Nubes en un cielo a¨²n sereno
En Espa?a la crisis est¨¢ golpeando con especial dureza a la poblaci¨®n inmigrada. Sus niveles de desempleo son aun m¨¢s astron¨®micos que los de la poblaci¨®n general, y lo mismo ocurre con las proporciones de parados de larga duraci¨®n y de familias que tienen todos sus componentes en paro. Para no pocos inmigrantes la p¨¦rdida del puesto de trabajo conlleva la del permiso de residencia, lo que supone una irregularidad sobrevenida que se extiende a sus hijos. En t¨¦rminos generales, la crisis est¨¢ suponiendo la agravaci¨®n de los rasgos que permit¨ªan calificar de desfavorecida su inserci¨®n en el mercado de trabajo. Las implicaciones sociales de tal deterioro no son menos severas, empezando por el aumento de las situaciones de emergencia y exclusi¨®n.
Y, sin embargo, el clima social en el que se desenvuelve el fen¨®meno de la inmigraci¨®n en Espa?a no registra los grados de crispaci¨®n observables en pa¨ªses menos castigados por la crisis. Ello puede resultar sorprendente, sobre todo para observadores situados allende nuestras fronteras. Pero lo es menos si se recuerda que el boom inmigratorio casi sin parang¨®n que Espa?a experiment¨® en los a?os que precedieron a la crisis tampoco fue acompa?ado de grandes tensiones sociales o pol¨ªticas. No es de extra?ar que tanto el fenomenal crecimiento de la poblaci¨®n inmigrada como la acogida sosegada y madura brindada por la sociedad espa?ola atrajeran atenci¨®n internacional. Las razones de esta relativa excepcionalidad no son f¨¢ciles de identificar. No debe ser ajeno a ella el fuerte predominio de j¨®venes adultos en la poblaci¨®n inmigrada, con su elevada tasa de actividad econ¨®mica, y el amplio consenso existente acerca de su positiva contribuci¨®n a la econom¨ªa. Tambi¨¦n ha debido influir una cultura pol¨ªtica profundamente reformulada en los a?os de la Transici¨®n, fuertemente igualitarista y proclive al reconocimiento universal de derechos, que seguramente subyace a los considerables esfuerzos desplegados por diversos poderes p¨²blicos en pro de la integraci¨®n, en estrecha colaboraci¨®n con un vigoroso tercer sector.
Pese a su extremada severidad, la crisis no ha alterado significativamente el clima social en el que se desenvuelve la inmigraci¨®n, aunque sin duda ha deparado un contexto mucho m¨¢s adverso y algunos motivos de preocupaci¨®n. Ha proporcionado un caldo de cultivo m¨¢s propicio a los intentos de un pu?ado de min¨²sculos partidos populistas xen¨®fobos de capitalizar el malestar existente, pero sus resultados han sido acusadamente magros hasta la fecha. Aunque las orientaciones de la opini¨®n p¨²blica no han registrado vuelco alguno, disminuye la proporci¨®n de los que basaban su aceptaci¨®n de la inmigraci¨®n en las necesidades del mercado de trabajo y en su contribuci¨®n a la econom¨ªa; y aumenta la de los que creen que los inmigrantes reciben un trato m¨¢s favorable que otros grupos desfavorecidos. El aumento de las necesidades en materia de integraci¨®n coincide con la reducci¨®n en las diversas Administraciones de las partidas presupuestarias destinadas a ella, incluyendo las subvenciones a las ONG. Finalmente, medidas como la eliminaci¨®n del pleno acceso de los inmigrantes en situaci¨®n irregular a la sanidad y la educaci¨®n, aut¨¦ntica pieza maestra de nuestro sistema de integraci¨®n, junto con indicios que apuntan a un menor compromiso del Gobierno del PP con la inmigraci¨®n y la integraci¨®n, constituyen nubes adicionales que ensombrecen un cielo a¨²n mayoritariamente despejado.
Joaqu¨ªn Arango es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid y hasta hace pocos meses fue presidente del Foro para la Integraci¨®n Social de los Inmigrantes.
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