Adopci¨®n internacional como ¨²ltimo recurso
Los acogimientos de extranjeros se han reducido dr¨¢sticamente por el aumento de controles legales y reparos ¨¦ticos Dirimir qu¨¦ es lo mejor para el menor no resulta f¨¢cil en muchos casos
Debe prevalecer siempre y sobre todo lo dem¨¢s el inter¨¦s superior del ni?o. Este el principio general que rige las normas internacionales que tienen que ver con los menores y as¨ª ocurre tambi¨¦n, por supuesto, con las referentes a las adopciones internacionales. El problema es que, como pasa en tantas ocasiones, dirimir qu¨¦ es lo mejor para el ni?o se mueve en ese delicado y confuso espacio entre lo bueno y lo posible, lo deseable y lo menos malo.
Para la mayor¨ªa de especialistas el descenso a la mitad de las adopciones internacionales en todo el mundo desde 2004 (45.299) a 2011 (23.500, seg¨²n las estimaciones del especialista de la Universidad de Newcastle Peter Selman) responde al aumento de los controles y a la disminuci¨®n de los menores en desamparo susceptibles de ser acogidos, lo cual es una buena noticia. Y, sin embargo, hay algunas voces que, tambi¨¦n proclamando ese inter¨¦s superior del menor, advierten contra esa tendencia. Por ejemplo, la profesora de la Universidad de Harvard Elizabeth Bartholet considera que esas buenas intenciones pueden castigar a miles de menores que en la pr¨¢ctica se ven obligados a pasar m¨¢s tiempo en orfanatos o se les cierra la posibilidad de ser adoptados.
En Espa?a, uno de los pa¨ªses que m¨¢s adoptan en el extranjero, la cifra baj¨® de 5.500 a 2.560 desde 2004. China y Rusia, los pa¨ªses de origen principales, han endurecido las condiciones a las adopciones internacionales en los ¨²ltimos a?os, por las razones ¨¦ticas y jur¨ªdicas, pero tambi¨¦n con un punto de orgullo herido de potencia econ¨®mica. A esto, adem¨¢s, se suman casos aislados de pa¨ªses que cierran sus fronteras a estos procesos por motivos religiosos: lo han hecho en los ¨²ltimos meses Marruecos y Mal¨ª.
Los ni?os deben ser atendidos, siempre que se pueda, en su pa¨ªs, dice un convenio de La Haya
¡°Existe un asedio contra la adopci¨®n internacional. Las fuerzas principales del ataque se envuelven en el manto de los derechos humanos, argumentan que se niegan los derechos al patrimonio cultural, y dicen que a menudo involucra pr¨¢cticas abusivas [...]. Pero el m¨¢s elemental derecho humano de los ni?os es crecer en las familias que a menudo se encuentran solo en la adopci¨®n internacional. Estos derechos deben prevalecer sobre cualquier reclamo de soberan¨ªa estatal¡±, escribi¨® la profesora Bartholet en un art¨ªculo de investigaci¨®n de 2009.
Bartholet se refiere en su queja, entre otras cosas, al principio de subsidiariedad que contempla el Convenio de La Haya sobre la Protecci¨®n de los Ni?os y la Cooperaci¨®n en Adopci¨®n Internacional de 1993. Este dice que ¡°si un ni?o puede ser adoptado en su pa¨ªs, no debe estar disponible para la adopci¨®n internacional¡±, explica el catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Sevilla Jes¨²s Palacios. ¡°El convenio establece cosas muy importantes y b¨¢sicas, como la necesidad de intervenci¨®n judicial¡±, a?ade.
As¨ª, con mayores controles se alargan los tiempos de espera y el que pasan los ni?os en los orfanatos. Adem¨¢s, la idea de la subsidiariedad hace que el perfil de los ni?os adoptables desde otros pa¨ªses var¨ªe hacia chavales mayores y con problemas f¨ªsicos o ps¨ªquicos, explica Adolfo Garc¨ªa, coordinador general de la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopci¨®n y el acogimiento (Cora) en Espa?a.
Garc¨ªa admite que la normativa internacional ¡°exige unas infraestructuras que es imposible que muchos pa¨ªses tengan, o requisitos como una asistencia m¨¦dica espec¨ªfica¡± tambi¨¦n muy complicados de cumplir. Asegura, no obstante, que a pesar de los defectos e inconvenientes que pueda acarrear, ¡°en la pr¨¢ctica, es mucho mejor tener que no tener¡± todas esas medidas de protecci¨®n a la infancia. En cuanto a la subsidiariedad, est¨¢ completamente de acuerdo ¡ª¡°la adopci¨®n internacional debe ser el ¨²ltimo recurso, porque supone renunciar a lo m¨¢s valioso que tiene un pa¨ªs¡±¡ª y tambi¨¦n con el cambio de perfil de los chavales que se pueden adoptar en otros pa¨ªses.
¡°El m¨¢s elemental derecho humano es crecer en familia¡±, se queja una experta
El mejor ejemplo de la tendencia global es China, el pa¨ªs del mundo que m¨¢s ni?os env¨ªa a otros pa¨ªses: han sido casi 80.000 entre 2003 y 2011. Pero desde 2005, las cifras de adopciones internacionales han bajado de 13.000 a 4.000.
Diversos factores explican esta situaci¨®n. El continuo progreso econ¨®mico y la introducci¨®n de algunas pol¨ªticas gubernamentales han hecho que existan menos chavales disponibles, las familias chinas est¨¢n adoptando m¨¢s, y nacen menos ni?os no deseados. Las autoridades han endurecido las condiciones a las familias extranjeras, con requisitos como que los adoptantes no tengan m¨¢s de 50 a?os, no sean homosexuales, y la no elegibilidad de familias monoparentales.
Al tiempo que Pek¨ªn ha endurecido las condiciones para las familias extranjeras que quieren adoptar ni?os sanos, las ha suavizado para aquellas que optan por ni?os con discapacidades o ¡°necesidades especiales¡±. Es el llamado pasaje verde, cuyos plazos de entrega son mucho menores: de uno a dos a?os. Esto ha tenido como consecuencia un incremento de la proporci¨®n de estos ni?os entre los adoptados; el 90% de los beb¨¦s y chavales disponibles son ni?as, debido a la pol¨ªtica del hijo ¨²nico y la tradicional preferencia en China por los varones, lo que lleva a muchas familias a abandonar a los beb¨¦s si son ni?as. Las medidas restrictivas tienen un componente de orgullo en la segunda potencia econ¨®mica mundial, pero sobre todo reflejan la tendencia impulsada por organismos internacionales y ONG.
Desde mediados de los ochenta hasta 2004 hubo una enorme expansi¨®n de las adopciones desde pa¨ªses ricos a pa¨ªses pobres y ello trajo consigo algunos resultados indeseados. ¡°Se ha producido un fen¨®meno tan terrible como incuestionable: la presi¨®n de la demanda ha generado un aumento de la oferta. Si hay alguien dispuesto a conseguir un beb¨¦ a toda costa, siempre habr¨¢ alguien que trate de satisfacer esa demanda y de aprovecharse. Gracias a lo establecido en el Convenio de La Haya y al buen juicio de la mayor parte de las familias y las autoridades implicadas, casi todas las adopciones se han hecho de forma correcta. Pero se deben establecer todas las medidas y requisitos posibles para lograr que las excepciones a esta regla sean las menores posibles y, ojal¨¢, inexistentes¡±, explica Palacios.
Si un pa¨ªs cierra el proceso, suele ser por irregularidades, asegura UNICEF
¡°Ciertos pa¨ªses de recepci¨®n realizan presi¨®n sobre ciertos pa¨ªses de origen para poder adoptar ni?os. A su vez, algunos pa¨ªses de origen piden a los de recepci¨®n que apoyen u organicen programas de ayuda al desarrollo en ese pa¨ªs (normalmente a sus organismos acreditados). Esto puede tener la mejor de las intenciones (por ejemplo, ayudar a las familias y ni?os que nunca podr¨¢n ser adoptados), pero en la pr¨¢ctica, a veces, si no se ofrece dicha ayuda no se puede adoptar¡±, se?ala Laura Mart¨ªnez-Mora, asesora legal de la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. Y a?ade: ¡°Si bien hay que alentar a los Estados de recepci¨®n a estudiar formas de apoyo a los de origen a trav¨¦s de las agencias de cooperaci¨®n y otras entidades especializadas, hay que establecer en todos los casos una clara separaci¨®n entre la adopci¨®n internacional y esas contribuciones¡±.
En ese contexto, han ido ganando fuerza las tesis y los controles que establece el convenio, al que se van a?adiendo cada vez m¨¢s pa¨ªses: hasta el momento se han suscrito 89 pa¨ªses, incluida Espa?a en 1995. Entre los principios que establece est¨¢n que las madres solo pueden consentir a la adopci¨®n de su hijo tras el nacimiento del mismo; que no puede haber contacto alguno entre los candidatos a la adopci¨®n y el ni?o o ni?a o sus familiares o representantes antes de que se haya realizado la asignaci¨®n; que se proh¨ªben los beneficios materiales indebidos; adem¨¢s de ese criterio de subsidiariedad.
La adopci¨®n internacional se abrir¨¢ solo cuando no ¡°haya sido posible encontrar en su propio pa¨ªs una forma de cuidado alternativo de car¨¢cter familiar y permanente¡±, a?ade Mart¨ªnez-Mora, pero eso no significa que hayan de agotarse todas ¡°las posibilidades de colocaci¨®n del ni?o en su pa¨ªs; esto no ser¨ªa realista, supondr¨ªa una carga innecesaria para las autoridades, y podr¨ªa alargar de manera indefinida la posibilidad de encontrar un hogar permanente en el extranjero para el ni?o¡±. ¡°Precisamente, tanto en los pa¨ªses de origen como en los de recepci¨®n, es dif¨ªcil encontrar el equilibrio entre el tiempo y las medidas con las que se va a apoyar a la familia de origen del ni?o con vistas a su reintegraci¨®n en la familia; y la necesidad de encontrar una soluci¨®n de tipo familiar permanente y estable para el ni?o en su propio pa¨ªs en el menor tiempo posible¡±.
En Espa?a se adopta mucho fuera y poco dentro, se?ala un especialista
A pesar de esos matices, lo cierto es que esa idea de subsidiariedad es un argumento muy poderoso que se levanta tras el descenso de las adopciones internacionales, se queja desde Harvard Elizabeth Bartholet. De hecho, el especialista de Newcastle Peter Selman habla en un reciente art¨ªculo de la posibilidad de que, ¡°si no se le aplica una verdadera reforma, la adopci¨®n internacional acabar¨¢ siendo abolida, tachada como un error neocolonial¡±. A estas tendencias se suman otras que tienen que ver con cierto orgullo nacionalista de gran potencia de los principales pa¨ªses de origen, no solo en China, sino tambi¨¦n en Rusia. Adem¨¢s, aunque en mucha menor medida, tras la restricci¨®n o el cierre de las adopciones internacionales hay motivaciones religiosas, por ejemplo, por parte de algunos pa¨ªses isl¨¢micos que no quieren que sus ni?os se eduquen en otras religiones (caso de Mal¨ª, Marruecos o Zanz¨ªbar).
No obstante, desde Unicef, Susan Bissell, jefa de Protecci¨®n Infantil, asegura que, en general, cuando se cierra el proceso de adopciones internacionales, es por ¡°la preocupaci¨®n que han producido casos de irregularidades en el proceso, por ejemplo en los casos de Guatemala, Camboya y Etiop¨ªa. Habitualmente estas restricciones se han aplicado de forma temporal, para que los pa¨ªses pudieran suscribir el convenio de La Haya. Camboya, por ejemplo, ha reabierto sus adopciones internacionales el 1 de enero de 2013, aunque se ir¨¢n poniendo en marcha gradualmente¡±. Guatemala era en el a?o 2008 el segundo pa¨ªs que m¨¢s ni?os envi¨® a otros pa¨ªses, 4.186, por detr¨¢s de China y ligeramente por delante de Rusia.
Palacios insiste adem¨¢s en el cambio de perfil de los ni?os que se pueden adoptar desde otros pa¨ªses. ¡°La tendencia es, claramente, hacia edades algo superiores y hacia mayor presencia de dificultades (de tipo m¨¦dico, psicol¨®gico...). Y eso, l¨®gicamente, choca con los deseos de muchas familias, cuya meta es un beb¨¦ lo m¨¢s peque?o y lo m¨¢s sano y sin problemas posible¡±. Pero a?ade: ¡°Ahora hemos empezado a acordarnos de los grandes olvidados: los ni?os y ni?as invisibles de nuestro propio sistema de protecci¨®n espa?ol, muchos de los cuales pueden ser adoptados. Durante a?os hemos vivido la paradoja de ser uno de los pa¨ªses que m¨¢s ni?os adoptaba fuera y que m¨¢s ni?os adoptables ten¨ªa en sus propias instituciones. Las autoridades responsables, as¨ª estatales como auton¨®micas, hicieron muy poco para evitar esa paradoja, m¨¢s inclinados a gestionar la demanda que a reorientarla¡±.
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