¡°El electrodom¨¦stico era una trampa para la mujer¡±
El interiorista posee la mayor colecci¨®n de aparatos del hogar de Europa
El interiorista Andr¨¦s Alfaro Hofmann no naci¨® en Weimar sino en Valencia (1957), aunque se inserta mejor en la doctrina de la Bauhaus que en la del Museo Fallero. Su adicci¨®n al dise?o y a la fisiolog¨ªa de los aparatos le ha llevado a reunir una ins¨®lita colecci¨®n de electrodom¨¦sticos que con el tiempo ha adquirido tanto sentido y sistematizaci¨®n que es la m¨¢s importante de Europa en objetos cotidianos. Ahora alcanza ya las 5.000 piezas, cuenta con un espacio de exhibici¨®n permanente desde hace 10 a?os en su estudio de Godella (Valencia) y es motivo de peregrinaje para los estudiantes de dise?o.
El dise?ador, hijo del escultor Andreu Alfaro y nieto de uno de los mayores fabricantes de ¨¢lbumes fotogr¨¢ficos y marcos, ha evitado que la suya sea una colecci¨®n elitista. Quiere que el p¨²blico se reconozca en ella. ¡°He intentado hacer un repaso de lo que ha pasado con los aparatos que nos encontramos en casa en los ¨²ltimos m¨¢s de 100 a?os, de un modo cronol¨®gico y did¨¢ctico, pero como reflejo de lo que uno ha podido vivir¡±, expone. Esas piezas han sido motivo de varias exposiciones en Barcelona y Valencia, incluso han aparecido en pel¨ªculas como Los abrazos rotos, de Pedro Almod¨®var, o ?Atraco!, de Eduard Cort¨¦s.
Los electrodom¨¦sticos sirvieron para medir el retraso de Espa?a cuando las cocinas de las pel¨ªculas de Doris Day parec¨ªan una alucinaci¨®n futurista en contraste con la aspereza de los hogares espa?oles. Pero tambi¨¦n acabaron abri¨¦ndole la puerta de la modernidad. La econom¨ªa y la falta de disponibilidad de electricidad fueron determinantes en este retraso, incide Alfaro Hofmann. ¡°As¨ª como los prejuicios respecto a la electricidad en unos aparatos sin ning¨²n tipo de protecci¨®n y, por tanto, muy expuestos a que el consumidor pudiera tener alg¨²n percance, como recuerda la gente mayor¡±. La introducci¨®n del electrodom¨¦stico en Espa?a no empez¨® a ser masiva hasta finales de los cincuenta. ¡°A diferencia de Am¨¦rica, que era el reflejo de la sociedad del bienestar, aqu¨ª el electrodom¨¦stico era una cosa de ciencia ficci¨®n¡±, sit¨²a.
Estos aparatos tambi¨¦n han cambiado la relaci¨®n entre hombres y mujeres, aunque no fue ese el prop¨®sito para el que fueron creados. ¡°Hoy la cocina es el punto de la casa en el que mayor inversi¨®n se hace. El trabajo de toda la casa confluye alrededor de la cocina y esa nueva concepci¨®n ha asexuado los electrodom¨¦sticos y ha limitado las diferencias entre hombres y mujeres, aunque siempre hay excepciones¡±, refiere mientras apura su capuchino. Pero primero acentuaron esas diferencias. ¡°El electrodom¨¦stico era un aliado para tener a la mujer en la casa. Era una trampa. Era un regalo de cumplea?os que le hac¨ªa el hombre a la mujer: una lavadora o un aspirador. Esa publicidad era una cosa perversa¡±, deplora el coleccionista, que cuenta con una importante biblioteca de dise?o industrial con abundante documentaci¨®n sobre los electrodom¨¦sticos.
Para Alfaro Hofmann, ¡°el electrodom¨¦stico consolid¨® el rol de la mujer¡± a trav¨¦s de la imagen y la publicidad. ¡°Hasta finales de los a?os setenta, la imagen de la mujer no deja de estar vinculada a esos aparatos. Primero era de cuerpo entero; luego, una mano, un pie con tac¨®n¡ Hasta que llega un momento en que eso, que ya no exist¨ªa en gran parte de Europa, desaparece en Espa?a. Incluso los nombres de los electrodom¨¦sticos ten¨ªan alguna connotaci¨®n femenina, como la lavadora Woman Dreams¡±, rememora. Sin embargo, no todos los aparatos el¨¦ctricos eran femeninos: ¡°La mujer estaba adscrita a los electrodom¨¦sticos de limpieza y cocina, mientras que el hombre, fumando una pipa y leyendo un peri¨®dico, solo estaba vinculado al televisor y la radio¡±. Pero los electrodom¨¦sticos no solo marcaron diferencias: tambi¨¦n han sido el veh¨ªculo que ha llevado el dise?o al gran p¨²blico en Espa?a a trav¨¦s de la cocina, defiende el interiorista.
Entre la gran variedad de piezas que nutren su colecci¨®n, que abarca desde principios del siglo XX hasta la actualidad, el interiorista Alfaro Hofmann tiene una que es su preferida. Se trata de la kettle (hervidera el¨¦ctrica) dise?ada por Peter Behrens para la empresa alemana AEG a principios del siglo XX. ¡°No solo es por la pieza en s¨ª¡±, previene, ¡°sino por lo que hay detr¨¢s de ella¡±. Detr¨¢s est¨¢ la historia de un empresario, Emil Rathenau, que se abre a un hombre que viene del mundo del arte, y que ser¨ªa el precursor de la Bauhaus, y que intentaba que la industria, los artesanos y los artistas se fusionaran para hacer art¨ªculos m¨¢s agradables a la vista. Los brillos de aquella revolucionaria alianza, que simboliza la kettle, azuzan la vehemencia del interiorista y animan su colecci¨®n.
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