Hiroshi Nakajima, impulsor de la cura de la tuberculosis
El m¨¦dico japon¨¦s ejerci¨® como director general de la OMS una d¨¦cada
Cualquier organizaci¨®n humanitaria que en el mundo se dedique a combatir la tuberculosis, cualquier texto o cualquier programa para reducir esta enfermedad infecciosa est¨¢ lleno de unas siglas, DOTS, que, casi como sida, se han convertido ya en una palabra y no es solo un acr¨®nimo. En ingl¨¦s responde a directly-observed treatment, short course (tratamiento breve bajo observaci¨®n directa). Para los profanos suena a galimat¨ªas, pero es la base del abordaje de la enfermedad desde mediados de los noventa. Y su impulsor fue Hiroshi Nakajima, el m¨¦dico japon¨¦s (nacido en Chiba, en 1928) que ayer muri¨® en Par¨ªs a los 84 a?os.
Nakajima fue director general de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) de 1988 a 1998 y, aparte de la promoci¨®n del DOTS, se puso otra meta: la erradicaci¨®n de la poliomelitis. No ha visto ese sue?o cumplido, pero los datos indican que, si la situaci¨®n b¨¦lica de Afganist¨¢n no lo impide, y el integrismo no se cruza en Nigeria y Pakist¨¢n (los tres ¨²nicos pa¨ªses donde la enfermedad est¨¢ asentada), la meta est¨¢ cerca.
Ese objetivo fue uno de los que la OMS record¨® en la breve nota que dedic¨® al neuropsiquiatra. ¡°Uno de los mayores anhelos del doctor Nakajima fue presenciar la derrota de la poliomielitis. En ello estamos empe?ados ahora, y no nos faltan buenas razones. Que nuestros esfuerzos sean un tributo a su memoria¡±, ha dicho la directora del organismo, Margaret Chan.
Muri¨® sin ver conseguido su sue?o: el fin de la poliomielitis
El periodo del mandato de Nakajima fue el de la reconversi¨®n de la organizaci¨®n a la que lleg¨® en 1974, tras formarse en Jap¨®n y Par¨ªs, la ciudad en la que falleci¨®. Fue su primer dirigente asi¨¢tico, y abri¨® una tradici¨®n de dirigentes de ese continente que solo rompi¨® su sucesora, la noruega Gro Harlem Brundtland. Era el tributo en el reparto de poderes a un continente emergente y donde las enfermedades infecciosas (tuberculosis, pero tambi¨¦n malaria) ten¨ªan sus peores cifras. Relacionado con esto, fue promotor de campa?as de vacunaci¨®n infantil que a¨²n contin¨²an.
Su mandato, sin embargo, no estuvo exento de pol¨¦mica. Se le acus¨® de no haber visto la importancia y la gravedad del VIH, y tuvo enfrentamientos con importantes investigadores por ello. Aunque hay que admitir que entonces no hab¨ªa una medicaci¨®n para enfrentar el sida, y que asuntos que fueron clave poco despu¨¦s, como el acceso a los tratamientos, ni siquiera estaban sobre la mesa.
Tras dejar la OMS vivi¨® entre Jap¨®n y Francia. Falleci¨® en Poitiers.
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