Solo el 10% de las personas con dolor cr¨®nico est¨¢ bien atendida
En Espa?a ¨²nicamente hay una decena de unidades integrales para el tratamiento

Alrededor de un 11% de la poblaci¨®n europea sufre un dolor cr¨®nico, seg¨²n una encuesta europea con 1.000 pacientes ¡ªde los cuales 200 eran espa?oles¡ª hecha por el laboratorio Boston Scientific. Es el ¨²ltimo intento de radiografiar un problema de salud y econ¨®mico, y de llamar la atenci¨®n sobre una situaci¨®n que no avanza. Datos de estudios similares de hace cinco o diez a?os indicaban un porcentaje de afectados similar. No solo el dolor es cr¨®nico: la falta de atenci¨®n adecuada lo es tambi¨¦n.
El dolor cr¨®nico se define como el que dura m¨¢s de seis meses. La cifra es extrapolable a Espa?a. Y sus complicaciones, tambi¨¦n. Un 68% de los encuestados no encuentra un alivio a pesar de haber probado varios tipos de f¨¢rmacos u otras terapias. Y solo un 10% es remitido directamente a una unidad espec¨ªfica. La escasa formaci¨®n del personal sanitario sobre tratamientos adecuados y el desconocimiento de la poblaci¨®n de la existencia de los mismos se erigen como las principales causas, seg¨²n la encuesta.
El camino para el paciente no es f¨¢cil. Primero acuden a los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria, donde les dan analg¨¦sicos, necesit¨¢ndose, en muchas ocasiones, varias visitas hasta lograr un ajuste. ¡°El problema es cuando se prueba que un f¨¢rmaco no sirve, entonces el m¨¦dico no sabe a qu¨¦ tratamiento acudir¡±, dice Mar¨ªa Luisa Franco, m¨¦dico de una cl¨ªnica del dolor y colaboradora de la encuesta.
La tasa de suicidios entre los afectados dobla la media nacional
Que se lo digan a Ana Cordonilla, una mujer de 50 a?os que ten¨ªa un dolor de cabeza que no la dejaba ni de d¨ªa ni de noche. ¡°Estuve primero con la m¨¦dico de cabecera, que me recet¨® pastillas, y luego pas¨¦ por rehabilitaci¨®n. No ten¨ªa consuelo con nada, ni morfina ni nada¡±, cuenta. En total pasaron 10 a?os hasta que ingres¨® en una cl¨ªnica especializada.
Adem¨¢s, en Espa?a, los opioides como la morfina para tratar el dolor intenso son apenas utilizados en un 1% de los casos, cuando se trata de dolores severos, seg¨²n datos de la Sociedad Espa?ola del Dolor (SED). Aunque el pa¨ªs ya ha dejado los ¨²ltimos lugares en el ranking europeo en cuanto al uso de opioides, todav¨ªa hay muchos mitos que impiden su aplicaci¨®n. ¡°Primero, se cree que los opioides solo se deben utilizar en pacientes terminales. Y segundo, que crean adicci¨®n. Esto ¨²ltimo no es verdad y hay estudios que demuestran que solo un porcentaje baj¨ªsimo presenta adicci¨®n¡±, dice Franco.
¡°En muchas ocasiones, el profesional sanitario no tiene la formaci¨®n suficiente para entender el dolor como una enfermedad en s¨ª y no como un s¨ªntoma¡±, dice Concha P¨¦rez, directora de la Unidad de Dolor del hospital de La Princesa de Madrid y portavoz de la SED. Seg¨²n la m¨¦dica, el hecho de que su ense?anza en las facultades no est¨¦ normalizada explica que no se den los tratamientos m¨¢s id¨®neos.
Los recelos ante la morfina dificultan el abordaje de los casos graves
Es el caso de Caridad Benita, de 79 a?os, que tard¨® m¨¢s de una d¨¦cada en trasladarse a una cl¨ªnica del dolor. ¡°Cuando llegu¨¦ y me implantaron un estimulador de m¨¦dula espinal (un m¨¦todo que transmite impulsos el¨¦ctricos suaves que impiden que las se?ales de dolor lleguen al cerebro), mi vida cambi¨®. Ahora puedo disfrutar de mi familia¡±, dice.
A la escasa formaci¨®n m¨¦dica se une la falta de cl¨ªnicas especializadas. En Espa?a existen unas 108 unidades del dolor, la mayor¨ªa dependientes de los servicios de anestesiolog¨ªa de los hospitales. Pero solamente unas 10 cumplen con el m¨¢ximo nivel, es decir, son independientes de otros servicios de los hospitales y tienen un presupuesto y personal propio. ¡°El problema es que hay muchas unidades que las lleva una sola persona. Faltan psic¨®logos (un especialista fundamental para los expertos) o tratamientos intervencionistas¡±, dice P¨¦rez.
El dolor acompa?a a la mayor¨ªa de los pacientes toda la vida. Y sin un tratamiento adecuado pueden llegar a aislarse de sus familiares y amigos y a dejar sus trabajos. As¨ª, un 12% de los encuestados se separa de su pareja. Adem¨¢s, la posibilidad de suicidio es el doble. Para la familia de Jos¨¦ Luis Nieto, de 60 a?os, fue dif¨ªcil lidiar con la enfermedad. Despu¨¦s de haber sido operado por un tumor en la cabeza, la cara le qued¨® paralizada y la sensaci¨®n de golpes y pinchazos ¡°no le dejaba estar en ning¨²n momento¡±. Sus familiares lo dejaron todo para apoyarlo. ¡°Mi madre y yo tuvimos que dejar la empresa que ten¨ªamos para cuidarlo. ?l no paraba de llorar. Fue muy dif¨ªcil¡±, cuenta su hija.
Mientras tanto, la demanda sigue ah¨ª y en un a?o las unidades de dolor han atendido a m¨¢s de 200.000 personas (unas unas 4856 por unidad), seg¨²n P¨¦rez. La mayor¨ªa de las consultas las acaparan los dolores musculoesquel¨¦ticos, especialmente los lumbares.
Pepa Garrido, de 43 a?os, tuvo que dejar su empleo como administradora por un infarto cerebral. ¡°Muchas veces no tienes motivaci¨®n ninguna¡±, dice. ¡°Aun as¨ª, tienes que aprender a convivir con ello y seguir adelante¡±.
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