Sanidad p¨²blica: demasiados enemigos interiores
Las Administraciones han facilitado los factores que minan el sistema
El plan de garant¨ªa de sostenibilidad del sistema sanitario p¨²blico de la Comunidad de Madrid significa, por un lado, el reconocimiento de la incapacidad de la Administraci¨®n en la gesti¨®n de los recursos humanos y materiales; por otro, un cambio en la forma de ejercicio de la Medicina intra y extrahospitalaria p¨²blica y, por ¨²ltimo, un golpe a la docencia de pre y postgrado de Medicina. Sin embargo, y aun con las tensiones generadas, quiz¨¢ no sea m¨¢s que un parche en un neum¨¢tico gastado y probablemente con el tiempo tasado como es el Estado de bienestar. Los motivos inmediatos son econ¨®micos, pero las ra¨ªces son de otra ¨ªndole.
De manera resumida, pensamos que el declinar acaso inexorable de nuestro modelo de sanidad p¨²blica, cuyo proemio es la llamada ¡°externalizaci¨®n de la gesti¨®n¡±, es fruto de tres factores simult¨¢neos: a) una sucesi¨®n de administraciones ineficientes; b) la mala educaci¨®n de una parte notable de la poblaci¨®n, y c) la actitud inadecuada de un buen n¨²mero de profesionales sanitarios. En suma, nada nuevo, ya que, como escribieron Jovellanos en el XIX y Toynbee en el XX, las naciones y las civilizaciones suelen morir a manos de los enemigos interiores m¨¢s que de los exteriores.
Pensamos que las Administraciones p¨²blicas son las grandes responsables de la situaci¨®n actual al facilitar los factores que han minado la sanidad. Y es que con una poblaci¨®n envejecida, con miles de enfermos cr¨®nicos, con una tecnolog¨ªa diagn¨®stica cada d¨ªa m¨¢s sofisticada y cara y con muchas m¨¢s posibilidades terap¨¦uticas, la sanidad representa un cap¨ªtulo cada vez mayor del gasto p¨²blico. Pero, las administraciones sanitarias, ocupadas salvo honrosas excepciones por ramificaciones de los partidos pol¨ªticos y m¨¢s dispuestas a ¡°servirse de¡± que a ¡°servir a¡±, no quisieron ver problemas estructurales ya evidentes hace 25 a?os e hicieron de la gesti¨®n de lo p¨²blico un muestrario de disparates. El ejemplo de la construcci¨®n de una tacada de ocho hospitales nuevos en Madrid con una econom¨ªa que ya era inestable, las insostenibles ¡°carteras de servicios¡± o el proyecto reciente de anulaci¨®n de un hospital respetable como el de la Princesa, son muestras de la irreflexi¨®n y torpeza que con demasiada frecuencia vemos en los prebostes sanitarios.
Si a ello sumamos una plantilla de gerentes y directores pol¨ªticos que ayer malgastaron a manos llenas y hoy hacen del ahorro un absoluto; o que en su af¨¢n de dominio llegan hasta a nombrar a los jefes de servicio m¨¦dicos convirti¨¦ndolos en sus subalternos; o con una pol¨ªtica de personal incapaz de discriminar entre buenos y malos profesionales y que cuando hace distinciones s¨®lo logra irritar a los m¨¢s v¨¢lidos, no sorprende la situaci¨®n pr¨®xima a la quiebra en que nos hallamos. Al fin y al cabo, recurrir a la ¡°gesti¨®n externa¡± es reconocer la incapacidad de la ¡°interna¡±. ?Qu¨¦ dir¨ªamos si para operar una apendicitis en un hospital p¨²blico se recurriera a un cirujano de uno privado?
La sanidad representa un cap¨ªtulo cada vez mayor del gasto p¨²blico
La burocracia es hoy un problema en s¨ª misma. Sabido es que son los bur¨®cratas los que crean burocracia y que su fin ¨²ltimo es interponer entre ellos y los problemas a otro bur¨®crata, y as¨ª ad infinitum. De ah¨ª que un gran n¨²mero de individuos profesionalmente nulidades ocupen una larga retah¨ªla de cargos prescindibles.
En el fondo, la situaci¨®n actual es la constataci¨®n del fracaso de la partitocracia, de la apat¨ªa de la Administraci¨®n para defender al Estado de sus enemigos interiores y de su propia estructura parasitaria; de su incapacidad para reaccionar, por ejemplo, ante el grav¨ªsimo problema demogr¨¢fico que significa el envejecimiento de la poblaci¨®n; o de unas administraciones en las que se multiplican las estructuras directivas innecesarias. En consecuencia, ?puede sorprendernos que el hiato entre las instituciones y la Administraci¨®n y los ciudadanos crezca cada d¨ªa?
Por ello pensamos que es imprescindible un vuelco en la Administraci¨®n, pod¨¢ndola de ramas muertas, profesionaliz¨¢ndola y recortando el lastre insostenible de 17 Autonom¨ªas con su inherente carga de megaloman¨ªa, clientelismo y burocracia. Porque no s¨®lo las bases, tambi¨¦n las c¨²pulas deber¨¢n percibir la crisis econ¨®mica. Y todo ello es aplicable a la sanidad p¨²blica.
Pensamos que el segundo elemento del problema es una parte notable de la sociedad espa?ola. En este cap¨ªtulo sorprende el estoicismo de algunos de nuestros compatriotas, capaces de soportar enfermedades graves sin pedir ayuda, frente a la hipocondr¨ªa y esp¨ªritu de rapi?a de muchos ¡°usuarios¡±. Y es que demasiados, obsesionados con sus derechos en la misma medida en que olvidan sus deberes, abusan de la sanidad p¨²blica abarrotando consultorios y servicios de urgencias por motivos pedestres; individuos demandantes de pruebas diagn¨®sticas sin justificaci¨®n, que acaparan f¨¢rmacos cual bot¨ªn y que no suelen valorar lo que reciben. Aunque quiz¨¢ no pueda esperarse otra cosa de una sociedad que ha convertido la Medicina en un bien de consumo y ha elevado ¡°los derechos¡± a la categor¨ªa de cultura.
La burocracia es hoy un problema en s¨ª misma
Por ello, al igual que pensamos que la externalizaci¨®n de la gesti¨®n no resolver¨¢ ning¨²n problema esencial, y del mismo modo que nada valioso puede ser eterna e infinitamente universal y gratuito, nos parece imprescindible el copago en consultas, pruebas complementarias y f¨¢rmacos. Deber¨¢ procurarse por todos los medios evitar injusticias y gravar a los enfermos reales y a los carentes de recursos, pero la situaci¨®n actual no se sostiene y lo ¨²nico que entendemos todos es que nos toquen el bolsillo. Muchos ciudadanos lo comprenden y afortunadamente pueden asumirlo. Pero, romper una inercia de d¨¦cadas obligar¨¢ a explicar muy bien estas medidas y, sobre todo, aplicarlas despu¨¦s y no antes de haber recortado en las c¨²pulas.
Bajo nuestro punto de vista, los profesionales completan el problema de la sanidad p¨²blica. Ah¨ª, como en todo grupo numeroso, hallamos laboriosos y absentistas, estudiosos y rutinarios, responsables e irresponsables, probos y p¨ªcaros, obviamente todos con el mismo sueldo, y en muchas ocasiones no han (o no hemos) estado a la altura de las circunstancias. Sin duda, el cambio de la forma de gesti¨®n significar¨¢ el fin de muchas sinecuras. Pero tambi¨¦n debemos recordar que la profesi¨®n m¨¦dica no constituye una unidad de clase. Vemos en ella desde n¨®minas opulentas hasta salarios de subsistencia. Y es que, si la Administraci¨®n sanitaria p¨²blica oferta trabajos que averg¨¹enzan por la miseria moral de los que abusan de la necesidad de tantos obligados a aceptar cualquier cosa, ?las condiciones de contrataci¨®n no ser¨¢n a¨²n m¨¢s draconianas con la gesti¨®n privada? Por lo tanto, ?c¨®mo podemos sorprendernos de que m¨¦dicos valiosos al acabar su Residencia busquen trabajo y, sobre todo, respeto y proyecci¨®n profesional allende nuestras fronteras? Que busquen un futuro que aqu¨ª se les niega.
Por otra parte, la conversi¨®n de los hospitales en exclusivamente asistenciales repercutir¨¢ negativamente en los desvalidos y en los enfermos cr¨®nicos, cuya estancia hospitalaria deber¨¢ acortarse para no da?ar las estad¨ªsticas, ese nuevo t¨®tem; y, adem¨¢s, conllevar¨¢ un da?o irreparable en la docencia de estudiantes y residentes y en la investigaci¨®n m¨¦dica, lo que tambi¨¦n nos pasar¨¢ factura. En una profesi¨®n tan necesitada de buenos ejemplos, ?qu¨¦ estudiante o residente tomar¨¢ como modelo a jefes m¨¦dicos resignados a un papel de meros capataces?
Por todo nos parece esencial recordar que la sanidad p¨²blica nunca podr¨¢ ser rentable econ¨®micamente y que deber¨¢ tener presentes los puntos anteriores.
Es ineludible calcular bien el n¨²mero de m¨¦dicos de cabecera y especialistas que vamos a necesitar en los pr¨®ximos 25 a?os
Por ¨²ltimo, es ineludible calcular bien el n¨²mero de m¨¦dicos de cabecera y especialistas que vamos a necesitar en los pr¨®ximos 25 a?os y formarlos bien para emplearlos aqu¨ª. Probablemente deber¨¢n cerrarse algunas facultades de Medicina, ya que Espa?a posee 32 p¨²blicas frente a las, por ejemplo, 33 de Francia o las 36 de Alemania con mucha m¨¢s poblaci¨®n. Y, a la vez, tambi¨¦n en este campo, deber¨¢ seleccionarse bien a los servidores de lo p¨²blico, tanto docentes como m¨¦dicos asistenciales y gestores, insisti¨¦ndose en los puntos de cualificaci¨®n, dedicaci¨®n, responsabilidad y remuneraci¨®n, desterr¨¢ndose para siempre las losas de lo vitalicio, el nepotismo, la picaresca y la queja perpetua. Nos va en ello mucho m¨¢s de lo que parece.
Qui¨¦n sabe si a¨²n estamos a tiempo de remontar nuestro destino no s¨®lo en lo sanitario y evitar un final lamentable para todos. Pero en esta nueva hora grave de Espa?a, en la que hasta peligra nuestra integridad como naci¨®n, cu¨¢ntas veces hemos recordado aquel p¨¢rrafo de la Memoria que Gaspar de Jovellanos escribi¨® all¨¢ por 1811: ¡°¡ amada patria m¨ªa, t¨² perecer¨¢s no por los esfuerzos de un b¨¢rbaro tirano que devasta tus pueblos, sino por los hijos ingratos que destrozar¨¢n tus entra?as¡¡± ?Sabremos evitarlo?
Santiago Prieto es m¨¦dico del hospital 12 de Octubre de Madrid.
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