Se venden huevos de gallinas no estresadas
El fraude de las granjas ecol¨®gicas en Alemania es un hecho puntual en un sector en auge Los productores y consumidores llaman a aprovechar el impulso para reforzar los controles
Con o sin crisis, lo ecol¨®gico est¨¢ de moda. Las lechugas org¨¢nicas, los huevos biol¨®gicos o la cosm¨¦tica natural desaf¨ªan los malos tiempos y se erigen como un sector en expansi¨®n en todo el mundo. Tambi¨¦n en Espa?a ¡ªm¨¢s en la elaboraci¨®n que en el consumo¡ª, que ha pasado de contar 346 productores en 1991 a 32.200 en 2011, y que se sit¨²a ya como el primer pa¨ªs productor de la Uni¨®n Europea. Naranjas, aceite de oliva, queso o vino desarrollados bajo unos est¨¢ndares muy estrictos en cuanto al uso de pesticidas antibi¨®ticos (en el caso de los animales) o m¨¦todos de cr¨ªa. F¨®rmulas de elaboraci¨®n m¨¢s costosas que se traducen tambi¨¦n en un precio m¨¢s alto para el consumidor. El mercado es goloso. Cada vez m¨¢s. Y ese crecimiento ampl¨ªa el riesgo de que entren en ¨¦l actores que traten de colocar como ecol¨®gicos productos que en realidad no lo son. Expertos, productores y consumidores creen que hay que aprovechar el auge del sector para endurecer los controles y evitar el fraude.
Como el que se detect¨® hace unos d¨ªas en Alemania, donde las autoridades descubrieron que m¨¢s de 150 granjas de ese pa¨ªs estaban comercializando como biol¨®gicos huevos que en realidad no lo eran. Las gallinas que los pon¨ªan no se criaban al aire libre y sin jaula, como marca la norma sobre productos biol¨®gicos, sino que proced¨ªan de corrales tipo, seg¨²n los investigadores de la Fiscal¨ªa de Oldenburgo (Baja Sajonia). Y es que los huevos biol¨®gicos son entre un 30% y un 70% m¨¢s caros que los normales. El Ministerio de Agricultura de Alemania habla ya de ¡°estafa a gran escala¡±, y ha anunciado que seguir¨¢n las inspecciones. El caso ¡ªaunque se trata de algo puntual¡ª ha levantado un gran revuelo en uno de los pa¨ªses que m¨¢s agricultura biol¨®gica consume. Y si se revelan m¨¢s infracciones, lamentan los productores europeos, el esc¨¢ndalo puede llegar a da?ar gravemente la imagen de todo el sector.
Un mercado que trata precisamente de convertir esa garant¨ªa de calidad en su bandera. Org¨¢nico, biol¨®gico o ecol¨®gico est¨¢n en la misma l¨ªnea de una producci¨®n diferenciada. Pero ninguno de esos tres adjetivos pueden aparecer asociado a un producto ¡ªni recibir por ¨¦l las subvenciones agrarias especializadas¡ª sin que se haya acreditado que de verdad lo es. Para ello, debe solicitarse el sello europeo que avala estos productos como biol¨®gicos, y superar los controles de los organismos autorizados. En Espa?a, existen empresas certificadoras privadas, pero son mayoritariamente los consejos reguladores dependientes de las autonom¨ªas quienes vigilan el buen hacer de los productores. Los t¨¦cnicos, explica Margarita Campos, presidenta de Intereco ¡ªla organizaci¨®n que agrupa a las autoridades p¨²blicas de control espa?olas¡ª, revisan las instalaciones, las semillas, la tierra, los productos que se utilizan, que en el entorno no haya ninguna fuente de contaminaci¨®n (cultivos transg¨¦nicos vecinos, por ejemplo) o, en las compa?¨ªas ganaderas, que los animales est¨¢n en condiciones ¨®ptimas de bienestar y que no reciben m¨¢s que alimentos y tratamientos naturales.
Los inspectores visitan las empresas org¨¢nicas al menos una vez al a?o
¡°Las empresas reciben como m¨ªnimo una visita anual de los inspectores, pero tambi¨¦n se hacen controles aleatorios y por sorpresa¡±, remarca Campos, que insiste en que en Espa?a la vigilancia es muy rigurosa. ¡°De momento, no se han localizado casos de fraude relevantes. Casi todo lo que vemos son cosas accidentales: un operador que ha descuidado sus instalaciones, otro que ha fumigado con alg¨²n producto antimosquitos...¡±, apunta. La presidenta de Intereco trata de quitar hierro a lo ocurrido en Alemania. ¡°No es que hayan descubierto que a las gallinas se les daban alimentos no autorizados o f¨¢rmacos, sino que las aves estaban en unas condiciones de hacinamiento no permitidas. En Espa?a, el control de todos esos elementos es constante; pero es cierto que siempre, y como en cualquier sector, puede haber alg¨²n pirata¡±, dice.
Juan Serna, pionero en el desarrollo de este tipo de la agricultura y ganader¨ªa, no cree, sin embargo, que los controles actuales sean suficientes. ¡°La agricultura ecol¨®gica se ha puesto de moda y por eso se han enganchado a ella grandes grupos o personas sin escr¨²pulos que, de manera oportunista, solo buscan el negocio al margen de la normativa oficial¡±, opina. Serna, que tiene cultivos en Extremadura, cree que hay agujeros en la vigilancia que, con la expansi¨®n del mercado, se agrandar¨¢n. Y el problema est¨¢ no solo en la producci¨®n, sino tambi¨¦n, y cada vez m¨¢s, en los comercializadores. Desde una peque?a tienda a una gran superficie. Serna tampoco conf¨ªa en que las estad¨ªsticas oficiales reflejen la situaci¨®n real del sector. ¡°Fueron muchos los que se inscribieron como explotaciones org¨¢nicas pero que ahora han vuelto a la agricultura tradicional¡±, asegura.
El subdirector de Calidad Diferenciada y de Agricultura Ecol¨®gica del ministerio del ramo, Clemente Mata, cree por el contrario que los controles actuales son adecuados y suficientes. Como Campos, el responsable de Agricultura resalta que los productos espa?oles pasan el doble de controles que otros. ¡°Se exporta m¨¢s del 80% de lo que se produce y eso implica que los ex¨¢menes son dobles, dentro y fuera de las fronteras espa?olas¡±, sostiene.
Espa?a es el mayor productor, pero en consumo est¨¢ a la cola de la UE
La carne, los cereales o las aceitunas procedentes de explotaciones ecol¨®gicas espa?olas viajan a Alemania, Dinamarca, Italia o Suiza. All¨ª, encuentra a consumidores mucho m¨¢s ¨¢vidos que los espa?oles por meter en sus cestas de la compra productos certificados. Tanto porque son m¨¢s naturales ¡ªaunque no m¨¢s nutritivos, como han indicado las ¨²ltimas investigaciones¡ª como porque su huella ecol¨®gica es menor. Un ejemplo: el gasto medio por persona y a?o en estos productos es de m¨¢s de 150 euros en Suiza, 90 en Austria y Luxemburgo o 70 en Alemania; frente a los seis euros en Espa?a.
Algo que no tiene que ver con la calidad ni los controles, sino con la disponibilidad y la cultura de consumo. ¡°En pa¨ªses como Suiza o Alemania se encuentran productos ecol¨®gicos en casi todas las tiendas. En Espa?a consumirlos es un ejercicio de militancia, porque encontrarlos no es tan f¨¢cil; la distribuci¨®n a¨²n no est¨¢ generalizada¡±, apunta Francisco Casero, responsable del Consejo Regulador de Agricultura Ecol¨®gica de Andaluc¨ªa, el mayor de Espa?a. Casero teme el da?o que lo ocurrido en Alemania pueda provocar en el sector. Pero el de las gallinas de Oldenburgo no es el primer caso de fraude que se detecta en Europa. A finales de 2011 las autoridades suizas descubrieron que parte de los productos ecol¨®gicos que estaban recibiendo desde Italia no lo eran en realidad. Los controles destaparon un macrofraude que implic¨® a 30 empresas y a algunos miembros de los organismos certificadores italianos. Las compa?¨ªas compraron m¨¢s de 700.000 toneladas de harina, soja o frutas desecadas a empresas tapadera de Ruman¨ªa, las certificaron como org¨¢nicas de manera fraudulenta en Italia y las comercializaron en una decena de pa¨ªses de la UE. En total, seg¨²n las autoridades, estafaron m¨¢s de 220 millones de euros.
Por sucesos como estos, Rub¨¦n S¨¢nchez, portavoz de la organizaci¨®n de consumidores Facua, pide que se agudicen m¨¢s los controles. ¡°Seguro que la mayor¨ªa de los productores se esfuerzan por cumplir los est¨¢ndares y la reglamentaci¨®n, pero si la administraci¨®n no pone en marcha controles m¨¢s r¨ªgidos y generaliza las inspecciones p¨²blicas, puede haber rendijas por las que se cuelen productos fraudulentos¡±, insiste. El portavoz de los consumidores cree, adem¨¢s, que los propios productores se beneficiar¨ªan de una vigilancia m¨¢s estricta.
Casero explica que lograr el sello bio implica un coste, y que en la mayor¨ªa de los Estados miembros los organismos certificadores son privados. ¡°Cada pa¨ªs controla como considera oportuno, pero ser¨ªa positivo revisar qu¨¦ est¨¢ haciendo cada uno para unificar los sistemas. Ahora que el sector est¨¢ creciendo es el momento de hacerlo¡±, argumenta. Seg¨²n un informe de 2012 del Tribunal de Cuentas Europeo, esos mecanismos de vigilancia no son todo lo solventes que deber¨ªan en algunos Estados. No tanto en materia de seguridad alimentaria sino en la informaci¨®n que se da a los consumidores. Este documento ser¨¢ analizado por la presidencia irlandesa de la UE, que tambi¨¦n tiene en su agenda la elaboraci¨®n de un nuevo marco normativo sobre el sector. De hecho, la semana que viene las autoridades comunitarias se reunir¨¢n para analizar un nuevo reglamento que simplificar¨ªa y armonizar¨ªa los controles.
Los productos org¨¢nicos son entre un 20% y un 40% m¨¢s caros que los normales. Un precio que para algunos es excesivo pero que los expertos justifican por las necesidades de espacio o alimentaci¨®n especiales en las producciones ganaderas o, en los productos agr¨ªcolas, por la obligaci¨®n de usar abonos org¨¢nicos o productos fitosanitarios m¨¢s caros. ¡°Adem¨¢s, los rendimientos son hasta un 30% inferiores a los cultivos con un laboreo convencional¡±, dice Jos¨¦ Manuel Delgado, responsable de Medio Ambiente de la organizaci¨®n agraria UPA. Tambi¨¦n la escasez de estructuras de distribuci¨®n conlleva, seg¨²n el director de la Sociedad Espa?ola de Agricultura Ecol¨®gica, V¨ªctor Gonz¨¢lez, un encarecimiento de estos productos que est¨¢n, seg¨²n los expertos, cada vez m¨¢s cuidados.
Se acab¨®, dicen, aquello de que para tener ese sello de autenticidad deben ser m¨¢s feos o algo m¨¢s polvorientos. No se trata de naranjas que se abrillanten, por ejemplo, o a las que se apliquen ceras; pero tampoco tienen por qu¨¦ dar una imagen pobre. ¡°Hay que huir de ofertas de productos ecol¨®gicos que se refugian en esa imagen para reafirmarse como m¨¢s naturales¡±, insiste Delgado.
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