En Portugal impera la fiebre de ¡®A Raspadinha¡¯
En Portugal tambi¨¦n hay un sorteo especial de Navidad, pero ese d¨ªa todo es m¨¢s tranquilo Los lusos prefieren, en cambio, jugar su suerte al rasca y gana
En Portugal hay tambi¨¦n un sorteo especial de Navidad y el billete de un d¨¦cimo se parece mucho al espa?ol. Pero ah¨ª acaban las similitudes. Todo es m¨¢s tranquilo. No hay delirio, ni ma?ana de catarsis colectiva y los telediarios dan la noticia, s¨ª, pero sin despliegue ni enviados especiales al lugar de aterrizaje de El Gordo. Cuando este corresponsal explic¨® a la lotera de su barrio de Lisboa que en Espa?a este s¨¢bado los empleados de las administraciones de loter¨ªa que vendan premios importantes saldr¨¢n en la tele descorchando botellas de sidra e improvisando ruedas de prensa en directo me mir¨® como s¨®lo un portugu¨¦s mira a veces a sus extra?os vecinos espa?oles.
El delirio, aqu¨ª, va por otro lado. En las tiendas donde se vende loter¨ªa impera un juego sobre otros, A raspadinha, convertida en una suerte de fiebre nacional vivida, eso s¨ª, de modo mucho m¨¢s secreto e ¨ªntimo. El juego es simple y conocido: el comprador adquiere un billete y rasca con una moneda en una determinada parte oculta. Aparecen unas cifras. Si consigue reunir tres cifras iguales en el mismo billete gana el equivalente a la cifra.
Desde que comenz¨® la crisis ¡ªya sali¨® la palabra¡ª en 2008 el n¨²mero de billetes adquiridos de A raspadinha en Portugal se ha incrementado en una desconcertante progresi¨®n geom¨¦trica, dejando muy atr¨¢s los otros juegos portugueses (la loter¨ªa popular, la loter¨ªa cl¨¢sica, la totobola y la totoloto). En 2010 se vendieron 88 millones de billetes de A raspadinha. Este a?o, solo hasta octubre, ya se han superado los 272 millones. El semanario Vis?o ¡ªque dedic¨® hace poco su portada al fen¨®meno¡ª aportaba un gr¨¢fico en el que se apreciaba la fulgurante subida en flecha del juego, que parece no tener fin.
En 2010 se vendieron 88 millones de billetes de A raspadinha. Este a?o, solo hasta octubre, ya se han superado los 272 millones
Una de las explicaciones del ¨¦xito es su inmediatez: no hay que esperar a ning¨²n sorteo, basta entrar en la tienda, comprar y rascar y, adem¨¢s, si te toca un premio de menos de 150 euros, lo cobras al instante en el mismo establecimiento. Otra de las razones posibles hay que buscarla en que te toca poco (aunque hay premios de 10.000 euros) pero te toca a menudo. Y una tercera es el de la incorporaci¨®n de una variante de premio que recuerda al de Nescaf¨¦ de hace a?os en el que el afortunado se gana un salario de 2.000 euros al mes durante un a?o. Es decir, es un premio de hoy en d¨ªa, de estos malos tiempos de apuros inmediatos, que no genera multimillonarios pero ayuda a este y al otro a llegar a fin de mes, que es de lo que se trata hasta que dejen de venir mal dadas, como dijo el poeta.
Este corresponsal, por aquello de llevar el periodismo de investigaci¨®n hasta sus ¨²ltimas consecuencias, compr¨® dos billetes de un euro el otro d¨ªa, jug¨®, rasc¨®, y gan¨® dos euros. Volv¨ª a apostarlos mientras la lotera me miraba con una sonrisita confiada. Volv¨ª a ganar. Esta vez cuatro euros, y estuve a un pelo de llevarme un premio de 5.000 euros. Volv¨ª a apostar y lo perd¨ª todo. La sonrisita de la se?ora se ampli¨® un poco. No jugu¨¦ m¨¢s porque no llevaba m¨¢s suelto. Pero me temo que volver¨¦. Comprar¨¦, seguro, m¨¢s billetes de este juego algo antiguo, algo infantil y algo dom¨¦stico que, seg¨²n las estad¨ªsticas, es capaz de despertar la misma adicci¨®n brutal que la hero¨ªna. Mientras me largaba, mir¨¦ a la lotera como s¨®lo los espa?oles miran a sus extra?os vecinos portugueses.
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