Reporteros sin escudos
Los medios se cuestionan la cobertura de la guerra siria ante las muertes y secuestros de periodistas, muchos de ellos ¡®freelance¡¯
Miren a donde miren los dos reporteros, los impactos de proyectiles contra las paredes y el techo del edificio no inspiran mucha confianza. Si este fue en alg¨²n momento el objetivo militar del Ej¨¦rcito sirio ¡ªy acert¨®¡ª, ?por qu¨¦ no ahora? Est¨¢n a las afueras de la peque?a localidad de Menagh, en el norte del pa¨ªs, a unos 45 kil¨®metros de Alepo. Objetivo: ser testigos de la ofensiva rebelde contra el aeropuerto, en manos del r¨¦gimen. ¡°Venid con nosotros¡±, dice el l¨ªder miliciano Abu Dujana, ¡°esta madrugada atacamos¡±. Uno de los periodistas tiene chaleco antibalas y casco. El otro, no. Uno de ellos pertenece a la plantilla de un diario. El otro es freelance, palabra inglesa con la que en la profesi¨®n se conoce a los colaboradores que cobran a la pieza.
La guerra no es igual para cada informador, pero hay lecciones que se comparten. A saber: mejor mal acompa?ado que solo, y mejor con protecci¨®n, aunque no siempre sirva. Y m¨¢s en un pa¨ªs, Siria, que en casi 24 meses de revuelta y guerra civil se ha aupado como el m¨¢s peligroso del mundo para ejercer la profesi¨®n de periodista.
Es agosto de 2012. Ninguno de los dos reporteros anclados en Menagh sigue adelante. El reportaje ser¨ªa exclusivo, pero hay demasiado riesgo. El mismo ¡ªo parecido¡ª que ve el peri¨®dico brit¨¢nico The Sunday Times al cerrar el buz¨®n de entrada de trabajos enviados desde el interior de Siria por colaboradores externos. ¡°Nuestra pol¨ªtica¡±, explica en un intercambio de correos el subjefe de la secci¨®n de Internacional, Graham Paterson, ¡°es disuadir a los freelances de entrar [en el pa¨ªs]¡±. ¡°Queremos hacer todo lo que est¨¦ en nuestro poder¡±, contin¨²a Paterson, ¡°para disuadirles¡±. Seg¨²n el editor de la cabecera propiedad de News International (NI), filial europea del imperio medi¨¢tico de Rupert Murdoch, la decisi¨®n no se ha tomado ahora sino que es incluso anterior a la muerte de una de sus reporteras de guerra m¨¢s veteranas, Marie Colvin, de 56 a?os, alcanzada el 22 de febrero de 2012 en el bombardeo de la aviaci¨®n del r¨¦gimen sirio contra los focos rebeldes de la ciudad de Homs, en la franja occidental de Siria. En el ataque muri¨® tambi¨¦n el franc¨¦s R¨¦mi Ochlik, colaborador de 29 a?os de Paris Match. Un mes antes y en la misma ciudad, el franc¨¦s Gilles Jacquier, de 43 a?os, trabajador de France 2, hab¨ªa inaugurado la lista negra de bajas extranjeras en Siria. El r¨¦gimen culp¨® a los rebeldes. Sus compa?eros de ruta, a una trampa de fieles a Damasco.
Existiese o no la norma interna en la redacci¨®n de The Sunday Times, lo cierto es que la liebre la solt¨® a principios de semana el fotoperiodista Rick Findler, quien admiti¨® haber recibido un ¡°no¡± como respuesta a una serie de fotograf¨ªas tomadas en Alepo, uno de los puntos m¨¢s calientes del conflicto. M¨¢s en concreto, la secci¨®n de Internacional le agradeci¨® el trabajo, pero le explic¨® que no lo compraba por creer que los riesgos ¡°eran demasiado grandes¡±. Un portavoz de NI a?adi¨® posteriormente que el peri¨®dico no cre¨ªa que ¡°los freelances, muchos de ellos sin entrenamiento, seguro o respaldo [de un medio], fueran los mejores para situarse en el frente de batalla de un conflicto brutal¡± como el sirio. ?Dejar¨¢ de informar The Sunday Times sobre lo que pasa en Siria? Lo seguir¨¢ haciendo, dice Paterson, cuando est¨¦n sus reporteros de plantilla en el terreno. Algo que, en los tiempos que corren, no es tan habitual como anta?o.
All¨ª, en Siria, se encontraba el 21 de diciembre el c¨¢mara salmantino Roberto Fraile cuando fue alcanzado por la metralla de un artefacto activado por miembros del Ej¨¦rcito Libre de Siria (ELS). Fraile, de 38 a?os, freelance experimentado, se hab¨ªa unido a una brigada rebelde para echar un vistazo en la Ciudadela de Alepo, patrimonio de la ciudad arrasado por los bombardeos del r¨¦gimen. Un miliciano, seg¨²n relata el c¨¢mara espa?ol ya desde su ciudad natal, encendi¨® la mecha sin, aparentemente, mucha suerte. Eso parec¨ªa. De repente, el artefacto estall¨® y una de las esquirlas sorte¨® a las cinco personas que Fraile ten¨ªa delante hasta alcanzarle la pelvis. ¡°Ese d¨ªa no llevaba el chaleco y me lo encontr¨¦¡±, reconoce al tel¨¦fono, ¡°pero con ¨¦l me hubiera pasado lo mismo, esa parte no la cubre¡±. Fraile, herido, pero no de gravedad, fue intervenido all¨ª mismo y trasladado a Turqu¨ªa. Siempre, durante su estancia en Alepo, hab¨ªa llevado el chaleco, pero al visitar la Ciudadela crey¨® que estaba m¨¢s seguro. ¡°Al final¡±, explica Fraile con franqueza, ¡°tras tres semanas, quieras o no, te relajas¡±.
El riesgo existe, imprevisible, en una guerra que, seg¨²n los c¨¢lculos de los activistas antir¨¦gimen, ha matado a m¨¢s de 60.000 personas. Riesgo para los que tienen contrato como para los que viven de las historias que logran vender. Seg¨²n los datos de Reporteros sin Fronteras (RSF), 23 periodistas han perdido la vida tratando de contar la guerra en un pa¨ªs a¨²n bajo el Gobierno de Bachar el Asad. Solo durante el a?o pasado fallecieron 19, una cifra que el Comit¨¦ de Protecci¨®n de los Periodistas (CPP), con sede en Nueva York, eleva hasta 30 ¡ªpor la inclusi¨®n de m¨¢s v¨ªctimas locales, la mayor¨ªa en cualquier recuento. En lo que va de 2013, RSF ha actualizado su lista mundial de obituarios con ocho periodistas m¨¢s. Cuatro de ellos murieron mientras trabajaban en Siria.
Sherif Mansour coordina la secci¨®n de Oriente Pr¨®ximo del CPP. Las cifras de reporteros muertos en Siria le recuerdan sin duda a Irak, un pa¨ªs abatido por la guerra y que no cerr¨® ninguno de los primeros cuatro a?os tras la intervenci¨®n estadounidense con menos de una veintena de bajas entre los reporteros ¡ªroz¨® el medio centenar en 2007. ?Son un objetivo de guerra? ¡°Sin duda¡±, responde Mansour. ¡°El r¨¦gimen no quiere que la prensa documente el horror, no quiere que eso pase¡±, prosigue. ¡°Los periodistas¡±, apostilla el portavoz del CPP, ¡°est¨¢n sirviendo adem¨¢s de testigos de la situaci¨®n y su testimonio pasa a formar parte del proceso de toma de decisiones de la pol¨ªtica internacional¡±. Un dato m¨¢s, muy ilustrativo, que aporta Mansour sobre la sangr¨ªa de la prensa en el frente sirio: ¡°El 70% de los que murieron llevaban una c¨¢mara en la mano¡±.
As¨ª lo hac¨ªa la japonesa Mika Yamamoto, de 45 a?os, cuando fue alcanzada por un francotirador en un barrio del este de Alepo, el pasado 20 de agosto. Andaba por las calles de la ciudad del norte de Siria a las ¨®rdenes de la agencia de noticias Japan Press. Seg¨²n relat¨® su compa?ero sentimental, Kazutaka Sato, a su lado durante el ataque, el tirador pudo ver que eran del equipo de prensa. Iban protegidos, pero no sirvi¨®. La reportera llevaba 15 a?os trabajando en pa¨ªses azotados por la guerra, entre ellos, Afganist¨¢n, Irak y Uganda. La experiencia tampoco sirvi¨®.
Todas las cautelas son pocas para atacar como mensajero un conflicto atomizado por decenas de brigadas rebeldes, grupos de yihadistas nutridos de extranjeros, milicias de shabihas (matones del r¨¦gimen) que operan con autonom¨ªa y un Ej¨¦rcito, todav¨ªa comandado desde Damasco, que dispara con armamento pesado y poco preciso para evitar el cara a cara, las deserciones y bajas entre sus soldados. La escalada de la violencia ha hecho tan imprevisible la guerra como diferentes son las muertes de las dos ¨²ltimas v¨ªctimas entre los reporteros: Yves Debay, franco-belga de 58 a?os, y Mohamed al Horani, sirio de 33 a?os.
Debay, exmilitar del Ej¨¦rcito belga, veterano corresponsal de guerra y fundador de la revista Assaut, en la que firmaba, falleci¨® el 18 de enero alcanzado por los disparos de un francotirador mientras cubr¨ªa los enfrentamientos entre rebeldes y leales al r¨¦gimen, junto a la c¨¢rcel de Alepo. Ese mismo d¨ªa, Al Horani, colaborador de la cadena catar¨ª Al Yazira fue tiroteado al cruzar una calle con un grupo de rebeldes en la localidad de Buser al Harir (provincia de Deraa). Su muerte, grabada en v¨ªdeo por uno de los milicianos y subida a la Red ha causado un gran estupor entre la tribu que mantiene el list¨®n informativo en Siria. Al Horani, micr¨®fono en mano y absolutamente desprotegido, atraviesa un cruce de caminos en segundo lugar y tras ver como el cabecilla, armado, hab¨ªa completado la carrera sin problemas. Cinco disparos acaban con el reportero en el suelo retorcido de dolor. Seg¨²n la versi¨®n de Al Yazira, Al Horani, activista en los primeros meses de la revoluci¨®n, falleci¨® por el impacto de tres balas. Roberto Fraile, el c¨¢mara salmantino herido en Alepo ha visto las im¨¢genes. ¡°La carrera es muy larga¡±, comenta, ¡°yo hubiera pasado el primero, el quinto, o todos en grupo¡±. ¡°Parece un poco raro¡±, contin¨²a Fraile, ¡°pero criticarlo desde aqu¨ª... Hay que estar all¨ª¡±.
Cubrir una guerra informativamente no es una ciencia, pero hay escuelas para saber c¨®mo hacerlo. The Rory Peck Trust, con sede en Londres, es una de ellas. ¡°Aconsejamos a los freelances¡±, explica la portavoz de la organizaci¨®n, Molly Clarke, ¡°a actuar con extrema precauci¨®n y no viajar salvo que hayan hecho una evaluaci¨®n completa de los riesgos y tengan los mecanismos de protecci¨®n adecuados [chaleco y casco]¡±. El organismo, centrado en la asistencia de freelances, cree de obligado cumplimiento contar con un seguro, conocimientos en primeros auxilios y experiencia en ambientes hostiles. ¡°Y en una situaci¨®n tan complicada y cambiante como la de Siria¡±, a?ade Clarke, ¡°es esencial contar con informaci¨®n cre¨ªble de fuentes fiables¡±.
Lo eran las que utilizaba el reportero estadounidense de 39 a?os James Foley, en paradero desconocido desde el pasado 22 de noviembre, fecha en la que fue capturado por un grupo de hombres armados en la provincia de Idlib, mientras trabajaba para AFP. Jim, como le conocen sus compa?eros, ya fue apresado por fuerzas gadafistas en Libia. Experiencia no le faltaba, como tampoco cautela. Es uno de los tres periodistas extranjeros ¡ªa los que hay que a?adir m¨¢s de una docena de sirios¡ª que permanecen apresados en alg¨²n rinc¨®n del pa¨ªs.
Austin Tice, exmarine estadounidense de 31 a?os, es el que m¨¢s tiempo lleva en manos de sus captores. Tice, que escrib¨ªa para el grupo McClatchy y The Washington Post, fue tomado preso en Damasco el 13 de agosto. A principios de octubre apareci¨® en la grabaci¨®n de un v¨ªdeo vendado y custodiado por un grupo de supuestos yihadistas con vestimentas impecables. Muchos creen que fue un montaje. Ese mismo mes, el d¨ªa 9, fue secuestrada la reportera de Ucrania Ankhar Kotchneva, de 40 a?os. Se desconoce qu¨¦ ha sido de ella, despu¨¦s de que los captores hicieran su ¨²ltima petici¨®n de rescate en enero.
El precio de ser sirio
Si elevados son los riesgos que corre la prensa extranjera que cruza la frontera siria, m¨¢s lo son los que asumen los reporteros nacidos all¨ª. Los que ya lo eran antes de la revoluci¨®n y los que decidieron informar al mundo y a los suyos cuando el r¨¦gimen de Bachar el Asad eligi¨® la violencia para acabar con la revuelta. Sea el c¨¢lculo de Reporteros sin Fronteras (RSF), sea el del Comit¨¦ de Protecci¨®n de los Periodistas (CPP), la mayor¨ªa de informadores identificados en sus listas negras son sirios. Y no solo del bando de los alzados.
M¨¢s de la mitad de los periodistas muertos desde inicios de 2012 que RSF ha podido constatar en su secci¨®n sobre Siria hab¨ªan nacido en ese pa¨ªs. En la relaci¨®n de v¨ªctimas elaborada por el CPP, esa proporci¨®n cae del lado sirio de una forma m¨¢s acusada. Muchos eran freelances, otros trabajaban para redes informativas de nuevo cu?o, como Shaam News Network, y algunos formaban parte de la plantilla de medios afines, de un modo u otro, al Gobierno.
¡°Ante las dificultades impuestas por el r¨¦gimen¡±, explica Sherif Mansour, del CPP, ¡°los reporteros tradicionales dejaron de viajar y dieron paso a los periodistas ciudadanos¡±. Esos que, repartidos por el pa¨ªs, han tratado y tratan de documentar la guerra, con un m¨®vil en la mano o una c¨¢mara a cuestas. Entre informadores tradicionales y periodistas ciudadanos, RSF estima que al menos 36 ciudadanos sirios permanecen detenidos por las fuerzas de El Asad.
Pero la guerra hace tiempo que es civil y las bajas se cuentan en ambos frentes, el de los rebeldes y el del r¨¦gimen. Un atentado perpetrado el 27 de junio contra la sede del canal progubernamental Al Ikhbariya, situada en Doursha, al suroeste de Damasco, caus¨® la muerte de siete de sus trabajadores, entre ellos, varios informadores. CPP pudo identificar entre las v¨ªctimas a Mohamed Shamma y Sami Abu Amin. Otros dos reporteros del mismo medio han sido asesinados posteriormente.
Basel Tawfiq Youssef, del canal estatal sirio, ha sido el ¨²ltimo objetivo alcanzado por los rebeldes. Tras varios intentos de secuestro y amenazas, fue tiroteado a la salida de su domicilio en Damasco, el pasado 21 de noviembre. El Observatorio Sirios de Derechos Humanos, grupo activista anti-Asad, admiti¨® que los alzados estaban detr¨¢s de su muerte.
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