El Cairo, capital ¨¢rabe del acoso sexual
Casi la mitad de las egipcias declara sufrir agresiones sexuales a diario Se culpa a la manera de vestir de las v¨ªctimas, pero el 72% usaba ¡®hiyab¡¯
Dalia Youssef nunca sale de casa sin sus auriculares. Y no es solo porque a esta joven cantante y compositora amateur le apasione la m¨²sica, sino porque los utiliza como escudo protector ante una de las m¨¢s extendidas epidemias que padece Egipto: el acoso sexual. "Antes me costaba salir a la calle. Me agobiaba y deprim¨ªa escuchar cada d¨ªa los comentarios soeces que me lanzaban desconocidos. Ahora, con los cascos, ya ni me entero", comenta en un popular caf¨¦ de El Cairo.
El acoso sexual suele suceder a plena luz del d¨ªa y, aunque parezca il¨®gico, los lugares de mayor riesgo son los m¨¢s concurridos, como las manifestaciones. Recientemente, una corresponsal de la cadena France24 tuvo que ser rescatada de una turba que se abalanz¨® sobre ella tras un directo desde la plaza Tahrir. Un momento especialmente peligroso es el fin del aid el adha, la fiesta del cordero. En la de este a?o, varias asociaciones de mujeres denunciaron cientos de actos de agresi¨®n sexual, realizados sobre todo por grupos de adolescentes.
Seg¨²n un estudio publicado en 2010 por el Centro Egipcio por los Derechos de las Mujeres (CEDM) y el UNFPA, un fondo de la ONU, casi la mitad de las egipcias declara sufrir el acoso sexual de forma diaria, y hasta un 83% lo ha experimentado alguna vez en su vida. La cifra asciende hasta el 98% en el caso de las mujeres extranjeras que viven en la capital egipcia. A pesar de que no existe un estudio comparativo, numerosas mujeres que han vivido en varios pa¨ªses de la regi¨®n sostienen que El Cairo es la ciudad donde est¨¢ lacra es m¨¢s aguda.
"El acoso puede adoptar aqu¨ª muchas formas diferentes: miradas lascivas, piropos desagradables, silbidos, tocamientos, e incluso el seguimiento, ya sea en coche o a pie", explica Dalia, de 22 a?os. "Un tipo muy caracter¨ªstico de Egipto es el acoso telef¨®nico. Hay hombres que marcan n¨²meros al azar, en busca de alguna chica. Cuando dan con ella, pueden llamarla hasta 30 o 40 veces al d¨ªa", a?ade. Ante la ineficacia del auricular protector, ha desarrollado otras t¨¦cnicas para estos casos, como la simulaci¨®n de voces masculinas, o la descarga de una aplicaci¨®n de m¨®vil que permite bloquear las llamadas de n¨²meros concretos.
Si bien el acoso sexual no es un problema nuevo, se ha ido agravando progresivamente durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas hasta convertirse en una verdadera plaga. Entre los factores que se suelen apuntar para explicar este fen¨®meno, figura la frustraci¨®n sexual que genera una sociedad cada vez m¨¢s conservadora, mezclada con la amplia difusi¨®n de v¨ªdeos er¨®ticos a trav¨¦s de la televisi¨®n por sat¨¦lite o de Internet. Por ejemplo, en el popular sat¨¦lite Hotbird existe al menos una quincena de canales er¨®ticos en ¨¢rabe.
Asimismo, se se?ala al hecho que el elevado desempleo juvenil haya retardado sustancialmente la media de edad de matrimonio, sobre todo entre los hombres. Sin embargo, algunos expertos discrepan de estas explicaciones. "El verdadero motivo es la falta de respeto y consideraci¨®n hacia la mujer y sus derechos. Los acosadores no son solo j¨®venes solteros, sino tambi¨¦n casados, maduros, e incluso ni?os", asevera Rasha Hassan, una de las investigadoras que realiz¨® el estudio del CEDM.
"El acoso cuenta con alto grado de aceptaci¨®n social, y por lo tanto, de impunidad. Para muchos, es una especie de demostraci¨®n de hombr¨ªa", apostilla. Ante una situaci¨®n de acoso, explica Rasha, la mayor¨ªa de mujeres opta por un silencio inc¨®modo. Pero aquellas que alzan la voz, y reprueban al agresor su conducta, raramente encuentran el apoyo de sus conciudadanos. Tampoco cabe esperar mayor comprensi¨®n por parte de la polic¨ªa, pues los informes se?alan a los agentes como uno de los colectivos m¨¢s propensos al acoso, junto a estudiantes o taxistas.
El Gobierno ha anunciado una ley para endurecer las penas
Una de las m¨¢s manidas justificaciones de quienes disculpan estos comportamientos pasa por atribuir la responsabilidad a las v¨ªctimas, sobre todo a su manera de vestir. No obstante, los datos refutan este lugar com¨²n. En el completo estudio del CEDM, un 72% de las v¨ªctimas usaban el hiyab o velo isl¨¢mico. Ni tan siquiera las que usan el niqab, el velo integral, se libran. De hecho, parece dif¨ªcil recurrir al argumento de la provocaci¨®n cuando es muy raro ver alg¨²n hombro desnudo en las calles de El Cairo, por no hablar de pantorrillas...
Sin embargo, poco a poco, la sociedad est¨¢ empezando a concienciarse del problema. "En 2006, cuando empezamos nuestro trabajo, era un aut¨¦ntico tab¨². Ahora, muchas organizaciones han lanzado campa?as, y los medios de comunicaci¨®n, e incluso el cine, lo han abordado. Las actitudes est¨¢n empezando a cambiar", se felicita Rasha, que colabora como voluntaria en Harassmap, una de las m¨²ltiples nuevas iniciativas que proporciona ayuda a las mujeres agredidas. Y como muestra de este nuevo clima, El Cairo 678, un atrevido filme egipcio de una mujer que, harta del acoso diario, decide tomarse la venganza por su mano.
A pesar de que la soluci¨®n pasa por un profundo cambio cultural, m¨¢s all¨¢ de las campa?as de sensibilizaci¨®n, es necesario tambi¨¦n un cambio legal. "En el c¨®digo penal, no est¨¢ tipificado un delito de acoso sexual. Lo est¨¢ la violaci¨®n y el "asalto", pero este ni tan siquiera est¨¢ claramente definido", explica Dina Hussein, una abogada miembro del Consejo Nacional para las Mujeres. Tras una petici¨®n oficial del Consejo, el primer ministro, Hisham Kandil, anunci¨® en noviembre que el gobierno estaba preparando una ley que establezca el acoso sexual como delito, castig¨¢ndolo con severas penas.
Parte de la soluci¨®n puede surgir tambi¨¦n de la actitud rebelde de las chicas de las nuevas generaciones, como Dalia. "La pr¨®xima vez que sufra alg¨²n tocamiento, no me quedar¨¦ de brazos cruzados. Pienso presentar una denuncia. Tenemos que luchar por nuestros derechos", dice con una mirada que destila determinaci¨®n.
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