?Me entrevistas o me quieres?
El entrevistador debe ser incisivo y repreguntar, pero con l¨ªmites La preparaci¨®n, el respeto y saber escuchar son claves
El 14 de octubre de 1892 la mujer de Rudyard Kipling, Caroline, escribi¨® en su diario, seg¨²n se cuenta en Las mejores entrevistas de la historia (Edici¨®n de Christopher Sylvester, EL PA?S Aguilar, 1993), que la jornada de ambos en Boston se hab¨ªa ¡°echado a perder a causa de dos periodistas¡± que hab¨ªan querido entrevistar a su marido. Kipling explic¨® con m¨¢s detalle su ira: ¡°?Que por qu¨¦ me niego a ser entrevistado? ?Porque es una inmoralidad! Es un delito, en la misma medida que una ofensa a mi persona y una agresi¨®n, y como tal merece castigo¡±. Es m¨¢s, dec¨ªa: ¡°Es una vileza y una cobard¨ªa. Ning¨²n hombre respetable pedir¨ªa una cosa as¨ª; y, menos a¨²n, la conceder¨ªa¡±.?
Sylvester, el editor de este libro, recuerda que Kipling cometi¨® la misma vileza que deploraba con Mark Twain, a quien entrevist¨® unos a?os antes de amenazar a los reporteros de Boston. Saul Bellow, que ten¨ªa un car¨¢cter m¨¢s apacible que el de Kipling, cre¨ªa que las entrevistas ¡°eran marcas de huellas dactilares en su garganta¡±. Para ilustrar el resquemor del entrevistado ante el reportero, Sylvester saca a colaci¨®n una an¨¦cdota que Dustin Hoffman cuenta de lo que fue su primer contacto con un entrevistador. Hab¨ªa entrado en su casa una periodista. ¡°Ya ten¨ªan decidido lo que yo era¡±, cuenta el protagonista de El graduado. ¡°Acababan de encerarme el suelo cuando lleg¨® la periodista. Husme¨® el aire y concluy¨®: ¡®?Ha estado fumando yerba?¡¯. Le respond¨ª que era el olor de la cera y me contest¨®: ¡®Vamos, s¨¦ c¨®mo se lo monta la gente como usted¡±.
En un libro de 1927 que Sylvester cita al principio de su interesante recopilaci¨®n, Edward Price Bell explica: ¡°Entrevistar, en el sentido period¨ªstico, es el arte de extraer declaraciones personales para su publicaci¨®n... La entrevista es un mecanismo cuidadosamente elaborado, un medio de transmisi¨®n, un espejo¡±. Pero si el otro no colabora, si no consigues respuestas, ?para qu¨¦ sirvi¨® el esfuerzo de concertarla?
Ahora que el g¨¦nero de la entrevista se halla en el centro de la controversia generada en torno al tono de la conversaci¨®n televisiva de Jes¨²s Hermida con el rey Juan Carlos hemos acudido a algunos entrevistadores de referencia. ?C¨®mo tiene que ser la actitud de un entrevistador? ?Cu¨¢les son sus l¨ªmites?
Kipling sosten¨ªa que nadie respetable pedir¨ªa una entrevista
I?aki Gabilondo, cuya pregunta m¨¢s famosa fue aquella que le hizo a Felipe Gonz¨¢lez sobre si el entonces presidente hab¨ªa sido la X de los GAL, ha hecho ¡°miles de entrevistas¡±, en todos los formatos radiof¨®nicos o televisivos (en la SER, en TVE, en Canal +) y a gente muy diversa. Quiz¨¢ sea esa variedad la que lo ha llevado a conocer con qu¨¦ actitud hay que plantear las preguntas, pues cada uno de los interlocutores es una historia distinta, que se ha de abordar de un modo diferente. Si no es as¨ª, te conviertes en ¡°una m¨¢quina de hacer preguntas¡±, dice Gabilondo. A la hora de hacer estas, hay una ¨¦tica civil b¨¢sica; proviene del respeto que le debes a la persona, aunque esa persona sea Hitler. ¡°Has de preguntarle con respeto y con respeto has de esperar que te hable¡±, a?ade.
El respeto incluye la documentaci¨®n, dice Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de Televisi¨®n y entrevistador habitual de campa?as electorales. ¡°Humildad, respeto e investigaci¨®n¡±. Una entrevista es para descubrir a un personaje. ¡°?C¨®mo lo vas a descubrir si no sabes de ¨¦l? Esa preparaci¨®n te permite hacerle preguntas cerradas, que le impidan irse por las ramas...¡±. ?Hay alg¨²n l¨ªmite? ¡°Ninguno. Siempre que guardes respeto, todo est¨¢ permitido¡±. Como dice Gabilondo, la indiscreci¨®n es posible si se ha conseguido el clima de confianza que deviene del respeto.
En el libro de Sylvester hay un pr¨®logo de Rosa Montero, que durante a?os fue entrevistadora de EL PA?S Semanal. Ah¨ª ella dice: ¡°(...) Detesto al periodista enfant terrible, al reportero fastidioso y narciso cuya ¨²nica ambici¨®n consiste en dejar constancia de que es mucho m¨¢s listo que el entrevistado cuando en realidad siempre es mucho m¨¢s tonto, porque no aprende nada¡±.
En esa l¨ªnea est¨¢ Manuel Campo Vidal. ¡°Parece que si no matas, si no eres agresivo, no eres bueno entrevistando... Algunos le dicen al presidente del Gobierno o al l¨ªder de la oposici¨®n c¨®mo ha de comportarse¡±. Un periodista pregunta para saber, y para que el lector sepa a trav¨¦s de ¨¦l. ¡°Para saber no tienes que agredir¡±.
Saul Bellow dijo que eran ¡°marcas de huellas dactilares en su garganta¡±
La entrevista ha de ser tensa, pero no agresiva, dice Pepa Bueno, que tiene tras de s¨ª un buen n¨²mero de ellas en TVE y ahora en SER. ¡°Una entrevista no es una charla entre amigos, ni tampoco un tercer grado. Es una cuesti¨®n de confianza: la has pedido y te la conceden. Y mientras las haces debes conseguir que la confianza vaya in crescendo, hasta que llega el momento oportuno para hacer la pregunta que tienes en la cabeza¡±. Pero si no escuchas ni sabes repreguntar, no conseguir¨¢s colar esa pregunta que llevas madurando. ¡°En lo que te dice el entrevistado puede estar lo m¨¢s valioso, tienes que o¨ªrlo para ponerlo de manifiesto. Tienes que dejarte sorprender sin perder el mando¡±, a?ade Bueno. Existe el entrevistador rottweiler, que muerde en seguida. ¡°No me parece la mejor v¨ªa para obtener buenos resultados... Has de tener pu?o de acero en guante de seda. El oyente no puede sentirse inc¨®modo con tu agresividad. Si el entrevistado se va por las ramas, debes atraerlo sin agresividad¡±, concluye.
De esa escuela es Juan Ram¨®n Lucas, que ha entrevistado en Radio Nacional, en TVE y en otras cadenas... ¡°Saber escuchar, esa es la clave. Y la preparaci¨®n. Pero no has de mirarlo: si quieres tener un di¨¢logo inteligente, prep¨¢rate para cualquier cosa... ?L¨ªmites para las preguntas? Depende del clima que hayas obtenido¡±. No vale irritarse con el entrevistado, ¡°aunque por dentro te sientas irritado¡±. Pero puede ocurrir que el entrevistado diga algo que no es cierto, ¡°y entonces tienes que estar preparado para repreguntar... Una entrevista no debe ser una discusi¨®n en la que el entrevistador se ponga en el mismo nivel que el entrevistado¡±. Lo inteligente, dice Lucas, ¡°es poner de manifiesto las contradicciones de la persona a la que entrevistas, pero has de hacerlo de modo que el oyente siga tu propia actitud¡±.
Julia Otero (ahora en Onda Cero, antes en TV3, en TVE...) sabe que ¡°los personajes tienden a escaparse¡±. Un buen entrevistador debe volver sobre sus preguntas ¡°cuantas veces sea posible, pero en alg¨²n momento hay que tirar la toalla, porque, si no, se igualan los planos¡±. Y el periodista no est¨¢ en el mismo nivel que su interlocutor. ¡°Puedes insistir dos o tres veces, pero hay un momento determinado en que ya insistir es inc¨®modo tambi¨¦n para quien te escucha¡±. Hay, indica Otero, ¡°quien encaja la mand¨ªbula en la presa y ah¨ª es donde act¨²a el entrevistador m¨¢s agresivo. El m¨¢s cordial deja la presa antes. Una entrevista no es una discusi¨®n, intento evitar ese momento¡±. En radio las entrevistas son m¨¢s puras, en cierto modo, que en la prensa escrita, pues el periodista tiene menos facilidades para convertirse en ¡°un demiurgo¡±. ¡°Un entrevistador de radio no corta ni introduce sus prejuicios, emite lo que est¨¢ oyendo. En prensa se pueden incluir con m¨¢s facilidad los prejuicios. En la radio los entrevistados son due?os de sus silencios y sobre todo de su tempo¡±, explica Otero.
Mar¨ªa Casado: ¡°Esto es como el f¨²tbol, todos llevamos un entrenador dentro¡±
A Antonio San Jos¨¦ (que hizo entrevistas en Antena 3, en Canal +, en CNN +..., y ¨²ltimamente en p¨²blico en la Fundaci¨®n March) esgrime la humildad como el arma secreta del entrevistador. ¡°Y saber escuchar. Una entrevista se funda en las respuestas del otro; no puedes ir con todo decidido. En medio de una conversaci¨®n, si la has llevado bien, ya puedes incluir la pregunta que m¨¢s te quemaba. Y has de o¨ªr: si alguien te dice que se va a suicidar no puedes preguntarle por sus proyectos para el a?o que viene¡±. ¡°La agresividad me irrita mucho. Te puedo preguntar gritando cualquier banalidad, que el que escucha dir¨¢ qu¨¦ tipo tan valiente. Puedes preguntar por los fondos reservados a un ministro del Interior o por el plagio a un escritor, y si hallas el momento preciso es probable que consigas una mejor respuesta que si has calentado el asunto en el minuto uno¡±.
Mart¨ªn Caparr¨®s, periodista y escritor argentino que hizo un libro, Pole pole (ediciones Ecicero), en el que reconstruye el camino que condujo a la famosa entrevista a Livingstone, cree que el l¨ªmite a la repregunta ¡°es el del morro o la certeza de cada cual¡±. ¡°Los m¨ªos son escasos, as¨ª que corto m¨¢s o menos pronto... La agresividad produce una reacci¨®n defensiva del entrevistado, que se abroquela y calla o recurre a sus lugares comunes. Pienso que es mejor t¨¢ctica dejarle espacio, mostrarle simpat¨ªa y empat¨ªa ¡ªy mostrarle que uno se ha preparado, que sabe de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de ¨¦l¡ª para ponerlo c¨®modo, con ganas de hablar: hay poca gente que resista una buena escucha. Suelo pensar que la verdadera entrevista empieza a la mitad de la entrevista, cuando ya se ha establecido esa falsa amistad ef¨ªmera y cuando el entrevistado ya ha contestado todo eso que sab¨ªa de antemano y empieza a tener que pensarse las respuestas¡±.
Magis Iglesias, que fue presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa y ense?a Periodismo, dice que la repregunta ¡°es una herramienta muy valiosa para obtener informaci¨®n, especialmente la que es dif¨ªcil de obtener con preguntas directas¡±. ¡°Es ¨²til para arrancar la verdad, revelar lo que el protagonista pretende ocultar o, en todo caso, poner en evidencia su resistencia a asumir la verdad. Sin embargo, la repregunta ha de abandonarse cuando se pone de manifiesto que su destinatario no est¨¢ dispuesto a contestar¡±.
En la convenci¨®n de una entrevista, el entrevistado no espera que lo quieras, sino que le preguntes. Jordi ?vole, que ha alcanzado gran ¨¦xito con sus entrevistas en Salvados (La Sexta), dice qu¨¦ espera como espejo del que tiene delante: ¡°Para m¨ª la entrevista es un encuentro con alguien que sabe m¨¢s que yo y que los que nos escuchan. Es una oportunidad que me tomo desde la postura del chafardero consentido¡±. ¡°No uso ninguna t¨¢ctica, no soy consciente. Es como encontrarte ante un amigo que te cuenta algo interesante y a quien repreguntas con naturalidad, sin estar pendiente del cuestionario. Y a veces te quedas callado, para que siga contando cosas. Cuando te dice algo que parece un titular se produce en ti un orgasmo period¨ªstico, un momentazo. Y cuando no hay nada, cuando no rompes la defensa, cuando no puedes driblar, te vas con la cola entre las piernas¡±.
Caparr¨®s: ¡°Lo mejor llega cuando surge esa falsa amistad ef¨ªmera¡±
Repreguntar es un arte, pero no hay que pasarse de la raya. Lo dice Mar¨ªa Casado (El debate, Los desayunos, en TVE). Lo que debe procurar el entrevistador, dice, ¡°es no ser protagonista¡±. Confiesa: ¡°Mi trabajo de verdad comienza antes, en la trastienda, cuando preparo la entrevista; una vez que sabes qui¨¦n es el personaje y has preparado el di¨¢logo con ¨¦l, depende de c¨®mo te responda. Y tu actitud ha de ser la del que escucha, para preguntar, y despu¨¦s para repreguntar¡±. Pero repreguntar no es una posibilidad infinita. ¡°Si te dice algo que sabes que es incierto, le aprietas; pero hay un l¨ªmite. No puedes llegar al acoso. Despu¨¦s de tres intentonas, si se sigue escapando lo dejas; lo que tienes que lograr es que para el televidente resulte claro que se escap¨® pero que t¨² preguntaste¡±.
Manuel Campo Vidal cuenta que despu¨¦s de una entrevista para televisi¨®n con la cantante Nacha Guevara esta le dijo: ¡°Gracias por esta entrevista tan antigua¡±. ?Por qu¨¦ antigua, se?ora?, le pregunt¨® el periodista. ¡°?Porque usted se ha dedicado a escucharme!¡±. Quiz¨¢ en esa an¨¦cdota se refleja, en fin, cu¨¢l es la tarea primordial del entrevistador, preguntar y escuchar, y volver a preguntar, tenga enfrente a Rudyard Kipling o al Rey de Espa?a.
El Rey-Hermida: un error de formato
La conversaci¨®n de Hermida con el Rey no corresponde a los moldes de una entrevista tal como la entienden muchos periodistas. Es evidente, cree I?aki Gabilondo, "que el Rey no se va a someter a una entrevista". "El formato que le dieron a esa conversaci¨®n no fue el de una entrevista". Y, "como no era una entrevista, y por tanto no se iba a hablar de las preguntas de inmediato inter¨¦s del p¨²blico, la gente fue inducida a error".
Campo Vidal es de la misma opini¨®n. ¡°No es lo mismo decir que el Rey ha dado una entrevista a que el Rey ha accedido a una conversaci¨®n... El periodista que se somete a llevarla a cabo sabe que va a pagar un precio por hacerla, porque la gente espera una entrevista y no lo es¡±.
Juan Ram¨®n Lucas: ¡° Hermida es un referente y creo que no debi¨® aceptar una entrevista sin preguntas. Cualquier asunto que hubiera sacado a colaci¨®n no cab¨ªa en algo tan r¨ªgido. Un periodista tiene que preguntar por esas cosas. Y si no puede hacerlo, mejor que no lo haga¡±.
Julia Otero: ¡°No la vi con demasiadas expectativas. No hay nada peor para una entrevista que el protagonista quiera quedar bien con todo el mundo. Y por norma el Rey se supone que, siendo el Rey de todos, querr¨¢ quedar bien y tiene que fingir y mentir muchas veces. Hermida no est¨¢ impelido ahora a hacer preguntas de actualidad¡±.
Antonio San Jos¨¦: ¡°Demasiada reverencia distancia un poco; Hermida es un personaje en s¨ª mismo, sab¨ªan qu¨¦ podr¨ªa dar de s¨ª una entrevista suya: ser¨ªa una conversaci¨®n, y no fue m¨¢s all¨¢¡±.
Pepa Bueno: ¡°No era una entrevista. Una entrevista incluye preguntas, repreguntas que permitan abrir cortinas. Probablemente fue un error de formato. Un reportaje hubiera sido m¨¢s adecuado. No se puede entrevistar un poquito... Las preguntas son las que hay que hacer. Y si no se pueden hacer, que no haya entrevista¡±.
Mar¨ªa Casado: ¡°El g¨¦nero est¨¢ inventado desde hace muchos a?os; puede tener mil formas; ocurre con la entrevista como con el f¨²tbol, todo el mundo tiene dentro un entrenador, todo el mundo sabe qu¨¦ preguntas ten¨ªas que haber hecho. En cuanto a la de Hermida con el Rey, como documento es impagable, porque no siempre tienes a un Rey siendo entrevistado. En cuanto a la forma, cada uno la juzgar¨¢. La entrevista es la que es¡±.
Jordi ?vole: ¡°No dejaron al Rey ser el Rey. Un Rey enfrentado a un cuestionario es algo casi ¨²nico, y la decepci¨®n ha sido enorme. El entorno del Rey (no culpo a Hermida) se dedic¨® a proteger a don Juan Carlos y a desproteger al telespectador. Si se encuentran un Rey y un periodista se genera una expectativa que no fue nunca satisfecha. Consiguieron algo encosertado, previsible, nada fresco. Hermida debe de estar diciendo, como el Rey despu¨¦s de Botsuana: ¡®Lo siento mucho, no volver¨¢ a ocurrir¡±.
Jes¨²s Hermida ya hizo las preguntas. Ahora guarda silencio.
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