¡°Mi estado natural es vivir siempre amargado¡±
La orfandad marca la vida de uno de los exasesores de Fran?ois Mitterrand
Serge Moati, en realidad Henry Ha?m Moati, de 66 a?os, es un tipo curioso y singular al que no le gusta poner nombre a las cosas. Las dos ¨²nicas que s¨ª entra a definir y discutir son la sociedad ¡ªle hipnotiza¡ª, y el juda¨ªsmo, religi¨®n que profesa y que para ¨¦l ha sido ¡°una faena¡± tanto por la carga existencial de esta creencia como por la larga historia de persecuci¨®n, expulsi¨®n y holocausto, explica.
Multidisciplinar y polifac¨¦tico, Moati es director de documentales y del festival de Luchon ¡ªel equivalente al de Cannes para la televisi¨®n¡ª, productor, periodista y escritor. Y ha coqueteado con alguna que otra actividad. En su curr¨ªculo destaca su etapa como asesor de comunicaci¨®n audiovisual del presidente franc¨¦s Fran?ois Mitterrand. En 1974, en los debates televisivos entre candidatos a la presidencia francesa, los periodistas no pod¨ªan intervenir, se limitaban a enunciar las reglas del juego y controlar el tiempo de uso de la palabra de cada uno de los aspirantes, pero esta regla se modific¨® en 1981, gracias a Moati. Este tunecino consigui¨® ¡ªno sin ¡°largas horas de lucha¡±¡ª convencer a los asesores del presidente Val¨¦ry Giscard d¡¯Estaing de que era necesario dejar a los periodistas hacer su trabajo. Cosas del destino, Mitterrand sali¨® victorioso del debate. Hoy, este formato televisivo sigue vigente en Francia.
Moati vive obsesionado y maravillado por la religi¨®n de Yahv¨¦, el paso del tiempo y sus paradojas. Reconoce que ser jud¨ªo es ¡°una carga para el alma¡±, que se convierte en insoportable en la adolescencia cuando los dem¨¢s chavales descubren ¡°que el pito del jud¨ªo es distinto¡±. Esta es una de las razones por las que probablemente decidi¨® abandonar de cr¨ªo el deporte.
En la adolescencia los dem¨¢s chavales descubren que el pito del jud¨ªo es distinto"
La vida de Moati cambi¨® tras cumplir los 11 a?os. El 16 de agosto, un d¨ªa antes de su cumplea?os, su padre muri¨®. ¡°Esto me jodi¨® la vida para siempre¡±, explica, porque su progenitor le arrebat¨® su fiesta. Dos meses despu¨¦s, su madre fallec¨ªa. El peque?o Henry se convirti¨® en un hu¨¦rfano m¨¢s en T¨²nez. Busc¨® durante a?os en la familia de sus amigos el reflejo de un hogar en el que sentirse amado, pero odiaba que le mirasen como el ni?o que hab¨ªa que adoptar, ¡°el pobrecito m¨ªo¡±. Entonces se cruz¨® el cine en su vida, lo ¨²nico capaz de sacarle de su orfandad (palabra que repite a menudo). ¡°Pero cuando eres hu¨¦rfano el sentimiento de abandono, tristeza y melancol¨ªa te persiguen¡± y han hecho que su estado natural sea ¡°el de vivir siempre amargado¡±.
Moati es incapaz de describirse a s¨ª mismo. Le hubiese gustado ser escen¨®grafo, porque a ¨¦l le gusta mandar como a Napole¨®n, o haber sido Alfred Hitchcock, y ¡ªcomo so?ar es gratis¡ª presidente de la Rep¨²blica. ?No es algo pretencioso? ¡°S¨ª, pero me da igual¡±.
Con su aspecto bonach¨®n observa a los camareros que van y vienen con los platos a trav¨¦s de sus peque?as gafas de estilo Harry Potter. Tiene muchas. Las colecciona para poder combinarlas, cada d¨ªa delante del espejo, con sus camisas y corbatas.
¡°Soy presumido¡±, admite sonriendo mientras degusta su postre, un yogur con miel. Otra de sus adicciones, confesables, son los atardeceres rojizos del Mediterr¨¢neo tunecino, los sellos y ¡°no dejar para ma?ana lo que puedes hacer hoy¡±.
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