No tengo nada m¨¢s que decir
Philip Roth e Imre Kertesz se retiran de la literatura casi al un¨ªsono y por razones similares ?Cu¨¢nto hay de fatiga? ?Y de impostura?
C¨¦sar Vallejo, el poeta peruano, escribi¨®: ¡°Quiero escribir, pero me sale espuma, /quiero decir much¨ªsimo y me atollo¡±. Era una impostura, en realidad, una manera de empezar el poema, una forma de posponer lo que quer¨ªa decir. Luego contin¨²a, en efecto, y no precisamente diciendo espuma: ¡°No hay cifra hablada que no sea suma, / no hay pir¨¢mide escrita, sin cogollo. / Quiero escribir, pero me siento puma¡¡±.
Los escritores, desde Homero a Philip Roth, que ahora ha dicho que se atora, o a Imre Kert¨¨sz, que ha declarado que ya se qued¨® sin tema, han tenido ante la p¨¢gina en blanco la misma sensaci¨®n: no les va a salir. Algunos salen a la terraza o a tomar caf¨¦; otros fuman, como si en la voluta estuviera la forma del poema o la soluci¨®n ardientemente buscada al crucigrama de nombres propios que se le han envuelto con el argumento del libro. Francisco Umbral lo resum¨ªa: ¡°El puto folio¡±. Pero Umbral, como la mayor parte de los periodistas, o de los escritores de peri¨®dicos, tienen encima una espada que no pueden ignorar: el cierre, ¡°el puto cierre¡±. El novelista, el autor de libros, puede posponer la entrega, ponga lo que ponga el contrato, pero el periodista tiene ah¨ª, abierta, una hendidura, y le toca cerrarla, tenga inspiraci¨®n o est¨¦ tieso de asunto.
A veces los escritores, como el C¨¦sar Vallejo de aquel poema tan humano, utilizan la referencia a su dificultad para hallar asunto como parte de su preparaci¨®n para sacarlo a relucir. Un casi tocayo de Vallejo, el colombiano Fernando Vallejo, dec¨ªa con iron¨ªa a este cronista: ¡°Pero, demonios, por qu¨¦ escribe ese poema si le sale espuma. ?Que espere un rato!¡±. Pablo Neruda, que tambi¨¦n se refer¨ªa a veces a sus imposibilidades para decir lo que sent¨ªa antes de decir lo que de veras sent¨ªa, escribi¨® ese verso famoso: ¡°Quiero escribir los versos m¨¢s tristes esta noche¡¡±. De nuevo Vallejo, Fernando: ¡°?Pues escr¨ªbalo, deje de decir que puede hacerlo, pues h¨¢galo!¡±.
En realidad, C¨¦sar Vallejo quer¨ªa escribir y escribi¨®: estaba haciendo dedos, que es lo que los escritores hacen mientras van vini¨¦ndoles las ideas de lo que han pensado en el paseo, en la ducha o en la duermevela. Hay escritores que tienen al lado de donde duermen un cuaderno en el que quisieran apuntar los sue?os m¨¢s espl¨¦ndidos de su literatura dormida. Y hay autores o artistas que opinan, como Cela o como Picasso, que la inspiraci¨®n no existe sino que los tiene que hallar trabajando. Mario Vargas Llosa, que acaba de recibir en M¨¦xico el Premio Carlos Fuentes, era como el colega que da nombre al ¨²ltimo galard¨®n que recibe: Vargas se levanta muy temprano, corre, trota o camina, y al regreso a casa ya tiene dispuesta la vida para que nadie interrumpa su relaci¨®n con la escritura, por lo cual Juan Carlos Onetti dec¨ªa que el autor de La ciudad y los perros estaba casado con la literatura mientras que ¨¦l mismo se llevaba con ella como un amante a la que visitaba en medio del desvar¨ªo del deseo.
Muchos autores confiesan hartazgo de materiales literarios
Los escritores son como cualquiera, eso est¨¢ claro, y en esa relaci¨®n que a la vez es necesidad de decir y necesidad de estar tienen tambi¨¦n sus p¨¢jaras, sus momentos de duda, de extrav¨ªo, de cansancio y de punto final. Ahora les ha pasado, parece, a dos grandes de la literatura mundial, Philip Roth, siempre en las listas de los aspirantes a Nobel, y ganador del ¨²ltimo Premio Pr¨ªncipe de Asturias, e Imre Kertesz, que gan¨® el Nobel en 2002. Casi al un¨ªsono, y por razones similares, uno y otro dijeron adi¨®s a todo esto. Adi¨®s a los libros, sobre todo, pero tambi¨¦n adi¨®s a las promociones, a las entrevistas, a los contratos, a la relaci¨®n con los editores¡ Adi¨®s, sobre todo, adi¨®s. La escritura es una especie de esclavitud hermosa, pues te permite ser el rey del mundo, creando universos que antes no existieron; persigue a las escrituras como la expresi¨®n dulce de la inmortalidad y es, como dec¨ªa Jos¨¦ Saramago y como dice Julio Llamazares, una mano contra el tiempo: permite creer que el tiempo no existe, que se prolonga.
Roth ha dicho que ya tiene 79 a?os, y se le acaba el tiempo, por lo que ya solo relee sus libros favoritos¡ Los que han le¨ªdo m¨¢s en profundidad sus declaraciones (que aparecieron primero en un peri¨®dico franc¨¦s y finalmente fueron precisadas por ¨¦l en una larga, y divertida, entrevista que le dio a Charles McGrath, de The New York Times), saben que en realidad el escritor norteamericano est¨¢ jugando¡ a que se le ocurra algo. Antonio Mu?oz Molina escribi¨® aqu¨ª, el ¨²ltimo s¨¢bado en Babelia, una confesi¨®n de lector: ¡°Ahora Philip Roth dice que se retira, casi a los 79 a?os, que no escribir¨¢ m¨¢s novelas, que ni siquiera hablar¨¢ de ellas. C¨®mo no estar cansado a esa edad, despu¨¦s de tantos a?os de un trabajo tan asiduo, tan inmenso, tan incierto. Yo solo quisiera que alguna vez, ya sin prisa, sin la urgencia de escribir una novela, la Gran Novela, la Gran Novela Americana, Philip Roth se deje llevar por un aire de inspiraci¨®n, por la libertad y la desverg¨¹enza y la liviandad casi p¨®stumas de algunos grandes viejos, y nos vuelva a contar una historia verdadera y perfecta¡±.
¡°Yo no creo que un escritor deje voluntariamente de escribir¡±, opina Mu?oz Molina. ¡°En la escritura de ficci¨®n los procesos son demasiado inconscientes como para que uno, si es honrado, pueda decidir algo. Es como si uno decidiera que no va a ponerse malo, o que no se va a enamorar m¨¢s. O al contrario. T¨² qu¨¦ sabes. Lo quiera o no, un escritor est¨¢ esperando siempre un libro, una historia. Las circunstancias exteriores pueden acelerar el proceso, o pueden frustrarlo, pero el impulso sin el cual el libro no llegar¨¢ a existir no depende de uno mismo¡±.
Porque lo que le suced¨ªa a Roth, y el novelista lo advirti¨®, as¨ª como lo advirti¨® Mu?oz Molina, su atento lector, era fatiga de materiales. En el caso de escritores, pero tambi¨¦n de otros artistas, del cine, de la m¨²sica, del teatro o de la danza, comentaba el autor de Pura alegr¨ªa, ¡°extenuada o perdida la inspiraci¨®n, queda el amaneramiento y el exhibicionismo de la t¨¦cnica¡±. En eso hab¨ªa ca¨ªdo, o estaba a punto de caer, Philip Roth, aunque ¨¦l diga que es tiempo lo que se le acaba. En esta entrevista con McGrath lo que se advierte, porque el novelista lo dice, es que lo que tiene es tiempo, que utiliza para aprender a usar tel¨¦fonos de ¨²ltima generaci¨®n o para hacer exactamente lo que le da la gana.
Mu?oz Molina: ¡°Sin inspiraci¨®n queda el exhibicionismo de la t¨¦cnica¡±
El caso del Nobel Kert¨¨sz, de 83 a?os, es francamente distinto. Acabado su soliloquio terrible con el pasado, que dio de s¨ª libros tan extraordinarios como Sin destino, en el que ¨¦l es un joven en manos de los nazis de uno de los campos de concentraci¨®n a los que fue confinado este h¨²ngaro de mirada ingenua y de timidez irremediable, Kert¨¨sz, que ha publicado en Espa?a su obra en El acantilado, ha declarado que ni tiene que ver (ya) nada con Hungr¨ªa, que es su patria, los campos de concentraci¨®n ya no son asunto de su memoria inmediata, que durante a?os fue la memoria de la guerra. Y como no tiene qu¨¦ decir, deja su legado a Berl¨ªn, donde se ha sentido siempre como en su verdadera casa y abandona la escritura. Deja de escribir, ni siquiera le sale espuma.
?Le ha pasado a usted, Fernando Vallejo?, le preguntamos al escritor colombiano, que muchas veces dijo que jam¨¢s volver¨ªa a escribir una l¨ªnea. ¡°S¨ª, me ha pasado varias veces; y he prometido no escribir un libro m¨¢s despu¨¦s del libro en el que estaba cuando hice la promesa. Es la ¨²nica promesa que he incumplido en la vida. Pero lo grave no es que yo haya dejado de escribir, porque yo nunca me he considerado escritor, eso es secundario en m¨ª. Lo grave es que haya dejado de leer. Porque los libros desde mi infancia me hab¨ªan llenado la existencia. Ahora que no leo qued¨¦ completamente vac¨ªo¡±.
?Y c¨®mo siente usted esta declaraci¨®n de Roth, a la que sigui¨® Kert¨¨sz? ¡°Pues lo mismo es que ya no tiene m¨¢s que decir, a lo mejor. Uno tiene que escribir cuando tiene algo que decir. Cuando ya lo ha dicho, para qu¨¦ sigue. Como no le doy importancia a los libros m¨ªos, y es una especie de cansancio o desilusi¨®n saber que lo que uno escribe est¨¢ condenado al olvido y que desaparece incluso antes de que uno se muere, los libros entonces son muy fugaces. M¨¢s que las vidas de los hombres¡±.
Dice Roth que ya no siente nada, que no siente ni siquiera la pulsi¨®n de escribir. Se acab¨®. ?Qu¨¦ significa para usted ponerse a escribir? ¡°Llenar el tiempo vac¨ªo y molestar a los tartufos¡±. ?Y leer? ¡°Antes me daban algo los libros, los de literatura y los de ciencia. Ya no me dan nada. Ya no quiero saber nada m¨¢s. Lo que quer¨ªa saber ya lo s¨¦, y me tiene sin cuidado lo que me cuenten los dem¨¢s. Yo tengo m¨¢s que contar que ellos¡±.
¡°Es mucho mejor el silencio que la mediocridad¡±, dice Fernando Vallejo
¡ªYa que lo dice, Vallejo, ?de todo lo que sabemos qu¨¦ no ha sabido explicar?
¡ªNunca he encontrado el secreto de la m¨²sica, entendiendo por m¨²sica la de Mozart, Gluck, Debussy, Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez y Franco Canaro, el argentino, el sol del sur, el otro es el sol del norte. Y otras cosas que no podr¨¦ entender porque la cabeza del hombre no da para tanto. Para entender por ejemplo la luz, la gravedad, o c¨®mo las neuronas del cerebro producen el alma.
¡ª?No le parece un poco pretencioso que los escritores se hagan noticia cuando escriben y tambi¨¦n cuando ya no lo hacen?
¡ª?Y por qu¨¦! ?De repente alguno descubre las palabras m¨¢gicas que hagan volar esto!
Caballero Bonald: ¡°Dije que dejar¨ªa de escribir. Pero, ?y si te viene un poema?¡±
No es para tanto, volver¨¢n a escribir, pero tienen derecho a dejar de hacerlo. Lo insin¨²a ?ngeles Mastretta, novelista mexicana. ¡°Creo que Roth y Kert¨¨sz tienen todo el derecho a no querer escribir. No creo que para ellos haya sido un placer escribir. Sin duda fue la b¨²squeda de un alivio que tal vez consiguieron ya. Sin embargo, seguro que van a seguir escribiendo. Por lo menos cartas. Y si est¨¢n cansados y quieren ponerse a ver el horizonte o la tele, hacen bien en hacerlo. Han dado tanto que es una barbaridad preguntarse por qu¨¦ se detienen¡±.
La autora de Arr¨¢ncame la vida no ha tenido la tentaci¨®n de no escribir. ¡°Tampoco la certeza de no volver a hacerlo. Escribo por gusto. Y porque es lo que puedo hacer. Tambi¨¦n porque necesito contar lo que veo y porque me urge hablar con otros. Si me dijeran que tengo que elegir entre no volver a ver el mar y no volver a escribir, creo que elegir¨ªa no volver a escribir. La muerte de los otros es el ¨²nico dolor inexorable. Dejar de escribir tiene remedios. Por fortuna a nadie le va a interesar pedirme que deje de hacer una cosa o la otra, pero estamos en el absurdo¡±.
Le hice las mismas preguntas al colombiano H¨¦ctor Abad Faciolince, que a veces pasa por ¨¦pocas de p¨¢jara, como decimos en Espa?a, o de p¨¢lida, como dicen en Medell¨ªn, su pueblo. Dice el autor de El olvido que seremos: ¡°Alguna vez Machado dijo que si uno no puede escribir bien, lo mejor es no escribir, porque lo verdaderamente abominable es escribir mal. Hay un libro cl¨¢sico sobre el bloqueo del escritor, o sobre el bloqueo general con el lenguaje, es Una carta, de Hugo von Hoffmansthal: el protagonista, lord Chandos, siente que ha perdido la facultad de hablar o de escribir con coherencia sobre cualquier cosa. Rulfo dej¨® de escribir despu¨¦s de Pedro P¨¢ramo aunque sigui¨® anunciando para el a?o siguiente una nueva novela: La cordillera. El caso opuesto es el de Fernando Vallejo, que lleva unos seis libros diciendo que ese es su ¨²ltimo libro. En mi caso, si yo fuera capaz de verdad de renunciar para siempre a escribir, creo que ser¨ªa un gran descanso. Pero tengo que llegar a una edad y a una situaci¨®n m¨¢s respetables para poder tomar esa decisi¨®n. Por ahora seguir¨¦ escribiendo, pero si sale mal, que es como me sale ¨²ltimamente, no pienso publicar, porque es mucho mejor el silencio que la mediocridad¡±.
Juan Villoro, el autor mexicano de La casa pierde, trata de explicarse ¡°el enigma de por qu¨¦ un autor deja de escribir¡±. En el caso de Roth y Kert¨¨sz ¡°no se trata de una interrupci¨®n tr¨¢gica, sino de una misi¨®n cumplida. Muchas veces he pensado que se me puede acabar la gasolina o que, sencillamente, me vencer¨¢ el agotamiento. Tal vez escribo en distintos g¨¦neros por la superstici¨®n de que al menos conservar¨¦ uno y la certeza de que en mi caso nunca podr¨¢ darse por cumplida¡±.
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald dijo en p¨²blico en 2004 (ahora tiene 86 a?os) que dejaba de escribir, despu¨¦s de haber publicado Manual de infractores, su diatriba po¨¦tica contra la herencia de Aznar. Volvi¨® a hacerlo, y ahora mismo publicar¨¢ otra vez (en Seix Barral) textos literarios recopilados¡ ¡°Dije que dejar¨ªa de escribir, claro, ?pero qu¨¦ haces si te viene un poema?¡±. A ¨¦l le vino un largo poema autobiogr¨¢fico y no se resisti¨®. ¡°Cuando lo dije no ten¨ªa ni ganas ni tiempo, y luego volvieron. Un poema viene o no viene, no tiene en cuenta tus declaraciones¡±. Ahora bien, dice, ¡°claro que habr¨ªa que guardar silencio de vez en cuando, tambi¨¦n los j¨®venes que escriben y escriben sin parar¡±.
C¨¦sar Vallejo dijo que le sal¨ªa espuma al escribir. Sigui¨® diciendo: ¡°Quiero laurearme, pero me encebollo. / No hay voz hablada, que no llegue a bruma, / no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo. / V¨¢monos, pues, por eso, a comer yerba, / carne de llanto, fruta de gemido, / nuestra alma melanc¨®lica en conserva. / V¨¢monos! V¨¢monos! Estoy herido; / v¨¢monos a beber lo ya bebido, / v¨¢monos, cuervo, a fecundar tu cuerva¡±.
Probablemente, dir¨¢n algunos, entre ellos Fernando Vallejo, ten¨ªa raz¨®n el autor de Poemas humanos: quer¨ªa escribir y le sali¨® espuma.
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