Si quiere cambiar algo, firme aqu¨ª
Los ciudadanos se organizan en plataformas para defender causas que la pol¨ªtica no atiende Son luchas espont¨¢neas y de vida ef¨ªmera Internet favorece alianzas r¨¢pidas y eficaces
Una causa y ganas de luchar por ella. Una p¨¢gina web desde la que exponer el problema que se quiere solucionar y reunir apoyos. Estos son los pasos habituales para crear una plataforma ciudadana. Evitar el cierre de un colegio, contra la privatizaci¨®n del abastecimiento de agua o para reunir fondos y mantener una ruta escolar. Este tipo de asociaciones civiles informales defienden, por definici¨®n, reivindicaciones muy concretas. Esta receta, conocida en EE UU como grassroot organizing (organizaciones con base social, traducido al castellano), est¨¢ muy arraigada como m¨¦todo para lograr cambios en la cultura de ese pa¨ªs. En el resto del mundo, el desplome de la confianza en la clase pol¨ªtica y la falta de respuesta institucional a ciertos problemas ha propiciado la eclosi¨®n y multiplicaci¨®n de este tipo de organizaciones, seg¨²n los expertos. En Espa?a, el ejemplo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que ha conseguido colar en la agenda pol¨ªtica el drama de los desahucios, ha alentado adem¨¢s las esperanzas de quienes creen que pueden cambiar la realidad.
¡°Hay una proliferaci¨®n de plataformas ciudadanas. La raz¨®n m¨¢s importante es la p¨¦rdida de credibilidad de los partidos pol¨ªticos para dar respuesta a los problemas de los ciudadanos¡±. As¨ª lo considera Jes¨²s Casquete, profesor de Historia del pensamiento y los movimientos sociales en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. ¡°Se ha abierto un abismo entre la ¨¦lite pol¨ªtica y la calle. Los ciudadanos entienden cada vez m¨¢s que no les representan¡±, coincide Francisco Polo, director en Espa?a del portal online de cambio social Change.org. ¡°Esto est¨¢ acompa?ado del descr¨¦dito de otras instituciones, como los sindicatos. La gente siente que ya no trabajan para satisfacer sus necesidades¡±, a?ade. Esta desconexi¨®n entre la clase dirigente y la poblaci¨®n se agudiza adem¨¢s por la crisis econ¨®mica e institucional en el momento actual. ¡°En ¨¦pocas de recesi¨®n ning¨²n partido va a poder satisfacer las reivindicaciones de los ciudadanos. En vez de eso, se ven obligados a recortar¡±, explica Manuel Jim¨¦nez, profesor de Sociolog¨ªa, especializado en movimientos sociales, en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.
La combinaci¨®n de descr¨¦dito de las instituciones y las medidas que toman, muchas veces contrarias a los deseos de las personas a las que representan, aumenta la contestaci¨®n. ¡°Cada vez m¨¢s grupos se atrever¨¢n a movilizarse¡±, opina Rafael Cruz, profesor de Historia del Pensamiento y Movimientos Sociales en la Universidad Complutense de Madrid. Seg¨²n el experto, este a?o puede haber un incremento de protestas lideradas por plataformas ciudadanas. ¡°En ¨¦pocas de recesi¨®n es normal que se den protestas coyunturales para conservar derechos que ya se hab¨ªan adquirido. Mientras que en ¨¦pocas de expansi¨®n econ¨®mica es m¨¢s com¨²n que se den movimientos sociales de gran recorrido en el tiempo para reivindicar nuevos derechos¡±, a?ade el profesor Casquete.
Los alcaldes suelen prestar m¨¢s atenci¨®n a estos movimientos locales
El auge y ¨¦xito de este tipo de organizaciones se debe, seg¨²n los investigadores, a que se centran en una causa concreta (m¨¢s asequible), son espont¨¢neas (responden r¨¢pidamente a un problema, frente a la lentitud de las organizaciones tradicionales) y tienen una vida ef¨ªmera (hasta que se resuelve ¡ªfavorablemente o no¡ª el problema).
¡°La gente se ha cansado de luchar por grandes causas, contra el hambre o la pobreza, y que no se solucionen. Pero estos problemas tienen ramificaciones que se manifiestan en el pueblo, el barrio o la calle. Ah¨ª es m¨¢s f¨¢cil lograr un cambio¡±, explica Polo. Y pone un ejemplo: ¡°La gente sabe que el medio ambiente es importante. Pero la conservaci¨®n de la naturaleza es una causa muy amplia. Sin embargo, si se movilizan contra la construcci¨®n de un complejo hotelero en una playa protegida y lo consiguen parar, ven el resultado¡±. Casquete coincide. El investigador considera que es m¨¢s f¨¢cil la movilizaci¨®n por causas puntuales y concretas, como los desahucios, en vez de abstracciones, como la crisis en general.
¡°La plataforma antideshaucios ha sido un punto de inflexi¨®n en t¨¦rminos de organizaci¨®n de gente. Hay un antes y un despu¨¦s. Han mostrado que se puede cambiar la realidad¡±, explica Polo. Para Jim¨¦nez, la f¨®rmula del ¨¦xito de la PAH es su doble actividad. ¡°Paralizan desahucios, es decir, solucionan un problema individual de las personas a las que ayudan, y han entrado en la agenda pol¨ªtica nacional, con una alternativa a la normativa actual en materia de vivienda¡±. Este proceso de generalizaci¨®n de un conflicto que ¡°raramente se produce¡± ha sido posible, puntualiza el profesor, ¡°porque desgraciadamente han coincidido en el tiempo y en el espacio muchos afectados¡±.
En lugar de grandes causas, la gente se centra en batallas m¨¢s concretas
Jim¨¦nez a?ade, sin embargo, que un factor esencial en los logros cosechados por la PAH es que ha conseguido ¡°movilizar a amplios sectores sociales que, en principio, no son afectados directos, pero que s¨ª podr¨ªan considerarse afectados morales, una vez que entienden que se est¨¢ produciendo una injusticia y que sienten la obligaci¨®n moral de actuar¡±. Esta plataforma, de hecho, consigui¨® reunir m¨¢s de 1.400.000 firmas, con el apoyo de sindicatos y otras organizaciones sociales, para avalar la iniciativa legislativa popular (ILP) presentada en el Congreso de los Diputados. El proyecto de ley, que promueve la daci¨®n en pago retroactiva, la paralizaci¨®n de los desahucios y el alquiler social, ya cuenta con el apoyo de varios grupos parlamentarios. Todo apunta, sin embargo, a que el PP, con mayor¨ªa absoluta, impedir¨¢ su aprobaci¨®n.
Lo habitual, aseguran los expertos, es que las plataformas surjan y se queden en el nivel local. ¡°Es m¨¢s f¨¢cil conseguir cambios porque los alcaldes son m¨¢s sensibles a las demandas de los ciudadanos. Los costes pol¨ªticos de no atenderlas pueden ser m¨¢s inmediatos¡±, afirma Jim¨¦nez. Este tipo de organizaci¨®n, el conocido como grassroot organizing en EE UU, est¨¢ muy impregnado en ese pa¨ªs, donde seg¨²n Polo, ¡°en cualquier barrio hay una organizaci¨®n ciudadana para provocar cambios¡±. El modelo, sin embargo, es universal. Los peri¨®dicos de todo el mundo se hacen eco cada d¨ªa de las peticiones de las plataformas aunque por su car¨¢cter microlocal, pocas veces saltan a las p¨¢ginas nacionales. Solo en caso de la generalizaci¨®n de un conflicto, como la experiencia de la PAH, se consigue esa difusi¨®n que suele servir de trampol¨ªn al ¨¦xito.
La gente se ha dado cuenta de que puede cambiar las cosas en su entorno cercano, explica Polo. Eso fue lo que pens¨® Antonio Vas, vicepresidente de la asociaci¨®n de padres y madres del Conservatorio de M¨¦rida, que lidera una plataforma ciudadana contra el cierre del centro de estudios musicales. Esta organizaci¨®n pide que la consejer¨ªa de Educaci¨®n de Extremadura asuma cuanto antes la gesti¨®n del conservatorio ¡ªest¨¢ planeado que lo haga en seis o siete a?os¡ª ya que el Ayuntamiento ha manifestado que no tiene recursos para mantenerlo abierto. ¡°Creamos un blog y empezamos a reunir apoyos¡±, resume Vas. En solo un mes han juntado 10.000 firmas, presencialmente y por Internet, que entregaron en el registro de la Asamblea regional el pasado 7 de marzo. Incluso la soprano Ainhoa Arteta ha respaldado esta causa a trav¨¦s de una carta. ¡°A los pol¨ªticos les tiene que hacer pensar¡±, considera Vas, que tambi¨¦n ha acudido al Defensor del Pueblo y ha mantenido entrevistas con representantes de la comunidad. ¡°Es una plataforma espont¨¢nea. Y si se soluciona el problema, desaparecemos¡±, zanja.
Ainhoa Arteta se sum¨® a la defensa del Conservatorio de M¨¦rida
La transitoriedad es, de hecho, una de las principales caracter¨ªsticas de las plataformas. ¡°Cuando el problema por el que surgen se soluciona, en uno u otro sentido, desaparecen¡±, explica Casquete. Es el caso de las surgidas para luchar contra el cierre de las urgencias nocturnas en Castilla-La Mancha, como la de Tembleque, que lider¨® encierros y manifestaciones para evitar que se aprobara la medida. ¡°Cuando se consolide una decisi¨®n, bien sea el cierre o mantenerlas abiertas, perder¨¢n su raz¨®n de ser¡±, apunta el investigador de la universidad del Pa¨ªs Vasco.
En ocasiones, las plataformas se mantienen latentes, sin actividad, y se vuelven a reorganizar cuando surge un nuevo problema en su ¨¢mbito de actuaci¨®n. Es el caso de la plataforma contra la especulaci¨®n urban¨ªstica en Candeleda, un pueblo al sur de ?vila. Algunos vecinos de esta poblaci¨®n, de poco m¨¢s de 5.000 habitantes, se organizaron a finales de 2006 para paralizar la construcci¨®n de una gran urbanizaci¨®n de m¨¢s de 400 viviendas. Lo consiguieron por la v¨ªa judicial. ¡°Hubiera sido una cat¨¢strofe para el entorno natural del pueblo¡±, recuerda Pilar Diego, una de las impulsoras de la plataforma. En enero de 2013 la organizaci¨®n ha retomado con fuerza su actividad, esta vez, contra la privatizaci¨®n del suministro del agua que ha decidido el consistorio a pesar de las protestas de los candeledanos.
¡°Esta lucha por el bien de todos que impulsamos algunos ciudadanos, la deber¨ªan hacer los pol¨ªticos, o al menos apoyarnos¡±, lamenta Diego. Pero esta candeledana, y el medio centenar de miembros estables de la plataforma ¡ª¡°que pagan la cuota de 20 euros al a?o¡±, precisa Diego¡ª no se resignan a aceptar decisiones que no comparten de sus dirigentes con la complacencia de la oposici¨®n. ¡°Protestar significa trabajo, pero la gente que nos metemos en estas historias ya no podemos mirar para otro lado¡±, subraya.
Por el Museo del Greco se han aliado empresarios, alcaldes y vecinos
Este tipo de actitud activa ante los problemas es la que echa de menos Antonio Casado, responsable de una biblioteca de la Universidad de Castilla-La Mancha y especialista en Historia del Arte. ¡°Mucha gente se queja tomando caf¨¦ pero luego no hace nada¡±, opina. Por eso, cuando el pasado enero se enter¨® de que Mar¨ªa Dolores de Cospedal apoyaba la decisi¨®n de la Diputaci¨®n Provincial de Toledo de trasladar el Museo Nacional del Greco a las instalaciones del museo provincial Santa Cruz, no dud¨® en crear una plataforma. ¡°Esto me indign¨® especialmente. Lo coment¨¦ con amigos, profesores de Historia y artistas de la ciudad, y algunos pensamos que esta decisi¨®n es una barbaridad. Supone derrochar los seis millones de euros que se invirtieron en la remodelaci¨®n del Museo del Greco. Y los cuadros quedar¨ªan descontextualizados¡±, explica entre otras objeciones.
El pasado 6 de marzo naci¨® la plataforma contra el traslado del Museo del Greco. Sus primeros pasos han sido los de la mayor¨ªa de plataformas de creaci¨®n reciente: abrir un blog, crear perfiles en las redes sociales para difundir su mensaje e iniciar una recogida de firmas presencial y online. Su reivindicaci¨®n ya cuenta con el apoyo p¨²blico de las asociaciones de vecinos, de empresarios y de exalcaldes de la ciudad. ¡°Ahora empezaremos a llamar a las puertas de los pol¨ªticos, a ver si nos quieren recibir y escuchar¡±, adelanta Casado.
Los m¨¦todos tradicionales de protesta, manifestaciones, encierros o recogidas de firmas, combinados con las nuevas tecnolog¨ªas, multiplican sus posibilidades de presi¨®n y, con ello, de ¨¦xito. Bien lo sabe el director de Change.org. Polo ha visto c¨®mo ha aumentado la cantidad y calidad de peticiones en la web. ¡°Al principio la gente no sab¨ªa hacer peticiones¡±, confiesa. ¡°Tienen que ser mensajes breves y claros, exponiendo lo que se que quiere cambiar y por qu¨¦¡±, a?ade. Unas directrices que cada vez tiene que explicar menos a los usuarios que, adem¨¢s, van en aumento. El portal registra m¨¢s de 1.000 peticiones al mes, seg¨²n datos de la empresa. ¡°Muchas acaban con victoria. Casi una al d¨ªa¡±, celebra el director.
Estas p¨¢ginas recogen peticiones de grandes asociaciones como Amnist¨ªa Internacional o Cruz Roja, pero tambi¨¦n de cualquier ciudadano indignado. ¡°Con Internet, una persona ya no tiene barreras para liderar un cambio y puede elaborar una campa?a sin mucho dinero¡±, a?ade Polo. Muchas de las reivindicaciones de las plataformas ciudadanas acaban en estos portales. Seg¨²n relatan algunos usuarios, no solo permiten hacer visible un problema, sino que sirven para recoger firmas y hacer presi¨®n al responsable de una decisi¨®n, ya que por cada apoyo se le env¨ªa un correo electr¨®nico.
Las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n eliminan, de alg¨²n modo, la necesidad de organizaciones formales para coordinar movilizaciones, seg¨²n Jim¨¦nez. Apoyar una causa ahora es tan f¨¢cil como hacer clic con el rat¨®n del ordenador, sin carn¨¦ de abonado ni reuniones peri¨®dicas. Cabe cuestionarse, sin embargo, la legitimidad, veracidad y conveniencia de algunas reivindicaciones sin una asociaci¨®n reconocida detr¨¢s que las avale. Es habitual que al mismo tiempo surjan peticiones para una causa y la contraria, reconoce Polo. ?Cu¨¢l es la correcta? ¡°Es el ciudadano el que tiene que decidir si apoya o no un cambio¡±, opina el director de Change.org, que considera positivo que se ¡°genere un debate sano y saludable¡± sobre determinados problemas. ¡°Es fant¨¢stico que la gente participe m¨¢s all¨¢ del voto cada cuatro a?os. Eso es ser ciudadano¡±.
Hay quienes piensan, sin embargo, que esta explosi¨®n de plataformas y microreivindicaciones resquebraja la unidad de la ciudadan¨ªa frente a la clase pol¨ªtica. Se dispersan los esfuerzos y cada uno lucha por su causa. Para evitarlo, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez se propuso el pasado verano aglutinar a todas las plataformas ciudadanas en una sola ¡ªplataformaciudadanaya¡ª, un bloque s¨®lido capaz de hacer frente al bipartidismo en unas elecciones. ¡°No queremos ser un grupo m¨¢s que en definitiva sirva para crear m¨¢s separaci¨®n¡±, apunta. ¡°No decimos ¡®¨²nete a nosotros¡¯, decimos ¡®vamos a unirnos todos¡¯, detalla el coordinador. Para ello, un blog, una p¨¢gina web y una cuenta en Twitter son sus ¨²nicas herramientas.
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