C¨®mo el MIT atrap¨® a Aaron Swartz
La instituci¨®n acad¨¦mica particip¨® activamente en la persecuci¨®n del activista cibern¨¦tico
Hace unos meses, un misterioso visitante utiliz¨® la red de Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachussets (MIT) para descargar y copiar millones de art¨ªculos de investigaci¨®n que pertenec¨ªan a JSTOR, la organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que vende suscripciones a las universidades.
El visitante era listo, ya que cambiaba su identificaci¨®n para evitar ser bloqueado por el sistema de seguridad del MIT. Con el tiempo, la universidad pens¨® que hab¨ªa detenido la intromisi¨®n. Sin embargo, el 3 de enero de 2011, de acuerdo con documentos internos del MIT a los que el New York Times tuvo acceso, la universidad fue informada de que el intruso hab¨ªa vuelto. Esta vez descargando documentos muy lentamente, con un nuevo m¨¦todo de acceso, para no llamar la atenci¨®n de los expertos en seguridad. "El usuario no estaba usando los m¨¦todos t¨ªpicos para acceder a la intranet del MIT", concluy¨® Mike Halsall, un analista de seguridad de la instituci¨®n.
Lo que los representantes de la universidad no sab¨ªan era que el intruso era Aaron Swartz, una de las mentes m¨¢s brillantes del mundo de la tecnolog¨ªa y un defensor del acceso libre a la informaci¨®n, que contaba adem¨¢s con una beca de colaboraci¨®n en Harvard.
La decisi¨®n de la universidad fue la de tratar las descargas como un crimen continuo que deb¨ªa ser investigado, y atrapar al hacker.? Para ello se utilizaron c¨¢maras ocultas y sistemas electr¨®nicos de vigilancia contra Swartz, con la ayuda de la polic¨ªa. Esta decisi¨®n llev¨® a un juego de persecuci¨®n? con el joven que dur¨® dos d¨ªas y a presentar? contra ¨¦l cargos por fraude inform¨¢tico. Swartz, de 26 a?os, con un juicio que iba a comenzar en abril y que se enfrentaba posiblemente a una larga condena, fue encontrado muerto, aparentemente por suicidio, en su piso en Brooklyn, el 11 de enero. La informaci¨®n recolectada por la instituci¨®n fue entregada a la fiscal¨ªa, a pesar de que el MIT no contaba con ninguna orden judicial.
El MIT coloc¨® c¨¢maras de vigilancia para investigar a Swartz
Los defensores del ciberactivista dijeron que la decisi¨®n del MIT era un duro golpe a una instituci¨®n que se enorgullec¨ªa por tener un sistema de red abierto y por ser el hogar de la cultura de la programaci¨®n. Los que defienden a la instituci¨®n vieron a la intromisi¨®n como un crimen inform¨¢tico que deb¨ªa ser tomado en serio.
El MIT se neg¨® a confirmar estos detalles o a comentar cualquiera de las acciones que llev¨® a cabo durante la investigaci¨®n. El presidente de la Universidad, L. Rafael Reif expres¨® su pesar la semana pasada: "Me duele pensar que el MIT tuvo que ver en una serie de eventos que terminaron en una tragedia".
Varios emails entre representantes del MIT de enero de 2011 detallan las presiones a las que se enfrentaban para resolver un problema que pensaban que ya estaba cerrado. Ann J, Wolpert, director de las bibliotecas, escribi¨® a Ellen Finnie Duranceau, que estaba recibiendo las quejas de JSTOR: ¡°La magnitud, y la naturaleza de los abusos puede ser concebida como una acci¨®n criminal. Ciertamente, es como JSTOR lo ve¡±.
La instituci¨®n acad¨¦mica tambi¨¦n ha contado con el apoyo del gobierno. ¡°El MIT se vio obligado a identificar al hacker y en su arresto para prevenir abusos futuros¡±, aleg¨® el fiscal en la corte. Michael Susmann, el abogado fiscal declar¨® que el MIT era la v¨ªctima y que, sin m¨¢s informaci¨®n, ten¨ªa que asumir que cualquier pod¨ªa ser el hacker "aunque fueran ni?os de 16 a?os con acn¨¦¡±. Adem¨¢s, se?al¨® que una vez que la polic¨ªa hab¨ªa entrado en el juego, la universidad no pod¨ªa dar un paso atr¨¢s en la investigaci¨®n.
El padre de Swartz se describi¨® a si mismo como ¡°devastado¡± en una entrevista tel¨¦fonica. ¡°El MIT dice que fueron muy neutrales, pero yo creo que no y que pusieron sus intereses por delante¡±. El hombre declar¨® que hab¨ªa asistido a dos reuniones con el rector, Eric Grimson. En ambas reuniones los miembros del equipo legal del MIT le aseguraron que el gobierno hab¨ªa obligado a la instituci¨®n acad¨¦mica a recolectar el material para acusarlo. El padre record¨® su conversaci¨®n con el rector:? ¡°Le dije, ¡®?por qu¨¦ esta destruyendo a mi hijo?¡¯ Y el respondi¨®: ¡®No lo estamos haciendo".
Copyright 2013 The New York Times News Service
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