Recelos ante el auge islamista
La ¡®primavera ¨¢rabe¡¯ aparca los derechos de las ciudadanas
Tras brotar la primavera ¨¢rabe, la regi¨®n inici¨® un proceso de cambios profundos y acelerados que transformar¨¢n las sociedades ¨¢rabes en todos sus elementos, incluido el papel de la mujer. Pero, de momento, los principales actores pol¨ªticos han concentrado todas sus energ¨ªas en la lucha por el poder. De ah¨ª que cuestiones como los derechos de las mujeres figuren en un segundo plano y, en general, no hayan sido objeto de grandes cambios en los ¨²ltimos dos a?os.
Ahora bien, las asociaciones de mujeres miran al futuro con temor, pues se perfila una hegemon¨ªa pol¨ªtica de las fuerzas islamistas, hostiles ante los avances hacia la igualdad de g¨¦nero registradas durante las dictaduras laicas. Algunas se?ales van en este sentido. Por ejemplo, en Egipto se elimin¨® la cuota reservada a las mujeres en el Parlamento y las diputadas pasaron de 62 a 8 en la primera legislatura revolucionaria. ¡°De forma sutil, el Gobierno islamista de Morsi ha reducido el compromiso del Estado en luchar contra la mutilaci¨®n genital femenina¡±, apunta una fuente de una agencia de la ONU.
La Constituci¨®n reci¨¦n aprobada en el gigante ¨¢rabe es ambigua. Establece la prohibici¨®n de la discriminaci¨®n por sexo, pero siempre sin violar la ley isl¨¢mica. Como los textos religiosos se pueden interpretar de formas muy diferentes, los cambios en el estatuto de la mujer depender¨¢n de las mayor¨ªas parlamentarias que se conformen en pr¨®ximas elecciones.
Hasta la fecha, ser mujer en el mundo ¨¢rabe es tan dif¨ªcil como lo era bajo las difuntas autocracias. La sociedad es conservadora y patriarcal, por lo que no es f¨¢cil abrirse camino en el ¨¢mbito laboral, sobre todo en las altas esferas, y en algunos pa¨ªses, las ni?as est¨¢n expuestas a la terrible pr¨¢ctica de la ablaci¨®n del cl¨ªtoris. Adem¨¢s, en los ¨²ltimos a?os se ha registrado un aumento de las pr¨¢cticas de acoso sexual, una aut¨¦ntica epidemia en algunas grandes ciudades, como El Cairo. Ahora bien, el mundo ¨¢rabe incluye realidades muy diferentes, nada tiene que ver la ultraconservadora Arabia Saud¨ª (el ¨²nico pa¨ªs ¨¢rabe en el G-20) con la occidentalizada T¨²nez.
Este sombr¨ªo panorama deja alg¨²n resquicio para el optimismo: las revoluciones ¨¢rabes han empoderado la sociedad civil, y las asociaciones de mujeres no son una excepci¨®n.
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