Y ahora, la nueva evangelizaci¨®n
Medio siglo despu¨¦s del Concilio, Benedicto XVI defiende la vigencia de sus mensajes La Iglesia se enfrenta como entonces a la p¨¦rdida de influencia
Hace 50 a?os, un d¨ªa como hoy, Joseph Ratzinger ya estaba aqu¨ª. Ten¨ªa 35 a?os, era un joven profesor de teolog¨ªa y en el lugar que ¨¦l ocupa ahora estaba Juan XXIII ¡ªel Papa bueno¡ª inaugurando el Concilio Vaticano II. ¡°Se celebr¨® en una ¨¦poca¡±, record¨® ayer Benedicto XVI, ¡°en la que los hombres estaban m¨¢s apegados al reino de la tierra que al de los cielos, un tiempo en el que olvidarse de Dios era habitual¡±. Al evocar aquella ¨¦poca, el ya anciano Ratzinger parece estar describiendo la crisis de fe actual y, tal vez por eso, sigue defendiendo con fuerza, incluso con beligerancia, la vigencia de aquel ¡°gran evento eclesial¡± que dur¨® tres a?os (1962-1965), clausur¨® Pablo VI y al que asistieron 2.540 obispos, de los cuales 69 a¨²n viven. ¡°Los documentos surgidos del Concilio Vaticano II siguen siendo¡±, dijo Ratzinger ante miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro, ¡°una br¨²jula que permite a la nave de la Iglesia navegar en mar abierto, en medio de tempestades o en aguas calmas¡±.
Ratzinger: ¡°Pude ver a una Iglesia viva, una experiencia ¨²nica¡±
Hace tiempo que la Iglesia cat¨®lica no conoce aguas calmas, pero tampoco son habituales tempestades como las actuales. Para que el Papa pueda celebrar el aniversario del Concilio ¡ªe inaugurar el A?o de la Fe y el S¨ªnodo de los obispos¡ª con cierta tranquilidad medi¨¢tica, el Vaticano ha juzgado y condenado en tiempo r¨¦cord al mayordomo Paolo Gabriele por robar la correspondencia privada de Joseph Ratzinger. La importancia del asunto, mucho m¨¢s all¨¢ de si Gabriele actu¨® solo o en compa?¨ªa de otros, es que los documentos describen con nitidez las miserias de la Curia. Los m¨¢ximos responsables de dirigir espiritualmente a m¨¢s de 1.100 millones de cat¨®licos parecen haber perdido la br¨²jula y el norte en medio de guerras de poder. A pesar de sus 85 a?os, de su delicada salud y de su aislamiento de la Curia, Joseph Ratzinger quiere poner a la Iglesia a reflexionar sobre su verdadera funci¨®n. Su hilo de voz no disimula la cr¨ªtica: ¡°Hay que volver a los documentos del Concilio Vaticano II. Hay que liberarlos de la masa de publicaciones que muchas veces, en vez de darlos a conocer, los esconden. Lo m¨¢s importante es que se vea con claridad que Dios est¨¢ presente¡±.
Al evocar sus recuerdos del Concilio, Joseph Ratzinger dej¨® claro que las preocupaciones de Juan XXIII, durante la inauguraci¨®n, y de Pablo VI, en la clausura, siguen siendo las suyas: el ¡°olvido y la sordera¡± hacia Dios, la necesidad de volver a repasar la primera lecci¨®n, ¡°la fe en Dios¡±. De ah¨ª que, pasando por encima de los problemas coyunturales de la Iglesia cat¨®lica, que son muchos y muy variados, Benedicto XVI haya dado indicaciones pastorales muy concretas, a trav¨¦s de la Congregaci¨®n de la Doctrina de la Fe, para que durante el A?o de la Fe se produzca una aut¨¦ntica ofensiva, una ¡°nueva evangelizaci¨®n¡±. En el ¨¢mbito de la Iglesia universal, el Papa pide alentar las peregrinaciones a ¡°la Sede de Pedro¡± y a Tierra Santa, as¨ª como a los principales santuarios para que los fieles puedan dirigirse ¡°con particular devoci¨®n¡± a Mar¨ªa. Ratzinger quiere tambi¨¦n poner el acento en la Jornada Mundial de la Juventud y en una asignatura pendiente m¨¢s del Concilio Vaticano II: ¡°La restauraci¨®n de la unidad entre todos los cristianos¡±.
Los documentos del mayordomo del Papa describen las miserias de la Curia
Con 50 a?os de diferencia, las preocupaciones de Juan XXIII cuando convoc¨® el Concilio y las de Benedicto XVI ahora son muy parecidas. La p¨¦rdida de influencia de la Iglesia en la vida actual y la falta de nervio, la sensaci¨®n de debilidad que irradian los que, sinti¨¦ndose parte de ella, no demuestran sentirse orgullosos. Ratzinger record¨® que Juan XXIII convoc¨® inesperadamente aquel evento eclesial porque estaba convencido de que ¡°la fe ten¨ªa que hablar de una manera renovada, m¨¢s incisiva, porque el mundo estaba cambiando r¨¢pidamente¡±. El arzobispo Rinio Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelizaci¨®n, dijo recientemente que ¡°la crisis de fe es la expresi¨®n dram¨¢tica de una crisis antropol¨®gica que ha dejado al hombre a su suerte¡±.
Durante los d¨ªas pasado, al Papa se le ha visto evocar con cierta melancol¨ªa sus vivencias de aquel encuentro. ¡°Pude ver a una Iglesia viva, fue una experiencia ¨²nica. Pocas veces en la historia se puede tocar como entonces la universalidad de la Iglesia. El mensaje que surgi¨® fue el de llevar el Evangelio a los confines de la tierra¡±. Juan XXIII muri¨® al a?o siguiente de inaugurar el Concilio. Medio siglo despu¨¦s, Benedicto XVI, a sus 85 a?os, pretende devolver la br¨²jula a una Iglesia perdida en medio de sus propias tempestades.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.