que la c¨²pula va a regresar en avi¨®n desde Bilbao, donde ha asistido al entierro de Ram¨®n Rubial, a Madrid, bromea as¨ª: ¡°Me dan ganas de quedarme en el aeropuerto porque, si se produce un accidente, yo ser¨ªa el ¨²nico sustituto de todos vosotros¡±.
No desvelan cuestiones de Estado porque quedar¨ªan estigmatizados
Es sabido: al final se llevar¨ªa el gato al agua un entonces desconocido pol¨ªtico leon¨¦s llamado Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que liderar¨ªa el PSOE durante la primera d¨¦cada del siglo XXI, obtendr¨ªa dos victorias consecutivas en las legislativas y terminar¨ªa siendo sustituido por¡ Rubalcaba. A comienzos de este a?o se inform¨® de que Planeta le ofrec¨ªa a Zapatero unos 700.000 euros por sus memorias, una cifra semejante a la recaudada por Bono. El leon¨¦s rechaz¨® la propuesta, aunque, eso s¨ª, se puso a escribir un libro sobre los asuntos econ¨®micos que amargaron sus ¨²ltimos a?os en La Moncloa. Y a su redacci¨®n parece que dedica ahora buena parte de su tiempo. El pasado junio, citando fuentes pr¨®ximas al ex presidente, Luis R. Aizpeolea augur¨® en EL PA?S que ¡°ser¨¢ autocr¨ªtico, pero no cr¨ªtico hacia otros¡±. Veremos.
En todo caso, los rifirrafes en p¨²blico de la familia socialista espa?ola son pescozones al lado de los navajazos que se han propinado los laboristas brit¨¢nicos en una serie de recientes libros de memorias.
Tony Blair cobr¨® 5 millones de libras (6,1 millones de euros) de Random House por A Journey (Un viaje), unas memorias publicadas en 2010 en las que pone a caldo a Gordon Brown, su n¨²mero dos y rival en el Partido Laborista y su sucesor en Downing Street. Poco antes, las memorias de otro l¨ªder del nuevo laborismo, Peter Mandelson, conocido popularmente como el Pr¨ªncipe de las Tinieblas, hab¨ªan confirmado la intensidad de la tirria que Blair le ten¨ªa a Brown, al que, seg¨²n Mandelson, tildaba de ¡°loco, malvado y peligroso¡±.
Pero lo que m¨¢s llam¨® la atenci¨®n de los tabloides brit¨¢nicos en el libro de Blair fue su defensa de las aventuras extramatrimoniales de algunos de sus ministros, a los que justifica afirmando que las mujeres intentan seducir a los pol¨ªticos con un empe?o que no usan con otros, excepto con los ¡°multimillonarios feos¡±. ¡°El poder¡±, escribe, ¡°es una especie de afrodisiaco¡±. Blair tambi¨¦n le echa un capote a su amigo Bill Clinton: si minti¨® sobre sus amor¨ªos con Monica Lewinsky fue solo ¡°para proteger a su familia¡±.
La historiadora Isabel Burdiel afirma que una de las grandes diferencias entre las memorias, las autobiograf¨ªas y los diarios de espa?oles y anglosajones, y eso vale tanto para los pol¨ªticos como para los dem¨¢s, es que los primeros establecen una clara separaci¨®n entre la vida privada y la p¨²blica, eludiendo de modo clamoroso la primera. En cambio, los anglosajones no hacen una distinci¨®n tan clara y hablan de modo m¨¢s suelto sobre sus asuntos personales y familiares.
En efecto, Blair no reh¨²ye en A Journey hacer alguna velada alusi¨®n a sus relaciones carnales con su esposa: ¡°Aquella noche del 12 de mayo de 1994, yo necesitaba ego¨ªstamente el amor que Cherie me dio. Lo devor¨¦ para tomar fuerzas. Fui un animal siguiendo mi instinto¡±. Tambi¨¦n revela que, de joven, intent¨® colarse en el saco de dormir de su mejor amiga, la ¡°sexy y exuberante¡± Anji Hunter, en una fiesta en Escocia. ¡°Sin ¨¦xito¡±, precisa. Y cita la detenci¨®n de su hijo Euan a los 16 a?os de edad por alcoholismo. Euan durmi¨® esa noche en la cama de sus padres en Downing Street, aunque Blair piensa que hubiera sido mejor que la pasara en una celda.
Lo m¨¢s rese?able que dice Bono son las pullas a Guerra, ¡°perito en intrigas¡±
Pero incluso en el caso anglosaj¨®n, la transparencia tiene sus l¨ªmites. En un art¨ªculo publicado en 2010 y titulado ?Por qu¨¦ las memorias de los pol¨ªticos son tan decepcionantes?, el historiador brit¨¢nico Dominic Sandbrook contaba que la gran mayor¨ªa son una sucesi¨®n de ¡°banquetes de Estado y cumbres econ¨®micas¡±, una catarata de p¨¢ginas ¡°secas de cualquier vida, sabor o color¡±. Sandbrook le hab¨ªa dado vueltas al asunto de por qu¨¦ no aprovechan el que supuestamente ya est¨¢n retirados para liberar su pluma, contar la verdad, descargar su conciencia y entretener a los lectores. Al final, hab¨ªa llegado a esta conclusi¨®n: ¡°Se me hab¨ªa olvidado que eran pol¨ªticos¡±.
S¨ª, lo siguen siendo hasta el final: buscadores del aplauso de cuantos m¨¢s mejor, encubridores de sus dudas y debilidades, adictos a las maquinaciones, profesionales de la autojustificaci¨®n. En cientos de p¨¢ginas, Blair no expresa, ni tan siquiera de pasada o de modo indirecto, el menor lamento por su mayor error pol¨ªtico: la guerra de Irak.
?Escriben, pues, libros los pol¨ªticos tan solo para sacarle dinero a su notoriedad? Esa es, sin duda, una raz¨®n importante, pero conced¨¢mosles tambi¨¦n el deseo de explicarse, de exponer su visi¨®n del mundo y de detallar el porqu¨¦ de sus decisiones, incluidas aquellas que sus electores no esperaban de ellos. El problema, sin embargo, es que luego no terminan de hacerlo y sus textos suenan una y otra vez a absoluciones que ellos mismos se conceden.
Clinton cobr¨® 15 millones de d¨®lares (11,5 millones de euros) de la editorial Knopf por Mi vida, las memorias que public¨® en 2004. Pese a ser el adelanto m¨¢s rumboso de la historia, el libro no est¨¢, desde luego, a la altura de cl¨¢sicos de la literatura pol¨ªtica estadounidense como los vitri¨®licos diarios de John Quincy Adams. O de otras memorias contempor¨¢neas como El largo camino hacia la libertad, de Nelson Mandela o Los sue?os de mi padre, de Barack Obama. Eso s¨ª, vendi¨® 2,3 millones de ejemplares tan solo en su versi¨®n en ingl¨¦s.
Ayudado por Justin Cooper, un editor profesional, Clinton dedic¨® dos a?os y medio a esa obra. Le sali¨® un tru?o de 1.008 p¨¢ginas que provoc¨® bromas en los programas humor¨ªsticos nocturnos de la tele estadounidense del tipo de: ¡°Tengo que confesarlo, no he le¨ªdo todo el libro, me qued¨¦ en la p¨¢gina 12.000¡±. Encuestas publicadas despu¨¦s revelaron que solo el 30% de los compradores hab¨ªan terminado de leerlo.
Los espa?oles hacen una clara separaci¨®n entre vida p¨²blica
Aquellos que buscaban detalles sobre la relaci¨®n de Clinton con la becaria Lewsinky, o sea, la gran mayor¨ªa, se quedaron con las ganas. Quiz¨¢ puedan saciarlas pronto porque, al parecer, Lewinsky est¨¢ escribiendo sus propias memorias. Seg¨²n ha adelantado la prensa anglosajona, est¨¢ dispuesta a publicar las ¡°cartas de amor¡± que le envi¨® el entonces presidente y a contar su afici¨®n por los tr¨ªos sexuales.
Blair cuenta que se llevaba muy bien con Diana de Gales. ¡°Los dos¡±, escribe, ¡°¨¦ramos a nuestro modo gente manipuladora, capaz de percibir con rapidez las emociones de los otros y de jugar instintivamente con ellas¡±. Pero no va tan lejos en la explotaci¨®n de la leyenda de su compatriota como el franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing. En una reciente novela, La Princesse et le Pr¨¦sident, el muy serio Giscard sugiere que, en sus tiempos de presidente de la Rep¨²blica Francesa, tuvo una relaci¨®n amorosa con la esposa del heredero de la Corona brit¨¢nica. Aunque el texto se presente como ficci¨®n, el autor da tantos detalles que la duda ha quedado sembrada en la prensa del coraz¨®n.
Lo m¨¢s probable es que Giscard fantasee en esa obra, as¨ª que, una vez en Francia, resulta m¨¢s provechoso recordar que ese pa¨ªs dio en el siglo XX algunos ejemplos espl¨¦ndidos de libros de recuerdos pol¨ªticos, entre ellos, las M¨¦moires de guerre, del general De Gaulle, que escrib¨ªa con mucho estilo, y Les Ch¨ºnes qu'on abat, de su colaborador Andr¨¦ Malraux, que era un escritor profesional. Una y otra son obras situadas en el nivel de excelencia literaria de las que est¨¢n consideradas las mejores memorias pol¨ªticas del siglo XX: las del brit¨¢nico Winston Churchill.
Churchill, el primer ministro que lider¨® la resistencia del Reino Unido frente a la Alemania nazi, siempre se consider¨® m¨¢s un escritor que otra cosa y durante largos periodos se gan¨® la vida como periodista e historiador. Sus textos autobiogr¨¢ficos como My Early Life y The World Crisis tienen tanta calidad que le valieron el Premio Nobel de Literatura. Pero Churchill ten¨ªa un defectillo: se llevaba documentos secretos oficiales a su casa y los usaba para sus libros, as¨ª que, cuando ¨¦l dej¨® Downing Street, las autoridades brit¨¢nicas tuvieron que establecer unas hasta entonces inexistentes reglas para impedir la repetici¨®n de ese comportamiento en el futuro.
Tambi¨¦n tuvo la Espa?a del siglo XX muy buenos memorialistas pol¨ªticos. El presidente de la Rep¨²blica Manuel Aza?a es el indiscutible, pero tambi¨¦n lo fueron Ram¨®n Serrano Su?er, el cu?ado de Franco, y, en la izquierda, Jorge Sempr¨²n con Autobiograf¨ªa de Federico S¨¢nchez, redactada en castellano, y Federico S¨¢nchez se despide de ustedes, redactada en franc¨¦s.
Ya s¨¦ lo que se est¨¢n preguntado a estas alturas: ?escriben siempre los pol¨ªticos sus memorias? Pues la verdad es que en algunos casos s¨ª, y, entre los contempor¨¢neos, eso suele notarse para mal. Tras otros libros se esconde, sin embargo, la mano de un negro, un escritor profesional. El problema surge cuando se intenta ocultar a toda costa como le ha ocurrido a Sarah Palin. La muy derechista exgobernadora de Alaska y fallida candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en 2008 public¨® el a?o siguiente un libro autobiogr¨¢fico de 413 p¨¢ginas, Going Rogue, que dijo haber escrito en apenas cuatro meses. Muchos no se lo creyeron y algunos facilitaron incluso el nombre del ghostwriter, un tal Lynn Vincent, de la revista cristiana World.
Suelen tener los pol¨ªticos dos caracter¨ªsticas muy desarrolladas: la capacidad para tragar sapos y culebras y seguir sonriendo como si tal cosa, y una vanidosa pasi¨®n por los micr¨®fonos y las c¨¢maras. As¨ª que la publicaci¨®n de un libro de memorias es un modo bastante bueno para reaparecer tras la derrota haciendo el signo de la victoria.
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