Antonio Dom¨ªnguez Olano, leyenda del reporterismo de los sesenta
Periodista de ¡®Pueblo¡¯ y la cadena Ser, escribi¨® casi un centenar de libros y fue jefe de prensa del Atl¨¦tico
Durante m¨¢s de 50 a?os ha encarnado la leyenda del reporterismo de los a?os sesenta, m¨¢s fecundo y espabilado de lo que cabr¨ªa esperar en aquel tiempo de carencia tecnol¨®gica y ocultismo. En la redacci¨®n del diario Pueblo de Narv¨¢ez, 70, Antonio D. Olano tecleaba en tres m¨¢quinas de escribir simult¨¢neamente, pues siempre ten¨ªa tres o m¨¢s reportajes iniciados, mientras, febril, acopiaba por tel¨¦fono m¨¢s datos y olfateaba incidencias nuevas. En tiempos del ordenador multifuncional, con varios programas abiertos, aquello, quiz¨¢s, no sorprende tanto, pero entonces resultaba ins¨®lito. Como ahora desconcierta el ambiente casi cuartelero de aquella redacci¨®n, una leonera destartalada donde se cortaba el humo, hab¨ªa caf¨¦s, bocatas y copas tra¨ªdos de Casa Rafa sobre las mesas y muebles-bar bien surtidos en los archivadores.
El reporterismo insaciable de Olano y sus compa?eros en pugna (Tico, Yale, Camarero, Amestoy, Amilibia, Carmen Deb¨¦n¡) persegu¨ªan la exclusiva desde la intuici¨®n y la confidencia, con informadores en cualquier lugar: camareros, limpiabotas, dependientes, taquilleras, conserjes, estanqueras o taxistas; y tambi¨¦n famosos con ganas de airear sus conflictos propicios al esc¨¢ndalo. Fue un reporterismo pedestre y precoz, astuto y algo suicida. Olano un d¨ªa comparti¨® los andamios de los limpiacristales del edificio Espa?a, el primer rascacielos que hubo en Madrid, para escribir un reportaje titulado De aqu¨ª a la eternidad. Otra vez Alberto Oliveras ¡ªa quien secundaba en el programa de la SER Ustedes son formidables¡ª, le encomend¨® lanzarse en paraca¨ªdas en Congo para entregar una paella a un misionero espa?ol como presente navide?o.
Hab¨ªa permanecido en Sierra Maestra durante el asedio a La Habana en 1958, con Fidel Castro y el Che Guevara, a quien a?os despu¨¦s llevo a los toros en Madrid, en una jornada plena de an¨¦cdotas que la hemeroteca guarda.
Antonio Dom¨ªnguez Olano, su nombre completo, con una inicial atascada en laberintos an¨ªmicos familiares que el tiempo rehabilit¨®, se divirti¨® ocultando su edad real. Aunque un d¨ªa me la aclar¨® con subterfugios: ¡°Fraga ten¨ªa 8 a?os cuando estuvo en mi bautizo¡±. Ambos hab¨ªan nacido en Villalba (Lugo) y puesto que el exministro de Franco y de Su¨¢rez hab¨ªa nacido en 1922, Olano contaba con 82 a?os, cuando ayer falleci¨®, vencido por el c¨¢ncer, aunque activo hasta hace una semana (entre otros, segu¨ªa apareciendo en las ondas en Hoy por Hoy Madrid).
Hab¨ªa comenzado en El Correo Gallego y en Madrid particip¨® del esplendor reporteril de los vespertinos de los a?os cincuenta, sesenta y setenta. Durante 40 a?os (espl¨¦ndidos a?os con pluriempleo en los medios) colabor¨® en la cadena SER y la mayor¨ªa de las revistas ilustradas del pa¨ªs. Ejerci¨® la cr¨®nica taurina, fue pionero en la gastron¨®mica y como atl¨¦tico visceral, fue jefe de prensa del equipo colchonero con Gil. Al comienzo de la Transici¨®n, su libro Gu¨ªa secreta de Madrid fue una revelaci¨®n de lugares y actividades que testifican toda una ¨¦poca. Como autor teatral estren¨® hasta 30 comedias, repletas de gui?os a la actualidad, entre las que Madrid pecado mortal alcanz¨® m¨¢s de un millar de representaciones. El espacio luctuoso de urgencia es incapaz de recoger la dimensi¨®n de su producci¨®n en libros (casi un centenar) y, sobre todo, la entra?a y el temperamento de su compromiso con lo ef¨ªmero y lo definitivo; su curiosidad y su cosecha en primicias period¨ªsticas.
Nos acaba de dejar, reci¨¦n publicado, El ni?o que bombarde¨® Par¨ªs (se present¨® en noviembre en el teatro Mu?oz Seca con el patio de butacas repleto), un libro inclasificable por el que transitan la documentaci¨®n y el delirio, la biograf¨ªa y las referencias a su proximidad con mitos como Picasso, Dal¨ª, Luis Miguel Domingu¨ªn, Bu?uel o Dionisio Ridruejo, casi la obra concluyente de un personaje que habit¨® el reporterismo como pocos y cuya ausencia transmite la emotividad del colof¨®n de un g¨¦nero.
Luis Cepeda es periodista.
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